El fragmento se denomina Villalbeto de la Peña número 25 y es, según su propietario, que se dedica a buscar meteoritos, "única" por su forma "extremadamente rara" desarrollada durante su vuelo en la entrada a la atmósfera.

A Grau le gustaría que alguna institución pudiera exhibir permanentemente esta roca extraterrestre y "no le importaría" que fuera un museo español, aunque, en su opinión, el interés por estos asuntos en España "no es muy alto".

Además de tener el original Grau tuvo "la suerte" de encontrar a un experto que realizó una serie de copias del fragmento, algunas de las cuales todavía se pueden comprar por internet en la web de subastas eBay a un precio de 900 dólares.

Grau piensa que con su actividad no infringe ninguna ley y asegura tajante que no es ni un "cazameteoritos" ni un comerciante, pero que necesita vender algunas piezas para continuar con su trabajo y poder financiar sus expediciones "científicas".

El alemán colabora con diversas instituciones europeas de seguimiento de bólidos y meteoritos, y considera que cuando se descubre uno de ellos "se deberían alcanzar acuerdos de forma amistosa" con todos los implicados en el hallazgo.

En las semanas y meses posteriores a la caída del meteorito de Villalbeto, el 4 de enero de 2004, grupos de "cazameteoritos" internacionales y buscadores profesionales se concentraron en aquel pueblo palentino, entre ellos Grau y un equipo francés que sustrajo la pieza más grande, de casi 1,4 kilogramos.

Javier García-Guinea, geólogo del Museo Nacional de Ciencias Naturales, también recuperó varios fragmentos del meteorito y los cedió a su museo y al de Ciencias de Valladolid.

El geólogo explicó a Efe que desde su posición y sus competencias "se actuó lo mejor que se pudo y se supo", y que los resultados son varias publicaciones internacionales que explicitan muy detalladamente los datos del bólido y meteorito de Villalbeto.

Por primera vez se estudió con cuatro métodos científicos independientes la masa de un objeto entrante, coincidiendo en una cifra de unos 750 Kg, y además se registró el suceso en vídeo gracias a la imágenes captadas durante las cabalgatas de reyes.

Cuando el meteorito entró en la atmósfera terrestre la enorme presión por rozamiento hizo que estallara a unos 28 kilómetros de altura y los restos se esparcieron en un área elíptica de unos 100 kilómetros cuadrados.

Grau también fue el primero en encontrar varios fragmentos del meteorito que cayó el pasado 10 de mayo en algún lugar indeterminado de La Mancha, probablemente en Ciudad Real.