CASO ERIAL

Belhot, el testaferro uruguayo delata a Zaplana: "Era el dueño del dinero y no quería hacerlo público"

El testaferro uruguayo confirma que gestionó cerca de 10 millones de "activos" en el extranjero de los que envió 2,3 millones en efectivo a su secretaria

"Era muy cauteloso. Destruía los extractos bancarios y sólo hablaba por teléfono" asegura el abogado que declaró por videoconferencia desde Montevideo

Fernando Belhot y Eduardo Zaplana fotografiados por la UCO de la Guardia Civil en una imagen del sumario.

Fernando Belhot y Eduardo Zaplana fotografiados por la UCO de la Guardia Civil en una imagen del sumario.

El testaferro uruguayo confeso de Eduardo Zaplana, Fernando Belhot, cumplió el guión previsto y dejó caer al exministro de Trabajo. Belhot declaró al mediodía de ayer por videoconferencia desde Uruguay (las 7 de la mañana en Montevideo) para confirmar que su otrora cliente y «amigo» era el propietario de los casi 8 millones de euros que Belhot manejó para hacerlos multiplicar, como el milagro de los panes y los peces. «Era una persona de prestigio público por su carrera política y como empresario de una consultora de asesoría a empresas [Decuria Consulting SL]. Trabamos una relación de amistad realmente» a partir de 2009, explicó Belhot sobre el exministro a preguntas del fiscal Anticorrupción del caso Erial y del abogado del expresidente.

Zaplana recurrió a Belhot para superar una batería de inversiones ruinosas adoptadas por sus colaboradores valencianos (Joaquín Barceló y Francisco Grau). El dinero repartido entre Luxemburgo (pagado por los Cotino) y Andorra (de origen desconocido) «se invirtió en un banco griego que quebró». Otros 500.000 euros se destinaron a la compra de terrenos en Panamá en 2008 que resultó una estafa porque el dinero «se pulverizó». Los testaferros de Zaplana también llegaron a adquirir acciones de National Geographic en España, pero la inversión también se perdió por «mala administración».

Buscaban confidencialidad

Así que Zaplana pidió a Belhot que «asesorara la estructura financiera» de «un amigo suyo de la infancia, Pachano, que era un desarrollador inmobiliario que había realizado inversiones fuera de España y al que su asesor financiero había montado una estructura empresarial tanto en España como en el exterior». El consejo de Belhot fue crear «una estructura en Uruguay porque cumplía los requisitos que ellos buscaban: confidencialidad, doble imposición y el secreto bancario más grande del mundo». 

De esta manera, el dinero procedente de Luxemburgo (pagado por los Cotino, según han reconocido), un total de 7.870.000 euros, se transfirió a las empresas Natland (Holanda) y Disfey (Uruguay) controladas por Belhot para obrar su «magia inversora»

El acuerdo se suscribió de palabra sin mediar contratos. «En este tipo de operaciones la confianza es fundamental. Si no hay confianza en el administrador fiduciario no puede haber este tipo de operaciones». Zaplana era para el fiduciario uruguayo «un hombre muy respetado. Me abrió las puertas para conocer empresas, empresarios y políticos españoles de altísimo nivel: A través del think thank [Club] Siglo XXI me presentó empresarios que cotizaban en el Ibex, era interesante como posible captador de clientes para mí».

"Era precavido y destruía los extractos"

Pese al acuerdo, el expresidente de la Generalitat intentaba no dejar rastro. «Zaplana era extremadamente cuidadoso. Nunca me envió un solo correo. La comunicación era por celular, nunca por escrito. Yo tenía el móvil y el correo de Mitsouko Henríquez [la secretaria], Francisco Grau y Joaquín Barceló [los testaferros]. De Zaplana no tenía correo». Cuando el testaferro uruguayo daba cuenta del avance de las cuentas a Zaplana «yo le llevaba los extractos de Disfey. Pero el señor Zaplana, que es un hombre inteligente, destruía los extractos. Algunas veces me los pedía para enseñárselos al asesor fiscal. Pero los destruía porque era muy cuidadoso y no quería que se le relacionara con esos activos».

Aunque sí exigía «liquidez» al testaferro. «Yo le advertía que además de no rentable podía ser peligroso. Pero él me solicitaba que una parte importante fueran activos líquidos porque necesitaba dinero para sus gastos personales y porque el pobre tuvo un problema de salud importante y estaba pensando hacerse un transplante en la clínica Anderson de Nueva York, aunque al final fue intervenido en València», explicó Belhot. En total, fueron 2,3 millones de euros entregados de 2010 a 2018 a través de cambistas en Uruguay, Argentina o Brasil con contactos en distintas partes del mundo como España. Debían tener dinero cashdinero vivo, que después recuperaban por transferencia en el exterior con una comisión. Era un procedimiento no muy ágil. Podía tardar un mes». 

Desde Disfey también salieron los 6.734.026,1 euros que Belhot entregó a la justicia valenciana. La verdadera causa que facilitó la puesta en libertad de Zaplana y sus testaferros, que permanecieron nueves meses en prisión provisional. Y que Zaplana nunca podrá reclamar porque su estrategia de defensa es que «nunca he tenido dinero en el extranjero»

La UCO de la Guardia Civil fija la trazabilidad del dinero blanqueado

El expresidente de la Generalitat, Eduardo Zaplana, tejió una red nacional e internacional de blanqueo de capitales, supuestamente procedente de comisiones por la adjudicación de las concesiones de las ITV y el Plan Eólico orquestadas cuando era jefe del Consell, con la ayuda de varios amigos testaferros, según confirmaron ayer los tres responsables de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil que coordinaron la investigación del caso Erial.

Los tres investigadores de la Guardia Civil diseccionaron la trazabilidad de los 20.606.364 euros que la Fiscalía Anticorrupción considera que movió Eduardo Zaplana y su organización. Inicialmente gracias al dinero que pagaron los Cotino, a cambio de la adjudicación de contratos en las ITVy el plan eólico. Una operativa que arrancó en 2001 con la creación de Imison International gracias a los 640.000 euros que transportó Juan Cotino de forma ilegal a Luxemburgo. La UCOha documentado cómo los Cotino remitieron dinero a este paraíso offshore a través de ampliaciones de capital (la versión moderna de las mordidas) y que acabó a partir de 2005 en manos de Joaquín Barceló (testaferro confeso de Zaplana) y de Juan Francisco García, el jefe de gabinete de Zaplana y presidente de la mesa de contratación de las ITV, que ha confesado el presunto amaño.

En los momentos clave de la tramitación de las ITV los agentes de la UCO han documentado reuniones entre Eduardo Zaplana y Juan Cotino, gracias a la agenda del primero, que ha dado mucho juego a los investigadores. «El papel que juega Juan Cotino no es ajeno a la actividad de su grupo familiar, hasta 2007 que vende las participaciones por 11,3 millones». Yañadieron que en «el periodo investigado desde 1997 hasta 2017-18 cuando hacemos la explotación [del caso con las detenciones], Zaplana en cada momento temporal se encuentra vinculado al que está siendo el actor principal en ese momento 

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