Espinosa (Barcelona, 1973); llegó a esta conclusión tras descubrir durante sus diez años de enfermedad que hay un estado intermedio entre la amistad y el amor, que existen personas "a las que se puede abrazar durante horas" sin que inspiren deseo, personas "especiales".

Tal y como reconoce, el cáncer le ha aportado muchas experiencias y nuevos valores sobre las relaciones interpersonales que ha recogido en su primer libro "El mundo amarillo".

Su enfermedad, entre los 14 y los 24 años, coincidió con los años más importantes de una persona: cuando crece, madura y adquiere las primeras bases sobre las que construirse.

A los catorce años le detectaron un cáncer que le obligó a sustituir los pupitres y los compañeros de escuela por el hospital y el personal médico y que le hizo perder una pierna, un pulmón y medio hígado.

El escritor ha explicado que, entre camillas y tratamientos, descubrió lo que él denomina como "un mundo amarillo", en el que la amistad y el amor entran en un nuevo estadio, y asegura que ha realizado hasta veintitrés descubrimientos que "son lecciones que también sirven para vivir cuando estás sano".

"Creo que es muy importante que cada cosa tenga su nombre y estando enfermo descubrí a gente y a cosas que no lo tenían", ha asegurado Espinosa.

Su nuevo mundo fue bautizado con el nombre de "amarillo" porque "es el color del sol", y el escritor ha definido a los amarillos como "aquellas personas que son especiales en la vida de alguien, que se encuentran entre el amor y la amistad y que no es necesario verlos a menudo o mantener contacto con ellos; el cariño, la caricia y el abrazo son la forma de relacionarse".

Entre sus descubrimientos, que forman parte del mundo "amarillo", se encuentran trucos para saber si se quiere a alguien o para no enfadarse nunca y conceptos como "no existe la palabra dolor" o "cuando estás viviendo deberías tener un historial vital".

Espinosa explica en uno de los capítulos cómo del drama de perder una pierna -a la que le hizo una fiesta para despedirse- pudo llegar a la conclusión de que "las pérdidas son positivas".

"Estamos en un mundo en el que parece que no se puede estar triste, pero es necesario pasar un duelo con cada pérdida y debemos aprender a perder".

Espinosa ha afirmado: "el cáncer nunca formará parte de mi pasado" y es consciente de que puede volver a ponerse enfermo, pero desde que fue dado de alta ha aprovechado muchísimo su "día a día".

Fue de los pocos jóvenes que siguió los estudios estando ingresado, se licenció en química y ha seguido el consejo de uno de sus compañeros de hospital, ya fallecido: cambiar de trabajo cada seis meses.

De esta forma ha dirigido cuatro películas ("Planta 4", "Va a ser que nadie es perfecto", "Tu vida en 65' minutos" y "No me pidas que te bese porque te besaré");, ha escrito guiones para Televisión Española y Televisión de Cataluña y colabora con diversos medios de comunicación.