-Y a usted, con sus conocimientos del juego ¿no le convendría colocarse al otro lado de la mesa?

La pregunta, dirigida a Alba, crupier del Casino Mediterráneo de Alicante, salía sola viendo cómo la hábil profesional movía ágilmente sus dedos para extraer las cartas de un extraño artilugio que las barajaba mecánicamente (¡hasta esas cosas se inventan!).

-En absoluto, ¡si supiese lo que va a salir! Esto es todo azar, contesta la empleada del casino mientras explica a varios representantes de medios de comunicación método, forma, maneras de apostar en ese edificio que se alzó en el Muelle de Levante con debate sobre su fachada.

Azar contra la crisis, azar en tiempos de penuria, azar contra la desesperación, azar contra el aburrimiento, azar... Deseado azar que sobrevuela por la sala, desde la mesa de "punto y banca" a la de "póquer sin descarte" en busca de esa escalera real que otorga 20.000 euros apostando sólo uno; que suspira por el 'veintiuno' en el "black jack" o que indaga por la sala de torneos olisqueando tríos y dobles parejas mientras se escucha la repetitiva melodía de las 66 máquinas, con video-rodillo o sin él, que en la planta superior se ven capaces de escupir hasta 240.000 euros con una apuesta de sólo cinco. O el obligado paso por la ruleta americana, verdadero sustento del casino, que va almacenando el 50 por cien de los ingresos entre las múltiples combinaciones de suertes que ofrece su tapete.

Números aparte, la estrella que se ha hecho hueco es el póquer a base de torneos, una práctica extendida en todo el país. Alicante ya ha sido sede del campeonato de España con premios de hasta 70.000 euros aportando su sala con 16 mesas y 6 pantallas donde desarrollar la estrategia.

Y Alba aclara que en estos tiempos de crisis las propinas han bajado considerablemente. Como la vida, admirada crupier, a la espera de que el azar o la divina providencia nos cambien el rumbo.