El lucense Luís Tosar se ha convertido en la cara del cine español. Era ya sin duda uno de sus valores más sólidos, con dos Goyas en su bolsillo que ayer se convirtieron en triplete, pero el éxito arrollador de la película Celda 211, que ha concentrado su poderosa atracción en la magnética imagen del personaje Malamadre, le ha catapultado al Olimpo cinematográfico. En esta edición, Goya se llama Luis. A pesar de ello, cuesta trabajo ver a este actor gallego como una estrella de cine. Él mismo se encargó de subrayarlo al subir al estrado para decir al recoger su Goya al mejor actor, quizás el premio más mediático de la gala, que estaba de "bajón", porque la gran alegría de la noche ya se la había llevado (se refería al galardón recibido por su pareja sentimental, la actriz Marta Etura, a quien conoció en Compostela durante el rodaje de 13 badaladas, del director coruñés Xavier Villaverde.

Con su modestia habitual, Tosar se pasó la semana repitiendo que no se veía ganador. Con el Goya en la mano, bromeaba sobre su cautela: "Si no me lo daban tenía que dar muchas explicaciones en mi casa", bromea el actor, quien reconoce que sentía "un poco de presión". "Mucha gente pensaba que me lo tenían que dar pero yo, que soy gallego, me lo tomo todo con calma y pienso que todo puede salir mal. El factor sorpresa de no llevármelo lo tenía muy presente", afirma.

Lo que ya le va a resultar más difícil a partir de ahora es mantenerse alejado del star system con el que nunca se sintió a gusto. "Tengo la ventaja de seguir siendo desconocido, la gente no acaba de ubicarme", respondía poco antes de la gala a la pregunta de si esta tercera candidatura le consagraba como estrella. Ya no. Con tres Goyas a la espalda (Los lunes al sol, 2003, Te doy mis ojos , 2004 y Celda 211, 2010) algunas incursiones en el cine americano con Jim Jarmusch (The limits of control) o Michael Mann (Corrupción en Miami), y un reconocimiento internacional consagrado por el reciente premio otorgado por la Asociación de Críticos Latinoamericanos de Nueva York, Tosar, a sus 39 años, es sin duda el actor de moda.

Una rutilante carrera que seguramente ni se imaginaba cuando hace veintidós años, en 1988, daba sus primeros pasos profesionales en Lugo con un dúo videoartístico bautizado ladisanllentelman formado con el también lucense Jorge Coira, que estrenará precisamente este año la película 18 comidas, con Tosar en el reparto. Su primer trabajo era una obra antitaurina que fue vetada en un festival en Valencia. En Lugo frecuentó también las tablas con grupos de teatro locales, una faceta que aún cultiva con el dúo de cabaré The Magical Brothers.

Su primer salto a la popularidad le llegó a través de la pequeña pantalla, con su papel en la serie de TVG Mareas Vivas, pero Tosar no se dejó atrapar en el cómodo mundo televisivo y perseveró en una carrera cinematográfica que comenzó en 1998 con la modesta comedia Atilano presidente y ronda ya a la treintena de largometrajes, coronada por la exitosa Celda 211 y con un rodaje en ciernes a las órdenes de Balagueró, referencia de otro boom cinematográfico español, REC.

Sólo hay hay una cosa tan importante como el cine para Tosar: la música. El actor forma parte del grupo de rock The Ellas (se pronuncia "Di Elas", con el que ha recorrido buena parte de los escenarios españoles con un repertorio basada en conocidas gargantas femeninas como Janis Joplin, Suzanne Vega, Blondie o Abba. El perfil del Tosar actor nunca se separó por otra parte de un aura reivindicativa que le llevó a ser uno de los estandartes mediáticos del movimiento Nunca Máis tras el desastre medioambiental del Prestige. Esa vena volvió a aflorar en esta última gala de los Goya, en la que el actor tendió una mano al idioma gallego, en plena polémica por su uso en la enseñanza y las cuestionadas declaraciones institucionales acerca de una cultura gallega acomplejada. Pero sería erróneo encasillarlo en un simplista rol comprometido. "El arte es importante, pero no a costa de escudarse en la denuncia social", opina, y reparte su decepción política sin distinción partidaria: "La clase política ha degenerado. Cada vez tienen menos que decir y se expresan peor".

Tosar tocó el cielo la noche del pasado domingo. Quizás ahora su mayor reto sea desprenderse de Malamadre.

El actor reconocía ayer que el personaje que lo encumbró le va a acompañar durante mucho tiempo, porque es alguien "tan visceral" y con el que le están pasando "cosas tan bonitas" que será difícil desprenderse de él. No obstante, es consciente de que en sus próximos proyectos cinematográficos tendrá que alejarse de este personaje y buscar otros retos interpretativos. Malamadre es, en palabras de Tosar, "un tipo ligeramente simpático, que tiene cierta ternura y un código ético con el que se identifican muchos espectadores, yo incluido". "Desde que lo leí en la novela y luego en el guión, había algo de ese tipo que yo envidiaba. Es un tipo que va muy de frente y es muy consecuente con todos sus principios", afirma.

Pero sabe que ahora debe sortear las tentaciones de anclarse en un rol. "Pretendo que actuar siga siendo divertido, que no se convierta en una rutina".