Me aseguran que no hay peligro de asesinatos y secuestros por parte de los piratas yihadistas que merodean el norte de Borneo porque hay un gran despliegue de seguridad de policía y ejército para la protección de los turistas. Mi temor no es ficticio ya que en los últimos años estas acciones terroristas han provocado decenas de muertos y el pago de elevados rescates para salvar vidas. Para colmo de males mi viaje coincide con la desaparición de dos españoles en la zona y muchas hipótesis apuntan a que han sido secuestrados. Lo pondero y medito pero al final decido hacer el viaje: me trasladaré a la isla de Selingán, más conocida como la isla Tortuga, pese a estar situada en una de los zonas marítimas más conflictivas de la actualidad: los mares entre el sur de Filipinas y el norte de Borneo. Esta es la crónica de dicho viaje efectuado en mayo de 2016, hace apenas unos días.

Personal militar en un puesto camuflado vigila la isla

El 3 de mayo de 2016 parto desde Alicante hacia Malasia para un viaje por Borneo, la tercera isla mayor del mundo y compartida por tres países. Nada más pisar suelo en la capital malaya, Kuala Lumpur, me enteró de la desaparición de una pareja de españoles que navegaban hacia una isla por el conflictivo mar del Norte de Borneo. Se barajan distintas hipótesis pero el gobierno de Filipinas apunta al secuestro por piratas yihadistas. Como mi tour por el citado mar lo tengo programado para el día 11 de mayo decido esperar acontecimientos con la seguridad de que antes de dicho día se sabrá si ha sido un acto terrorista y actuar en consecuencia. No obstante soy consciente de que esta isla sería un golpe maestro para los piratas terroristas por ser la de mayor relevancia turística de la zona, con visitantes de todos los países, especialmente europeos y norteamericanos, lo que provocaría una gran repercusión mundial y la garantía de obtener elevados rescates a cambio de sus vidas.

Apenas ocho turistas llegamos a Turtle Island

El día 9 de mayo por la noche llego a Sandakán, la ciudad del Norte de Borneo desde la que parten los barcos a Turtle Island, pero mis dudas siguen sin despejarse ya que ha pasado una semana desde la desaparición de los dos compatriotas pero nada se sabe de ellos. La isla está integrada en una zona declarada parque natural y tiene las visitas muy controladas y limitadas: sólo se pueden organizar a través de una agencia o sus colaboradoras y el límite máximo de viajeros diarios es de 50, que es la capacidad total de los alojamientos de la isla. El tour tiene una duración de 24 horas para poder contemplar todo el proceso del desove de las tortugas, por lo que tienes que hacer noche en la isla. La gran ventaja de esta isla es que prácticamente todos los días del año, con excepción de las semanas centrales de la época de los monzones, se producen desoves de las tortugas, frente a otros lugares del mundo, muy escasos por cierto, en los que sólo se puede contemplar a los quelonios en este trance en temporadas muy concretas.

La Isla Tortuga es una inmensa playa de aguas coralinas

En internet leo que esta visita es tan popular que hay que hacer reservas con varios días de antelación para garantizar la obtención de plazas. Por la mañana del día 10 de mayo me dirijo a la agencia que organiza el tour y que tiene su oficina en el puerto de salida de las lanchas. Lo primero que pregunto es sobre las medidas de seguridad, al tiempo que les comento el caso de la pareja de españoles, de la que se sigue sin saber nada. Una joven empleada me asegura que hay una vigilancia policial permanente en la isla y me añade, en inglés, que “no hay nada que temer”. Luego le pregunto si dispone de una plaza para el día siguiente, casi convencido de que me va a decir que está todo al completo y que no podré hacer el viaje, algo a lo que me he arriesgado al no reservar con más antelación, pero ello se debe tanto a mis dudas sobre tan conflictivo mar como a que ya visité esta isla, aunque de ello hace ya 20 años. Veo a la empleada consultar sus datos y hacer sus cálculos para finalmente decirme que sí, que hay vacantes para el día siguiente.

En la playa abunda el arbolado incluyendo algunos cocoteros

Es el 11 de mayo y antes de las 9 de la mañana ya estoy en el puerto. Completo el pago y me dicen que espere ya que la salida está prevista para las 9,30. Se hace la hora y apenas llegan otros viajeros. Al final, de las 50 plazas disponibles sólo somos 8 los que partimos hacia la isla y cuatro de ellos son de una misma familia. Deduzco que la desaparición de los dos españoles ha contribuido a que muchos visitantes desistieran y optaran por renunciar. La lancha sale puntual y con sus dos motores Yamaha, los mismos que tenía la embarcación de los españoles desaparecidos, corre que se las pela, cubriendo la distancia hasta Selingan en apenas una hora sin ninguna incidencia.

La isla está deshabitada salvo personal del alojamiento y científicos

La isla tortuga es de muy reducidas dimensiones, tanto que el perímetro de la misma se puede recorrer andando en unos 40 minutos, aunque hay un pequeño sector inaccesible por la abundancia de rocas. Las arenas son coralinas, de un blanco inmaculado, y sus aguas están repletas de arrecifes de coral, idóneas para el buceo. Hay una gran masa arbolada que da sombra a gran parte de la isla, incluyendo algunos cocoteros. Entre este arbolado se distribuyen los bungalows.

Las huellas en la arena las dejan las tortugas al arrastrarse

En el centro de la isla hay unas instalaciones científicas para la protección y conservación de las tortugas, en el que especialistas en la materia se ocupan de mantener las condiciones idóneas para que los huevos se desarrollen en perfectas condiciones, nazcan las crías y alcancen el mar sin problemas. Un inmenso terreno, del tamaño de casi un campo de fútbol, está repleto de huevos, distribuidos por el día de su desove, y cubiertos de arena. Alrededor de dos meses después nacerán las crías.

Otra de las playas de Selingán, el nombre real de Isla Tortuga

Nada más desembarcar me asignan mi alojamiento, modesto pero limpio y con cuarto de baño y ventiladores. Cinco minutos después, ya en traje de baño, alquilo un equipo de buceo de una caseta al efecto y me dirijo a la playa más cercana, señalizada con un indicador, aunque casi la totalidad de la isla es una inmensa playa. Solo a unos metros de la orilla no puedo evitar un sobresalto cuando descubro, de súbito, un grupo de hombres armados. Unos segundos después suspiro de alivio al comprobar que se trata de un grupo de militares camuflados que realizan funciones de vigilancia de la isla oteando el horizonte con grandes prismáticos para controlar cualquier embarcación que se aproxime.

Un militar otea el horizonte para controlar las embarcaciones

Les doy los buenos días y me alejo de la zona bordeando el mar. Me llama la atención las grandes marcas en la arena que algunos podrían atribuir a neumáticos de vehículos todoterreno pero en realidad son las huellas que dejan las grandes tortugas al arrastrarse en su recorrido de ida y vuelta para buscar un lugar que consideren seguro para poner los huevos. Además, en la parte de arena seca, donde no llegan las olas, los grandes hoyos se esparcen por doquier, lo que provoca dificultades al caminar. Son las oquedades que efectúan las tortugas en la arena para poner sus huevos a una profundidad que les permita ciertas garantías de que no van a ser encontrados y devorados por sus depredadores.

Estas huellas de tortuga son de la noche anterior

En mi caminata llego a un tramo de playa con aguas cristalinas, como en todo el borde litoral de la isla, y me sumerjo en ellas para bucear tras embadurnarme la espalda con crema protectora solar de máxima protección para evitar quemaduras. Me fascina tanto la belleza del arrecife de coral y sus atractivos peces multicolores, que se me pasa el tiempo volando. Cuando salgo del agua escucho un ruido lejano y diviso a un centenar de metros una lancha de color negro que navega a gran velocidad con un grupo de hombres. El rótulo de la misma, “polis”, identifica a sus pasajeros. Es una nave de vigilancia y reconocimiento de la zona, por lo que “sí”, me digo a mi mismo, parece que las autoridades malayas se han tomado en serio la protección de la isla.

Una lancha de la Policía protege el entorno marítimo de la isla

La comida es en un amplio comedor y es de tipo buffet, con media docena de platos en los que abundan las verduras y especialidades malayas, pero adaptadas al gusto occidental. Allí nos juntamos los 8 viajeros, tres de ellos niños pequeños acompañados de su madre. Todos hemos confiado en las medidas de seguridad y hemos optado por no renunciar a tan interesante tour.

Entre la fauna de la isla abunda esta preciosa tórtola

Tras el almuerzo vuelvo a la playa y me tumbo a la sombra en la arena pero la tentación del mar es tan grande que vuelvo al buceo entre preciosos corales. Una baliza protectora que rodea la isla protege las playas de la presencia de intrusos peligrosos tales como tiburones y, especialmente, las medusas cofres, cuya picadura es gravísima y muy dolorosa. Aunque su hábitat más común se encuentra en los alrededores de Australia también se les ha localizado por estos parajes.

Un grupo de policías llega a Turtle Island para reforzar la seguridad

Salgo del agua con los dedos arrugados de tanto tiempo buceando y tras secarme decido terminar la jornada playera ya que son más de las 5 de la tarde y una hora después comenzará a oscurecer. Me dirijo hacia la caseta para devolver el equipo de buceo cuando, de pronto, me llevo un susto que me deja literalmente paralizado: un inmenso varano, una especie de dragón de más de dos metros de largo, me corta el paso. Lo tengo a apenas tres metros de distancia y mientras yo no puedo disimular el impacto que me produce, el terrible reptil se muestra indiferente. Recuperado de la fuerte impresión preparo y disparo con la cámara fotográfica mientras el varano permanece quieto, aunque de vez en cuando saca su bífida y larga lengua y mueve ligeramente la cabeza, no sé si para intimidar.

Un gran varano de la isla, especie de dragón de más de dos metros

No será el único que me encuentre. ¡Hasta seis ejemplares de varano llego a contemplar!, a lo largo del día en distintas partes de la isla, aunque este es, con mucho, el de mayor tamaño. Al final hasta les tomo cariño por su pasividad y la facilidad con que se dejan fotografiar, además de haberme asesorado de que no atacan a los humanos, aunque lo mejor es no provocarlos. Su abundante presencia en la isla está justificada por la gran fuente de alimento que encuentran en ella con los huevos y las crías de tortuga, de lo que, fundamentalmente, se alimentan.

El varano saca su larguísima lengua bífida

Sigo mi ruta y atravieso la isla en apenas diez minutos para situarme en la parte alumbrada por el sol de poniente. Cuando me acerco a la orilla veo que se acerca una embarcación de la Policía con varios agentes. Cuando me ven todos ellos me chillan y me hacen indicaciones. Inicialmente pienso que me alertan de que estoy en una zona restringida o no visitable y de que me conminan a que me aleje, cosa a la que no pongo, obviamente objeciones. Sin embargo, como los gritos continúan miro a mi alrededor y constato que lo que me están tratando de indicar es el lugar de la arena donde se encuentra una gran tortuga. Me acerco a toda velocidad a ella y consigo algunas imágenes antes de que regrese al agua a tal velocidad que deja en ridículo el dicho ese de que “eres más lento que las tortugas”.

Tengo la suerte de troperzarme con una tortuga antes de anochecer

Un empleado del servicio de limpieza de la isla me comenta que soy muy afortunado ya que es muy raro poder contemplar en la isla una tortuga en tierra antes de anochecer, y que en este caso se ha podido arriesgar por considerar que no había riesgo para desovar todavía con luz natural. Es un ejemplar de tortuga verde que vuelve a la isla donde nació para poner sus huevos, la única actividad a lo largo de su vida que les obliga a abandonar el medio marino.

Los policías que me avisan de la tortuga van fuertemente armados

A unos cien metros de distancia veo que los policías que me han avisado de la tortuga bajan de la embarcación bien pertrechados y fuertemente armados para montar el servicio de vigilancia nocturno de la isla, que es el más reforzado ya que los piratas yihadistas suelen aprovechar la noche para efectuar sus acciones terroristas.

Policías para reforzar la vigilancia durante la noche

Tras tomar unas fotos de la espectacular puesta de sol, me dirijo al bungalow para pegarme una ducha y prepararme para la cena, también buffet, con platos de distintos vegetales saletados con pollo y pescado.

Una espectacular puesta de sol despide el día

Tras la cena nos dan instrucciones para que nos quedemos en el comedor a la espera de que los vigilantes nos avisen de que han localizado una tortuga desovando. La espera se prolonga una hora aproximadamente. Nos pide que le sigamos y el guía nos conduce en plena oscuridad, con la sola ayuda de una linterna, hasta un lugar en la arena donde una mortecina luz nos muestra un pequeño agujero en la arena en el que la tortuga está depositando sus huevos. Nos advierten con insistencia y firmeza que sólo se pueden tomar fotos sin flash a lo largo de toda la noche. Un especialista del centro científico va recogiendo los huevos a medida que la tortuga los pone y los introduce en un cubo. Al final cuenta más de 60.

Somos espectadores del desove de la tortuga

Terminada la puesta el guía alumbra con la linterna a la tortuga para permitir hacer fotos. La pobre mueve sus patas traseras con celeridad para echar arena y ocultar los huevos, inconsciente de que es un esfuerzo inútil ya no queda ninguno donde los acaba de poner. Sin embargo, se nos insiste por parte del personal del centro de protección de las tortugas que esta operación es necesaria para garantizar la supervivencia de la especie ya que muchos de los huevos que se dejan en los nidos son devorados por los varanos y aves depredadoras.

La tortuga verde instantes después de terminar el desove

Acto seguido nos conducen hasta la misma orilla del mar donde vamos a ser testigos del bautizo de mar a las crías recién nacidas de tortuga. Son unas cincuenta, que son depositadas en la arena para que se dirijan al mar. Se dice que el instinto natural les indica la dirección a seguir hacia el agua y que no se suelen equivocar, pero en algún caso tenemos que reorientarlas porque parecían tomar el camino equivocado.

Las crías recién nacidas son liberadas en la orilla del mar

Tras tantas interesantes experiencias es la hora de descansar ya que a la mañana siguiente tenemos el desayuno a las 6,30 y el regreso a la ciudad de Sandakan, en Borneo, media hora más tarde. De nuevo cuando estamos subiendo a la lancha para retornar vemos agentes policiales vigilantes en las cercanías. Cuando llegamos a puerto y me bajo de la embarcación valoro lo positivo de la experiencia y el acierto en superar los miedos y haber efectuado el tour. De todas formas, de ninguna manera me atrevo a aconsejar a los demás. En un asunto donde está en juego la seguridad y hasta la vida de las personas, cada uno debe decidir por su cuenta. Lo que sí debo decir, porque es innegable, es que la isla Tortuga tiene unos niveles de protección policial que considero satisfactorios.

Las tortugas recién nacidas se dispersan por el mar

Dos días después de regresar de la isla me entero de que, milagrosamente, los dos españoles que habían desaparecido hacía diez días, han sido localizados y recogidos en buen estado por un barco cuando navegaban a la deriva. Obviamente celebro que, por una vez, los indicios de que habían sido secuestrados o incluso asesinados por los piratas terroristas, no se hayan confirmado.

Muy pocas de las crías alcanzarán la edad adulta

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO