Lo que antes se veía blanco ahora se ve negro. De la excelencia del primer partido en el Centro de Tecnificación al esperpento a la vera del Guadalquivir. De la exquisitez de Singler en su debut a la vulgaridad de ayer. Todo ello con sólo tres días de diferencia entre un partido y otro, algo inexplicable. El Lucentum no existió en el Pabellón San Pablo de Sevilla. Convirtió el partido en un pasatiempo para el Cajasol, espoleado por un pabellón medio vacío que se fue animando por momentos. Si bien es cierto que el conjunto sevillano rozó la perfección en los dos primeros cuartos también lo es que el equipo de Vidorreta no podía hacerlo peor. Con un 8 de 16 en tiros de dos y 2 de 13 en triples antes del descanso, amén de capturar 8 rebotes por los 22 del rival, el Lucentum acabó pronto el suplicio.

El encuentro quedó definido poco después de comenzar. Lo que le duró la inspiración a Barnes. El resto se mantuvo al margen acompañando al Cajasol en una mañana tremendamente acertada para los de Joan Plaza. Txemi Urtasun marcó el camino en el primer cuarto mientras Singler deambulaba por la pista haciendo personales ante la desesperación de Vidorreta. El americano cometió cuatro antes del descanso decepcionando a los muchos que tenían fijada su mirada en él tras la exhibición de su primer partido. Sólo 13 puntos anotó el Lucentum en el primer cuarto por los 26 de su rival.

Pudo ser un lapsus el primer acto, pero no. La peor versión del conjunto alicantino siguió con la misma tónica en el segundo cuarto. English se unió a la fiesta por la puerta grande. Sus 13 puntos en 3 minutos dejaron al Lucentum hundido. El Cajasol anotaba todo y el conjunto de Vidorreta hacía justamente lo contrario. No sólo no anotaba, tampoco defendía. Pero tampoco cogía rebotes y, por supuesto, regalaba balones al Cajasol. Así, al descanso el marcador reflejaba un justo 53-26. Hora de pensar en coger la autovía de regreso y pensar en el Valencia Basket. No parecía cambiar mucho el escenario en el segundo cuarto.

Con Singler de espectador, era hora de dar minutos a Álex Urtasun. También a Hazell, pero el tiro eléctrico y efectivo del americano que enamoró en pretemporada no se vio por ningún lado. Tampoco Ivanov actuó con la misma motivación que en el encuentro de presentación cuando se enfrentó por primera vez a su equipo. Lo intentaron Llompart y Freire, pero era más día de visitar la Bodega de Antonio Romero que de jugar un partido de ACB. El partido no era televisado y se agradeció. La actitud mejoró algo en el tercer cuarto. Se trataba de maquillar todo lo posible el bochorno del San Pablo pero se quedó en eso, en un intento.

No ayudó a mejorar la técnica señalada a Álex Urtasun. Coincidió con su hermano en pista, pero la semejanza era sólo física y el decorado del choque no mejoraba ni un ápice.

Vidorreta sacó a Singler en busca de algo más que un milagro que, por supuesto, no llegó. El Cajasol pasaba por encima de un triste Lucentum sin alma, perdido en el pabellón y protagonista de una fatal pesadilla.

El partido se hacía largo. English abría más la herida con canastas de calidad. Era el día del Cajasol, no se puede negar. Enfrente, nada. Singler decide resolver todas las acciones para intentar paliar los efectos del vendaval. Esta vez no fue suficiente, el Lucentum era incapaz ni siquiera de maquillar el resultado y el conjunto sevillano se divertía con su juguete. Hasta el final fue así. En nada varió el rumbo que tomó el partido desde el minuto 1.

Cura de humildad para el equipo de Vidorreta en la víspera de viajar a Valencia y hasta Singler regresó de Sevilla con varios tapones recibidos en su estadística. Sin duda un partido para olvidar y que debe servir para reflexionar. La euforia del primer partido ha dado paso a la preocupación. La Fonteta dará más pistas sobre el camino que trazará el Lucentum este año.