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El joven Jiménez Fortes cortó la única oreja de la última novillada de la feria de Hogueras de Alicante, mientras que José María Arenas perdió el trofeo en su primero por la espada, y el debutante Gabriel Martínez se le notó el escaso oficio que aún arrastra.

FICHA DEL FESTEJO.- Novillos de Nazario Ibáñez, aceptablemente presentados, nobles y con movilidad, que en general dieron buen juego, a excepción de los mansos cuarto y sexto.

José María Arenas: seis pinchazos y cuatro descabellos (ovación tras aviso); y dos pinchazos, otro hondo y dos descabellos (silencio).

Jiménez Fortes: pinchazo, otro hondo y tres descabellos (ovación tras aviso); y estocada (oreja).

Gabriel Martínez, que debutaba con picadores: pinchazo hondo y descabello (silencio tras dos avisos); y cuatro pinchazos y estocada casi entera (silencio tras dos avisos).

La plaza tuvo un cuarto de entrada en tarde agradable.

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BUENA NOVILLADA, SIN APROVECHAR DEL TODO

José María Arenas fue un torrente de voluntad en su primera labor, frente a un novillo que tuvo motor y al que toreó airoso de capote, fácil en banderillas, y seguro y tesonero con la muleta, lo que le permitió conectar con la gente desde el principio.

Faena, no obstante, algo intermitente pues pegó algunos muletazos sueltos de buen trazo, y otros no tanto, un punto acelerado y sin ajustarse lo suficiente, frente a un novillo que "se dejó" mucho. Perdió la oreja por culpa de la espada.

Con el manso y parado cuarto fue imposible estructurar faena, y Arenas, tras probarlo e insistir por los dos lados, pasó sin pena ni gloria.

Jiménez Fortes perdió en la suerte suprema la oreja de su primero, otro buen novillo de Nazario Ibáñez al que el malagueño toreó con elegancia y despaciosidad dentro de una labor a la que le faltó algo más de limpieza y un poco más de acople.

Con el quinto volvió Fortes a dejar buen sabor en pasajes aislados de cierto empaque y plasticidad en una labor que tuvo más eco en los tendidos, y que como rubricó a la primera con la espada tuvo el premio de la oreja.

Al debutante Gabriel Martínez se le notó el escaso rodaje que atesora, sobre todo, en su primera faena, con un manejable ejemplar de Nazario Ibáñez con el que llegó a acoplarse. Con el deslucido sexto al menos tuvo argumentos para no llegar casi ni a interesar.