¿Cree que desde que se ha aprobado la Ley de Memoria Histórica se han destapado fantasmas del pasado que dormían el sueño de los justos?

Bueno, sobre todo en estos últimos días y semanas debido a toda la polémica que se ha formado entorno al juez Garzón. Aunque, a decir verdad, es una ley que no aporta nada nuevo.

¿Y por qué?

Bien, pues porque existe un movimiento que hizo una importante apuesta por ampliar el conocimiento sobre el paradero de los restos de familiares de personas que sufrieron en la dictadura franquista. Y existe desde los años 90, aunque es a partir de mediados de esta década cuando surge el interés por la cuestión y se van añadiendo elementos nuevos a esta búsqueda.

¿Qué son?

Por un lado, la posibilidad real de exigir la recuperación de los restos y por otro un elemento de carácter ciudadano y político: la recuperación de los derechos.

Usted que es autor de numerosos análisis sobre la II República, la Guerra Civil y la dictadura franquista, ¿cree que continuamos soportando vestigios de nuestra historia más reciente en la actual sociedad democrática ?

Existen monumentos, fotografías y sentimientos. De estos últimos quedan muchos. El saber que miles de conciudadanos nuestros continúan enterrados en las cunetas, los bosques y en ocasiones en terrenos que hoy son propiedad privada y cuyos dueños no están por la labor de colaborar, despierta esos sentimientos que, por otro lado, han estado siempre soterrados. He podido hablar con descendientes directos de desaparecidos y sus narraciones sobre los familiares asesinados son de una viveza y un sentimiento que produce un fuerte impacto.

¿Quizá el desenterrar huesos y cavar en la tierra ha sido el acto más simbólico a la hora de remover sentimientos personales?

Sin lugar a dudas, eso es lo más fuerte. Sin embargo, no están apareciendo sentimientos de odio. Pero el hecho de recuperar los huesos de un padre o un hermano es lo que mayor impacto produce en las personas. De hecho, toda esta lucha ha creado un añadido a la búsqueda de reparación: la tercera generación.

¿La de los nietos?

¿Buscan lo mismo que los descendientes directos?

Sí y no. La tercera generación se ha implicado menos en el enfrentamiento que procede de la Guerra Civil, pero más quizá en la recuperación de los derechos políticos, humanos e incluso económicos, para todas aquellas personas que sufrieron en la dictadura. En conocer lo importante.

¿Cree que la implicación de los políticos es sincera y está a la altura de sus reivindicaciones?

Bueno, todos los partidos aseguran que están de acuerdo con que se recupere la memoria histórica. Sin embargo, son los partidos de derecha los que más inconvenientes han puesto a la hora de llevar a cabo objetivos concretos.