La reproducción de fragmentos de El libro de los muertos acompaña la exposición a lo largo del pasillo que distribuye las salas. Este preciado documento, algunos de cuyos pasajes se encontraron en el interior de la tumba de Seramón, es un texto funerario compuesto por un conjunto de fórmulas mágicas o rituales, que ayudaban al difunto a superar el juicio de Osiris y viajar al mundo idealizado donde reinan la bondad y la serenidad. El título se debe a su primer editor y traductor, el egiptólogo alemán Karl Richard Lepsius, quien lo publicó en 1842, aunque se dice también que el título procede del nombre que los profanadores de las tumbas dieron a los papiros con inscripciones que hallaron junto a las momias: Kitab al-Mayitun, en árabe, que significa libro del difunto. Los antiguos egipcios lo conocían como Libro para salir al día. Se conocen cerca de 200 capítulos, pero su extensión es muy desigual y no existe un solo papiro que los comprenda a todos. La extensión de los papiros variaba según el poder adquisitivo de cada difunto, y una vez que se fue popularizando, las versiones más económicas eran realizadas en serie por los templos y luego rellenadas con el nombre del comprador. La sucesión de fórmulas, sin orden alguno y que llegan a variar de unos ejemplares a otros tienen, sin embargo, una lógica interna para hacerlo comprensible.