Dura lucha en corrales la llevada a cabo entre la autoridad, más o menos competente, según se mire, y esa apisonadora, de rigores y decencias, que es el "sistema" que viene imperando para desgracia de la enjundia de la que antaño fuera calificada como fiesta brava. Larga docena de ¿toros? se reconocieron para llegar a la conclusión de cuatro ejemplares de Domingo Hernández y dos de Las Ramblas. No se lidió ninguno de los anunciados de Garcigrande, cómo serían. O no serían. Los de Hernández, impropios de salir al ruedo, tan de míseros trapíos y defensas "cuernisupuestas". Una burla. El cuarto, de Las Ramblas, con buen tipo en terciado, así tendrían que ser los toros en Alicante, el mejor; el quinto, también de Las Ramblas, de aceptable presencia en cornicorto.

Desconfiado y como desganado anduvo Ponce con el que abrió plaza, al que lanceó descargando la suerte. Poco empeño puso en faena insulsa y reiterativa sobre la derecha, escasa de reposo. De nuevo no se embragueta en las verónicas al buen cuarto, de las Ramblas, al que endilga faena "poncista", por extensiva de duración y menos intensidad de la que el buen toro merecía. Paseó más que pasó en repetidas ocasiones. Como siempre, imperó el manejo de la derecha, su gran arma, y menos la zurda, sin obviar la variedad de remates y adornos. El final del muleteo, por la cara, rodilla flexionada, bien templado y ligado, lo mejor y de mayor enjundia. A gusto estuvo Ponce con ese boyante toro. Lástima que diera un mitin con el estoque. ¿Hubo intenciones de indulto? No era para tanto,oiga...

No fue la tarde de Manzanares, más acelerado y algo forzado el escorzo que en otras ocasiones. De las seis tandas diestras que le endilgó a su primero, un torete manejable, sobresale la segunda, por reposada la figura, quieta la planta y templado mando al correr la mano. No se confía con la izquierda y predomina la desigualdad. Ahorma con cierta variedad, por la cara, con buen gusto. Lo pasa de faena. Tampoco acaba de adaptarse con el quinto, un jaro de Las Ramblas. Se empeña sobre la izquierda, pero no acaba de dejar llegar lo suficiente ni empapar en el engaño para someter e imponerse a los ligeros resabios del toro, con cierta dosis de casta, nada de docilidad al uso. Templa alguna tanda diestra y un par de naturales de hondo trazo y buen remate. Hubo más muletazos que toreo, lo que permite que el toro pierda celo y busque refugio de tablas por falta de mando. Lo mejor, lo torero, el estupendo volapié que recetó con total decisión en herir.

Una oreja, la única del festejo obtuvo Luque del tercero, al que recibió con verónicas a pies juntos. Una manera de no mandar y buscar fácil lucimiento. Faena de larga duración y demasiado limitada de enjundia y torero mando. Excesivos telonazos y contadas ocasiones para el deleite del toreo de templado recorrido y remate. Se adorna con unos cambiados por la espalda, sin estoque, reminiscencias de algunas ocurrencias de"El Gallo", "inas", "remanguillés", abuso de la derecha y barullo con la zurda. Buena disposición para el éxito, sí, pero no por el camino de lo ortodoxo. Con el sexto, escaso de remate, voluntarioso, "enhebró" en exceso. Y ese bajonazo con intención "orejeril". No atendió el usía la petición. Faltaría más...