Yo creo que el amor existe/ Pero no donde lo buscamos" dice la joven poeta Isabel Cadenas en su libro Irse. Seguramente nada está donde debe. No busques el martillo en la caja de herramientas, ni los hilos en la de costura, ni la paz en el sillón de orejas, ni el sueño en la cama, ni el dinero en la cuenta corriente, ni el sexo en los genitales. No busques la piedad en los beatos, ni la verdad en los sinceros, ni la generosidad en los ricos. El amor existe, pero no donde lo buscamos. ¿Dónde entonces? Ni idea. Seguramente, tampoco la vida está donde creemos. Hay más vida en la hoja de un rosal con pulgones que en un cuartel o en un internado de curas, más que en un ministerio o un campo de fútbol en domingo por la tarde. Estaba tomándome el gin tonic de las seis, mientra leía el libro citado más arriba, cuando alguien, en la mesa de al lado, dijo a su interlocutor:

-Ya no pienso en eso.

Ya no pensaba en algo que le había ocurrido y que formaba parte de sus archivos. El asunto estaba dentro de su cabeza, pero ya no lo frecuentaba, como el que evita entrar en una habitación de su propia casa. Ya no entro en esa habitación. ¿Por qué? Quizá porque murió en ella alguien querido (u odiado), o porque se escuchan ruidos inexplicables, o porque da al norte y es muy fría. Ya no entro en esa habitación, ya no frecuento ese barrio, ya no hablo con Fulano, ya no pienso en eso. Doy un sorbo y acometo otro poema cuyos dos primeros versos dicen: "Te has quedado en casa toda la mañana/como si el tiempo te perteneciera". Yo creo que el tiempo existe, pero no donde lo buscamos. El tiempo está debajo de la cama, detrás de los muebles, en el armario botiquín del cuarto de baño, en la habitación oscura de los padres. Quizá en todos esos sitios está el amor también.

Algunos filósofos especulan con la idea de que esté todo equivocado. Que no demos una al derecho. Que nada sea como nos parece. No se puede vivir con una sospecha tan desalentadora día a día, pero cuando al leer un verso nos alcanza la duda, está bien dejar el libro a un lado y pensárselo. Yo creo que el sentido existe, pero no donde lo buscamos.