No tiene parangón en todo el mundo. Si quieres contemplar, circulando por las calles, la colección más abundante y espectacular de los coches clásicos de los años 50 del pasado siglo, los que de pequeños conocíamos como "haigas",tienes una cita con Cuba. Y hazlo pronto porque los cambios que parece que se avecinan en la isla, con la nueva política de Obama y la inexorable desaparición de los hermanos Castro, puede suponer el fin de la mayor exhibición de los modelos que marcaron la época dorada del automovilismo. Esta es la crónica del sabor agridulce de un día en La Habana.

Un precioso descapotable circulando por La Habana colonial

Llegó muy tarde al aeropuerto de La Habana y rápidamente me traslado al hotel en un taxi Lada, un vehículo ruso muy parecido al Seat 124. Por la mañana abro el balcón de la habitación y descubro una vista magnífica con una amplia vista del Malecón, el famoso paseo marítimo de La Habana, y con el castillo del Morro a escasa distancia. El paso de vehículos por esta zona es frecuente, y pronto me llaman la atención bastantes de los de los vehículos que circulan, ya que se trata de modelos que me recuerdan las películas norteamericanas ambientadas en los años 50. Algunos están muy deteriorados pero otros presentan un aspecto impecable. El espectáculo me atrapa de tal forma que tengo que hacer un verdadero esfuerzo para dejar el balcón y salir del hotel para recorrer La Habana, una ciudad a la que no había vuelto desde hacía más de 30 años.

Modelo con más de 60 años en perfectas condiciones

Doy un paseo por el Malecón, que a primeras horas de la mañana aún recorren algunos cubanos haciendo deporte pero que, desde media mañana, está casi desierto por el implacable sol que se abate sobre él pese a que aún es el mes de mayo. Sólo al anochecer se puede contemplar el paseo repleto de gente y de vida. Me cruzo con una guapa joven, con pinta de estudiante, pero me sorprendo cuando al pasar me dice “vas muy sólo, ¿quieres un rato de compañía?”. Lo que menos me podía imaginar es que se dedicara a estos menesteres. No es, desde luego, un caso aislado en La Habana.

Muchos de los coches antiguos son taxis

Tras el paseo decido coger un taxi para desplazarme hasta el Capitolio. Se acerca uno de estos vehículos de antaño, que los cubanos han bautizado como “almendrones”, bastante destartalado por cierto, y aunque está ocupado me pregunta dónde voy y me invita a que suba. Somos tres detrás y aún subirá un pasajero más. Se trata de un taxi colectivo, que recoge a todo el que lo reclama siempre que su destino pille de camino. La primera experiencia en la isla ya es impactante: embutido en un taxi con una carrocería de chatarra que no puede disimular ni la gruesa mano de pintura que lo cubre. Eso sí, el precio de la carrera me parece ridículo, ya que no llega ni a un euro.

Un auténtico "haiga" estacionado en el Malecón

Llego al Capitolio, un edificio que se construyó utilizando como modelo su homónimo de Washington. Oteo por los alrededores y pronto localizo lo que venía a buscar: algunas de las joyas del automovilismo de Cuba. Son las muestras más espectaculares de los modelos de Chevrolet, Cadillac, Pontiac, Ford, Buick, Dodge y otras marcas de mediados del pasado siglo. Además, están en perfecto estado, tanto, que sus propietarios los utilizan como reclamo turístico para dar una vuelta por la capital cubana, a razón de entre 20 y 30 euros la hora. Son tan llamativos que se han convertido en uno de los atractivos más importantes para los visitantes de Cuba.

El tiempo se detuvo en 1959 para los coches en Cuba

Y es que las circunstancias de aislamiento y de bloqueo comercial han deparado que Cuba se haya convertido, sin ninguna duda, en el país con la más elevada concentración de vehículos históricos del mundo. Se calcula que circulan por la isla más de 60.000 turismos fabricados antes de 1959, año en el que sus propietarios, en su mayoría norteamericanos, huyeron precipitadamente del país tras el triunfo de la Revolución. Desde entonces hasta hace apenas cuatro años casi los únicos vehículos importados en Cuba han sido los Lada, de fabricación soviética. La caída de la URSS, sin embargo, evitó que finalmente los Lada acabaran acaparando los viarios cubanos y arrinconaran a los “almendrones”.

Esta parada de taxis cerca del Capitolio parece un museo

Uno se pregunta cómo es posible que después de 66 años de riguroso bloqueo a la isla, incluyendo hasta la reposición de repuestos originales, los vetustos vehículos sigan funcionando. La respuesta es muy sencilla: a base de ingenio. Los cubanos se las han apañado para reponer cualquier pieza recurriendo a la fabricación artesanal y a la sustitución por piezas similares obtenidas de los más insospechados cacharros. Hoy se puede decir que del motor original de estos coches no queda absolutamente nada, incluso algunos me cuentan que no son pocos los “almendrones” que han cambiado el motor de gasolina por otro de camión a gasoil.

Un modelo en buenas condiciones se cotiza por encima de los 60.000 euros

Así y todo mentiría si no reconociera que aunque Cuba es el paraíso de los coches antiguos, apenas unos pocos millares presentan un aspecto impecable, frente a una mayoría en un estado que abarca desde un deterioro apreciable hasta los que son una auténtica chatarra rodante. Desde luego, a la vista de cómo están algunos, hay que deducir que el negocio de cementerio de automóviles en Cuba debe ser ruinoso porque lo que llegue hasta ellos no debe servir ni para chatarra. Y es que, según me cuentan, hay un mercado de compraventa de estos vehículos en los que se pagan unos 10.000 euros por los más deteriorados y hasta 70.000 por los que se encuentran en mejor estado, unas cantidades imposibles de conseguir para un cubano en toda su vida laboral con sus minúsculos sueldos.

Algunos modelos, como este Ford, tiene casi un siglo de vida

Para atender la demanda de los turistas en la isla han surgido en los últimos años varias agencias de alquiler de vehículos, con una flota renovada en la que no faltan los de alta gama. Yo alquilo uno durante ocho días para un tour por la isla, que es de fabricación china, y pago un total de 369 euros, que es la tarifa más barata. La gasolina está, en el año 2013, algo más barata que en España y llenar el depósito sale por unos 40 euros.

El castillo del Morro desde el Malecón

Tras contemplar un variado y espectacular desfile de vehículos de época en pleno servicio, me dirijo a lo que para mí es el atractivo número uno de la capital cubana, que es su zona colonial, conocida como “La Habana Vieja”. El núcleo de la misma está casi en su totalidad restaurado formando uno de los conjuntos coloniales más destacados de Latinoamérica y declarado Patrimonio de La Humanidad.

La Habana Vieja está declarada Patrimonio de la Humanidad

Mientras contemplo la plaza de la catedral me llama la atención una escultura, de tamaño natural, de una figura humana que está apoyada en una columna de un edificio de la misma plaza. No me hace falta leer la placa porque es fácil adivinar que se trata de un ilustre alicantino, el bailaor eldense Antonio Gades, un profundo admirador de Cuba y su revolución.

Monumento al alicantino Antonio Gades en La Habana

Tras un largo recorrido por la fascinante Habana Vieja me decido a tomar algo y voy a la búsqueda de algún “paladar”, los restaurantes de iniciativa privada de los que me han hablado muy bien. El primero que localizo es “La Imprenta”, y me llama la atención por su imponente ambientación, en un bellísimo patio colonial y con un excelente mobiliario. Doy un vistazo a la carta y decido quedarme. Pido una ensalada de pollo y frutas con una cerveza Bucanero, con la intención de pedir un segundo plato. Sin embargo, me sirven una rebosante fuente con una gran variedad de frutas y verduras aderezada con una pechuga de pollo troceada como tropezones. Casi me la puedo acabar por su gran tamaño, por lo que pido la cuenta. El precio es de 3 euros en total, de los que dos son por la ensalada y uno por la cerveza. Un precio excepcional para un establecimiento que por la vajilla, el mobiliario, el servicio y el marco en el que se encuentra, se puede considerar de lujo.

La plaza de la Catedral en La Habana

Por la noche selecciono otro nuevo y elegante restaurante, Neruda, situado en el Malecón, cerca del hotel donde me alojo. Me inclino por un pescado entero guisado con salsa de gambas, que está exquisito, una cerveza y una piña colada de postre. En total 10 pesos convertibles, que suponen unos 8,5 euros. Son unos precios medios para los restaurantes y paladares de La Habana, porque fuera de la capital suelen ser algo más bajos.

El dominó es uno de los juegos favoritos de los cubanos

Fuera del ámbito del centro y de la zona colonial, La Habana tiene zonas muy deterioradas e incluso amenazando ruina. Sus gentes viven en pobres condiciones como consecuencia de unos salarios paupérrimos que todavía se pagan en pesos cubanos, mientras la mayoría de las compras sólo pueden hacerlas en pesos convertibles, la segunda moneda de Cuba. La diferencia es brutal, ya que el peso cubano se cotiza a 25 unidades el euro, mientras que el valor del peso convertible es equivalente a un dólar. El resultado es que un sueldo medio en Cuba supone unos 20 euros al mes, con lo que sólo pueden recurrir a los escasos alimentos que suministran los establecimientos para cubanos mediante cartillas de racionamiento. En diciembre de 2013, dentro de las nuevas reformas económicas, el Gobierno anunció la unificación de ambas monedas, pero a día de hoy todavía no se ha llevado a efecto. Ante esta situación son muchos los cubanos que aguzan el ingenio para obtener ingresos extras, casi siempre relacionados con el turismo, para poder subsistir.

Cubanos y cubanas se las ingenian para sacar rendimiento del turismo, aunque sólo sea una propina por una foto

Recuerdo especialmente, con patetismo, las palabras de un cubano de unos 50 años, que me pregunta si me sobra alguna prenda de vestir ya que “no uso ropa interior porque no puedo comprarla”, y me añade que la mayor ilusión de su vida es poderse comer, “algún día”, un entrecot, algo que considera una quimera con su exigua remuneración. No es un caso aislado, la isla caribeña presta importantes servicios públicos y gratuitos a la población pero la gran mayoría de sus habitantes viven en condiciones de vida harto precarias. Se comprende la gran esperanza que para muchos cubanos representan las nuevas medidas del presidente de Estados Unidos para acabar con el bloqueo comercial.

Pescando en el Malecón

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