Se llama Sergio Vega y su historia se parece a la de los narcos de sus canciones. Octavo de 13 hermanos, nada más cumplir los 19 abandonó el norteño Estado de Sonora para brincar a EE UU. Su vida giró en torno a la frontera. Sus letras hablaban del amor, del peligro y la droga. Él, como Los Tigres del Norte o Los Tucanes de Tijuana, fue poniéndole música a las hazañas de sus paisanos, tipos duros que cruzaban la raya con cargamentos de marihuana, "una chaqueta de cuero, un pantalón de Versace y un revólver del 32". El pasado sábado, con 40 años recién cumplidos, también a él lo cazaron. Al volante de su Cadillac rojo, de 30 disparos, como si fuera el protagonista de cualquiera de sus canciones. El asesinato de Sergio Vega llega cuando el Gobierno de Felipe Calderón intenta restaurar la imagen de México, muy deteriorada por la situación de extrema violencia que sufre el país.