ESERNA RAMOS. "mÉs de mig segle de pintura"

LUGAR castillo de santa bárbara de alicante

FECHA de septiembre a noviembre

stamos viviendo, a principios del s. XXI, un verdadero desencuentro entre las diferentes posturas que se manifiestan en las artes plásticas, aunque también en la arquitectura, en las artes escénicas, etc. Se ha creado un abismo más mediático que ?real entre propuestas que tienen como referencia la cultura del s. XX y otras que reclaman su propio lenguaje, su propia interpretación de los medios y la información del s. XXI. El espectador vive con desazón estas luchas intestinas sin mayor información o criterios de juicio a su disposición. Si estuviéramos hablando de ciencia, de matemática, de física, de adelantos tecnológicos, nadie discutiría que algunos argumentos que sirvieron en el pasado hoy en día ya no sirven. Nadie pretendería hacer una radio de galena cuando hay sistemas tecnológicos mucho más precisos. Estamos de acuerdo en temas muy evidentes del conocimiento, sin embargo en las artes plásticas parece que la cosa no es tan evidente. Hoy perviven certámenes de pintura al óleo donde no se entiende que la pintura es una concepción plástica no exclusiva del óleo o de la materia pictórica con la que se realice. Esto es un indicador de que a la sociedad en su conjunto le cuesta asimilar determinadas propuestas artísticas que, aún planteando un conocimiento profundo del arte, no cumplen con los referentes tradicionales. Así pues, maneras de ver ancladas en conceptos artísticos del s. XVI, admiradas por practicantes y diletantes de la pintura, provocan el desprecio más absoluto sobre las nuevas visiones del arte contemporáneo, incapacitando para discernir el valor de los artistas fundamentales, reconocidos por la crítica y los entendidos, que son las que sustentan el edificio del arte universal.

En el s. XX se ha producido una verdadera diversificación de las maneras de ver y entender el arte y por supuesto la pintura. Muchos artistas experimentan con la tradición pictórica, la continuidad, un mundo dependiente directamente de la visión de Picasso. Estamos ante sucesores tan dispares como Pollock en EE UU o Lucien Freud en Inglaterra o Barceló en España. Otros que, aun siendo la pintura el medio escogido para su reflexión, se han enfrentado al lienzo en blanco de manera sustancialmente diferente, caso de Richter, PolkeÉ, introduciendo el empleo de técnicas mecánicas, materias químicas y elementos de la gráfica. También ha sobrevenido un auténtico rechazo al medio pictórico por su gran condicionante en el hecho del gesto, buscando otro tipo de fórmulas en las cuales era fácil, o no tanto, prever la repercusión de la fotografía.

Serna Ramos pertenece a este tipo de personalidad que siente la necesidad de pintar cada día, de dibujar, de estar constantemente en el hecho de la pintura. Necesidad, hoy día, bastante infrecuente entre los que todavía se consideran pintores, quienes poseen grandes etapas de silencio, muy fructíferas para investigar sobre su concepción del espacio sin la gravedad del hecho diario de pintar, y más en connivencia con otro tipo de sensación que aportan otros materiales, la aplicación de las nuevas tecnologías, el vídeo, etc., siempre en función de esa mirada a la pintura.

Con Serna Ramos estamos ante una dedicación obsesiva a la pintura, que es casi como un automatismo involuntario, que lo somete a esa revisión constante del s. XX, en la que se entrecruzan los autores y gestos pictóricos que son del agrado del artista alicantino. Su formación parisina en los años cincuenta, quizá los años donde más se reflejó la potencia de la personalidad pictórica de Picasso, creó en él esta vivencia del arte en la que pintar significaba algo parecido a respirar.

En esta retrospectiva plantea una cosa muy clara, la recurrencia al imaginario de los artistas que lo han formado: Picasso, Hartum, Matta, Ashile Gorky, Miró, Saura. Un repertorio visual, un ideario vital, que sale constantemente en sus obras, pero sin tiempo para la reflexión, la acción se descubre en planteamientos y recursos ya sabidos de la pintura, no hay puntos que nos conecten con la realidad de la comunicación actual, como un análisis de estas vías de expresión. El dibujo se sitúa en el lienzo tratando de adecuarse a la imagen de referencia y se pierde en una búsqueda que no se libera del condicionante de estos autores idolatrados. Sin embargo, en su obra de bodegones, que he tenido la oportunidad de ver, aunque en esta retrospectiva no se exponga, encontramos un Serna Ramos más liberado, más personal aunque pueda parecer más clásico.