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El novillero mexicano Christian Hernández tuvo una vergonzosa actuación en la plaza de México, en la que le devolvieron vivos a los corrales los dos astados de su lote. Hernández reflejó bien pronto en el rostro el pánico que sintió al salir al ruedo. No quiso ver a su primero y escuchó los tres avisos. En el quinto cayó un aguacero y tampoco lo quiso ver.

El torero, como mostraban las imágenes de televisión, dio un pase a uno de los toros y después salió corriendo lanzando la muleta y saltando el burladero. Allí estuvo durante un rato intentando ser convencido por su apoderado. Sin embargo, el novillero optó por saltar de nuevo a la plaza y ante el público cortarse la coleta. Después admitía ante la televisión tener miedo y que le faltaban agallas -"un par de huevos", dijo textualmente- para seguir adelante en este oficio. "Hay que ser consciente con uno mismo", dijo el matador de 22 años para añadir que "me faltó capacidad; esto no es lo mío. Sin valor no se puede torear.

Hace varios meses Hernández sufrió una fuerte cornada en una pierna y su vuelta a los ruedos fue debido a que sus allegados le convencieron.

Después de su comportamiento, la policía lo detuvo. Sonaron los tres avisos. La bronca del público fue monumental. Fue llevado a la cárcel y después quedó en libertad tras pagar una multa. Su retirada definitiva era confirmada por él mismo después.

No es muy normal que un hecho de estas características se vean en una plaza de toros y tampoco se entiende muy bien la actitud del diestro ya que tras él corría una trayectoria.

"Hice mi declaración frente al juez. Le expliqué que tuve mucho miedo y que no podía matar a ese novillo. Para los taurinos puede ser un hecho inexplicable, pero para mí está perfectamente claro", justificó el torero tras abandonar el juzgado.