Sin embargo, ese diálogo se dio, como lo atestigua una correspondencia publicada por la revista "Sinn und Form".

Jünger, famoso ante todo por sus diarios críticos de la II Guerra Mundial, pero considerado por muchos como uno de los intelectuales que abonaron el camino al nacionalsocialismo por sus escritos de los años 20 y 30, fue el primero en escribir al intelectual judío.

Este había emigrado a Israel e incluso cambiado su nombre alemán de Gerhard por el hebreo de Gershom.

En la primera carta de Jünger, fechada el 16 de febrero de 1945, se percibe el deseo de tomar contacto pero, a la vez, cierto temor a abordar a Scholem y expresa desde el comienzo su comprensión si éste decide no contestarle.

"Con frecuencia me encuentro con su nombre en la prensa y me pregunto si usted no es un compañero de colegio que tuve en Hannover en 1914", dice Jünger en la carta.

"En caso de que usted no sea ese compañero le pido que no se preocupe de responderme", agrega el escritor.

Scholem no era aquel compañero que recordaba Jünger -el compañero era su hermano Werner- pero respondió a la carta y, además de aclarar el malentendido, se declara conmovido por haber recibido correspondencia del escritor y dice que ha "estudiado con detenimiento dos de sus libros".

En la misma carta, Scholem da cuenta del destino de su hermano Werner, que fue asesinado por los nazis en el campo de concentración de Buchenwald en 1940, a donde había ido a parar por su doble condición de judío y socialdemócrata.

Jünger -oficial del ejército durante la II Guerra Mundial- se declara conmocionado y sorprendido por el destino de Werner Scholem y dice que había creído que, teniendo en cuenta su capacidad para juzgar las situaciones políticas, había salido oportunamente de Alemania "como otros de sus parientes".

"Usted se declara sorprendido de que él no se marchara a tiempo...No fue así. Fue de los primeros en ser arrestados tras el incendio del Reichstag", responde Scholem.

"La lucidez sobre la propia situación no era el fuerte de los judíos alemanes. Mi hermano, socialista radical, estaba convencido de que como veterano de la I Guerra Mundial no le iban a hacer nada.

Resulta difícil imaginárselo pero esta idea era bastante frecuente", agrega el estudioso.

En cartas posteriores, de 1976, los dos intelectuales abordan temas más generales, como el de la imperfección del mundo del que Jünger dice que le ha preocupado desde que era un niño.

Jünger aborda el tema a partir de un debate televisivo, en el que participó Scholem que tocó ese problema a partir de la cábala.

"Veo que la cábala, aunque no resuelve el problema, lo ha planteado mas agudamente que lo que lo hace el mito de la expulsión del paraíso", escribe Jünger.

Scholem le responde informándole de que los primeros en plantear el tema de la "imperfección esencial del mundo" fueron los cabalistas españoles en el exilio y le dice que él ha planteado el tema en uno de sus libros y ofrece enviarle copias de las páginas pertinentes.

La edición de la correspondencia entre los dos autores cierra un vacío pues aunque se sabía, por los diarios de Jünger, que había había habido entre los dos un intercambio epistolar, en el epistolario de Scholem faltaban tanto las cartas a Jünger como toda referencia a su existencia.

Se ha sugerido que ello se debe a un exceso de corrección política, de gente que no quería acercar a un intelectual judío a un escritor que para muchos fue demasiado cercano al nacionalsocialismo.

Ya en el pasado, se había dado un caso de censura parecido cuando de la correspondencia de Walter Benjamin se eliminaron sus cartas a Carl Schmidt -considerado por muchos como el jurista del régimen nazi- y al filósofo Ludwig Klages, autor para muchos demasiado cercano al círculo de Stefan George y a la derecha alemana.