La tradición viene de familia, concretamente de su padre, quien le transmitió su afición por la fotografía. Una pasión que le acompañó durante toda su infancia y que, unos años después, continuó en su formación como enólogo. Porque el vino también es historia, literatura y arte y, en absoluto, choca con las inquietudes que fue descubriendo con el mundo de la imagen y las cámaras. "Después empecé a coleccionar fotos antiguas de sitios muy diversos, y encontraba en los negativos un placer inmenso porque era el tiempo detenido de nuestra historia, instantáneas que son fijas en el tiempo y me servían para comprender mejor el pasado", apunta.

Por ese motivo, desde hace más de 15 años, Rafael Poveda recorre algunos de los mercadillos y rastros de la provincia como el de Jalón, al mismo tiempo que mantiene el contacto con traperos con los que negocia los negativos y muchas de las fotografías de todas las épocas que llegan a sus manos. "Cuando tengo el negativo se abre un instante mágico, emotivo y único, que finaliza en el momento en que lo paso por el escáner fotográfico y descubro de qué se trata. Resulta entonces impresionante encontrar una imagen de Elche, Alcoy, Alicante, Novelda o Monóvar de 1910, con personas, caballos, familias... imágenes que se perdieron para siempre y que ahora he recuperado con el negativo original, salvando historias anónimas", afirma Rafael Poveda.

Muchas de estas instantáneas recogen escenas familiares como el hijo que se despide antes del servicio militar, el parque o rincón de una determinada ciudad desaparecido, el niño o niña fallecido prematuramente (antiguamente era tradición inmortalizar a bebés fallecidos) o el retrato que cariñosamente se regalaron una pareja de novios. "A veces intento interpretar la emoción que tenía el día en que se hicieron esa foto, cuando el tiempo ya lo ha borrado todo", añade.

El deseo del coleccionista no es solamente recoger material, sino también difundir. Por todo ello, Poveda asegura que su archivo "está totalmente abierto" y, por este motivo, ha cedido numerosas fotografías para ilustrar publicaciones de todo tipo para la provincia, como las que aparecen en algunos "Canelobre", publicación del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert de la Diputación de Alicante. "Otras imágenes inéditas en Elche y publicadas son las del eclipse solar de 1900, con gente mirando por el catalejo", comenta. En otras ocasiones, las sorpresas que depara los negativos antiguos es mucho mayor: "Me impactó bastante encontrar una batalla de las flores en Alicante de 1920, ya que entre todas las personas que aparecen está un tío-abuelo mío".

¿Pero qué ocurrirá con todo este legado fotográfico rescatado en el día de mañana? "Me gustaría que quedara en un archivo fotográfico general de la provincia de Alicante, puesto que no desearía que todo mi archivo acabase de nuevo en un mercadillo para su expolio. En la provincia tenemos varios archivos, pero lo ideal sería que al amparo de varias instituciones se crease esta dependencia", aclara.

De momento, lo que está claro es que esta colección no es cara "porque comprar durante toda la vida es barato" en un mundo donde tan importante es el arte de la oratoria y los gestos para rebajar precios ante el comprador como la agenda de contactos. "Si voy por algún rastro y me encuentro con una cajita de azafrán que sé que está recogiendo un amigo no lo dudo. La adquiero y, del mismo modo, otros compañeros me consiguen negativos por otros rastros a los que no puedo o suelo acudir. De este modo, somos como una especie de hermandad en la que estamos todos conectados".