En un comunicado difundido hoy, la fundación explica que las variedades de cultivos se regenerarán y preservarán en bancos genéticos, donde además se estudiarán sus características para conocer la potencialidad de crecimiento en diversos campos.

En muchos países, diversas causas, como el cambio climático, las guerras o la falta de recursos económicos, amenazan la supervivencia de determinados tipos de cosechas que no existen en otros lugares del mundo.

Para evitar que esos cultivos se pierdan para siempre, la fundación los almacenará en bancos de genes de África, Asia, Centroamérica u Suramérica.

Entre las semillas que se pretenden salvar se incluyen extrañas variedades de cebada, trigo, arroz, plátano, banana, patata, mandioca, garbanzo, maíz, lenteja, sorgo, judías, mijo, coco, árbol del pan, chícharo salvaje y boniato.

"Creo que es justo decir que sin este esfuerzo, muchas de ellas se habrían perdido para siempre", explica el responsable de la fundación, Cary Fowler, que presenta hoy la iniciativa en Chicago (EEUU) en la reunión anual de la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia.

Global Crop, que cuenta con el apoyo financiero de la Fundación de Bill y Melinda Gates y de la Grains Research and Development Corporation (Australia), ya ha establecido acuerdos con 49 instituciones para rescatar unas 53.000 variedades de cultivos alimentarios.

Global Trust Diversity Trust afirma que conseguirá completar el resto de acuerdos en breve para preservar el resto de especies en peligro.

"Esta iniciativa es uno de los mayores esfuerzos de rescate de especies biológicas amenazadas y de lejos el mayor realizado para rescatar variedades de cultivos domesticados", apunta Fowler.

Aunque muchas de las variedades que se pretenden mantener no volverán a crecer en los campos de cultivo, sino que se mantendrán en los bancos de conservación, los responsables de la institución esperan conocer rasgos genéticos vitales para un futuro alimenticio sin amenazas.

Por ejemplo, descubrir las variedades más resistentes a la sequía, a las plagas, al calor o a las malas hierbas.

De esta manera, y en un contexto climático y demográfico cambiante, su introducción en ciertos lugares puede significar la diferencia entre la hambruna y la abundancia.

Una vez reconocidas las 100.000 variedades de cultivos comestibles amenazados, los expertos han de recoger una muestra de las semillas y enviarlas a los bancos genéticos de conservación.

Algunas de ellas ya no se cultivan, sólo residen en los bancos genéticos, que son un arma de seguridad alimentaria que trata de localizar las variedades más fuertes de cultivos para la temporada que se avecina.

Con la muestra de las semillas, los bancos comienzan su regeneración y más tarde preparan tres lotes de muestras: una se queda en ese laboratorio, otra se manda a otro banco genético y la tercera se envía a Svalvard Global Seed Vault, una institución que recoge, por seguridad, semillas de todas las especies agrícolas.

La iniciativa de esta fundación tiene un doble beneficio: por una parte, se preservan las variedades de cultivos y por otra se observan sus características, una información que contribuirá a la selección de las semillas adecuadas para mejorar la vigente producción de alimentos.

"No estamos preservando estas semillas para que se conviertan en piezas de museo", asegura Fowler.