De hecho, Lluïsa, que obtuvo el Premio Nadal en 1954, ya reapareció y se puso bajo los focos en el año 2006 cuando, después de cinco décadas de silencio, publicó "Foc latent", con gran éxito de ventas, mientras que Francesca debuta ahora, espoleada por su hermana, con una obra en la que recrea la vida del héroe medieval catalán Guifré el Pilós.

Ambas rememoran a Efe que empezaron a notar el gusanillo de la escritura a principios de la década de los cincuenta, mientras trabajaban en la fábrica familiar y fundaban un grupo de teatro de aficionados en su ciudad, Sabadell (Barcelona), donde estrenaron cuatro piezas de su autoría, "L'esperat" y "Ponç Pilat" (Francesca) y "Dos razones" y "Regimiento de caza 43" (Lluïsa).

Creaban en un cobertizo, dándose la espalda, y según reconocen hoy, cuando se les pregunta, "nos criticábamos mutuamente, como todavía nos ocurre ahora, llegando incluso a enfadarnos".

Lluïsa precisa que "siempre nos damos consejos que no nos gustan, como que una escribe frases muy largas y la otra es telegráfica, aunque quedamos amigas siempre y cada una en su lugar, porque así es nuestro carácter".

Francesca, por su parte, no esconde que el retorno de su hermana hace un par de años "me hizo ver que nunca es tarde, contagiándome su energía y entusiasmo".

Precisamente, el editor Joan Simon, de Angle Editorial, que publica conjuntamente las dos nuevas novelas, sostiene que las gemelas protagonizan un caso singular, "sin parangón en toda la novelística universal", con una obra "de mérito, auténtica y que demuestra su raza".

Lluïsa, que ya tiene tres novelas en las librerías ("Siempre en capilla", "Foc latent" y "Retorn amarg"), narra en "El primer assalt" las peripecias de la familia Funset, en el barrio barcelonés del Clot, en el año 1962.

Se trata de una obra sobre la pasión de vivir y la búsqueda de la felicidad, a la vez que quiere ser una radiografía de la Barcelona de los sesenta, con diferencias de clase, y con personajes que no se mueven igual en el barrio pescador de la Barceloneta que en la rica zona de la Bonanova.

En cambio, Francesca -que a diferencia de su hermana se casó y tuvo hijos- se traslada hasta el siglo IX para meterse en la piel de Guifré el Pilós, "un hombre de espíritu, que renovó, repobló y enriqueció su tierra, restableciendo el derecho civil y protegiendo la cultura y una lengua".

Comenta que empezó a enamorarse del personaje hace más de veinte años, cuando tuvo que acompañar por las noches a una persona enferma en un hospital. "Me interesó mucho y decidí -prosigue- que tenía que leer todo lo que hubiera en torno a su figura, filtrarlo y acabar, luego, ofreciendo al lector mi tesis particular".

Preguntadas sobre si están preparando nuevo material literario, responde Lluïsa que está en ello, mientras que Francesca dice que tiene ganas de volver a coger el bolígrafo, "pero primero tengo que encontrar a otro personaje histórico que me llene".

Lluïsa trabaja de forma distinta, porque desde hace muchos años rehace y perfecciona historias que tiene guardadas en un cajón, ahora con la ayuda de un ordenador, poniendo en orden muchos folios mecanografiados, que podrían acabar en forma de libro en un anaquel si los editores se animan a publicarlos