La guadaña de muerte que Mussolini y Hitler pusieron al servicio de Franco durante la Guerra Civil en forma de bombardeos aéreos y navales segó en todos los municipios de la Comunidad Valenciana al menos 1.500 vidas, dos tercios de las cuales cayeron bajo la tempestad de acero que convirtió a Valencia, con más de 825 muertos, en la tercera ciudad española donde más sangre vertieron los ataques italogermanos después de Barcelona y Madrid, con 2.500 y 2.000 fallecidos respectivamente.

Esa mortífera daga estuvo empuñada durante tres semanas por el mismo hijo del Duce, Bruno Mussolini, un joven piloto de apenas 19 años recién cumplidos que arrojó 5.250 kilos de bombas sobre la Comunidad Valenciana hace ahora 71 años. El tercer vástago del dictador italiano fue durante 20 días de octubre de 1937 una de las alas negras de La Pava, nombre que daba la población de la retaguardia republicana a la Aviazione Legionaria italiana y que todavía aún estremece a muchos octogenarios valencianos, entonces niños pequeños, que sobrevivieron a sus zarpazos.

A los mandos del letal Sparviero -gavilán, en castellano- de la aviación fascista, los italianos bautizaron con este sobrenombre a su avión estrella, el trimotor Savoia-Marchetti SM 79, el bombardero más veloz de la época, el joven teniente Mussolini participó en cinco incursiones aéreas sobre Valencia, Alicante, Dénia y Peñíscola que dejaron un reguero de sangre de más de medio centenar de muertos y casi 100 heridos.

En este sentido, el joven Mussolini eligió Alicante, ciudad que atacó dos veces, para su bautismo de fuego en tierras españolas. Fue el 30 de septiembre de 1937. El historiador alicantino José Miguel Santacreu, en el tomo XIV de la obra La Guerra Civil en la Comunidad Valenciana editada por INFORMACION, relata que la ciudad del Benacantil hacía casi un año que no sufría ningún bombardeo. Bruno acabó con esa calma a las 11 de la noche de ese último día de septiembre. Pilotaba uno de los seis aviones de la formación que "arrojó 40 bombas que cayeron en el puerto y las playas del Postiguet, la Albufereta y San Juan. No causaron ningún muerto, solamente seis heridos".

Bruno volvería a poner su punto de mira sobre la capital de l'Alacantí el 8 de octubre. Esta vez llegaron de día, conscientes de que sus gavilanes negros eran inalcanzables para la defensa antiaérea republicana. El Mussolini aviador estaba a los mandos de uno de los cuatro SM 79 que comandados por el capitán Moscatelli atacaron el puerto alicantino. Al igual que en su primer vuelo sobre Alicante, Bruno vació por completo el oscuro vientre de su gavilán: una tonelada de bombas. Este segundo bombardeo "causó un muerto y 12 heridos", apunta Santacreu. Sin embargo, la carga máxima del Sparviero, 1.250 kilos de bombas, se la había reservado el hijo del dictador para Valencia, que por aquel entonces era la capital de la República. Casal de sangre.

Pese a todo, ésta no sería la muestra más grande que marcaría a Bruno en la carlinga de su avión, ya que apenas 48 horas antes, el viernes 1 de octubre, había participado en un ataque sobre Barcelona que se cobró la vida de 55 civiles. Entre estas dos dentelladas no hubo tiempo para el reposo del guerrero, ya que el pequeño Duce atacaría al día siguiente el puerto de Dénia, donde arrojó otra tonelada de bombas. Estos bombardeos causaron 17 muertos en la capital de la Marina Alta. Mussolini hijo se despidió de su periplo mortal por España el 20 de octubre de 1937 al frente de uno de los cinco bombarderos que atacaron el puerto de Peñíscola. Atrás quedaban 25 horas de vuelo en las que sembró la muerte y el terror desde Girona hasta Cartagena. El Dulce obligó a su hijo a adelantar el viaje de regreso a Italia.