Londres es una de las ciudades más caras del mundo, con precios realmente abusivos para cualquier cosa, pero puedes visitarla sin gastarte prácticamente un euro y sin dejar de ver la gran mayoría de sus grandes atracciones, desde los más imponentes museos hasta los edificios más emblemáticos, y sólo tendrás que sacrificar algunos lugares cuyos precios son prohibitivos. Por supuesto que hay partidas de gastos imprescindibles como vuelos y hotel, pero se pueden obtener por precios muy asequibles. Estas son las claves para ver Londres casi de gorra.

Las Casas del Parlamento

Lo primero es volar a Londres, y desde Alicante no hay problemas ya que tenemos suficiente oferta todos los días por precios que oscilan entre los 100 euros e incluso menos, si reservas con cierta antelación, tienes flexibilidad de fechas y viajas con solo el equipaje de mano, y los 200 euros si las fechas son muy cercanas y llevas maleta.

Las típicas cabinas de teléfono son parte del paisaje urbano

Una vez en Londres es conveniente cambiar algo de dinero en libras pero ni se te ocurra hacerlo en el aeropuerto, donde el cambio es un verdadero atraco, con comisiones astronómicas y valoración paupérrima del euro. Yo siempre recomiendo el uso de las tarjetas de crédito, pero como necesitas algo de dinero en efectivo para gastos menores o los escasos lugares que no admiten tarjetas, tienes casas de cambio por distintas zonas de Londres donde no cobran comisión y la valoración del euro es correcta. En internet aparece la relación de casas de cambio con mejores tarifas. Sólo tienes que buscar en “casas de cambio baratas en Londres”.

Los autobuses rojos de dos plantas por las calles de Londres

Lo más importante, para el presupuesto, es el hotel, que con toda seguridad será el gasto más elevado. No obstante, incluso en verano se puede conseguir una habitación en un hotel modesto pero limpio y relativamente céntrico por entre 60 y 80 euros. Si encuentras precios más baratos es muy posible que sea una habitación compartida o un hostel con literas. Es importante que el hotel no esté alejado del centro para evitar desplazamientos en el carísimo transporte público londinense.

"El Ojo de Londres", la gran noria junto al Támesis

Y ya situados en la ciudad y con el hotel reservado hay que planificar las visitas. Si estamos en el centro lo mejor es desplazarte andando y evitar el metro salvo grandes distancias. Patearse la ciudad de Londres es la mejor forma de conocerla y si vas en metro no te enteras de nada. Además, el metro te cuesta la friolera de casi cinco libras, seis euros, por desplazamiento, e incluso más si las distancias son largas. Tienes la opción de un abono, la Oyster Card, que resulta rentable si utilizas el transporte varias veces al día pero como casi todas las grandes atracciones y visitas están en el centro, bien planificadas, no es necesario usarlo más de una, o dos veces como máximo, al día.

El Parlamento presume de una buena iluminación

Ya una vez en Londres con alojamiento y transporte cubierto, hay que seleccionar las visitas a realizar distribuyéndolas a lo largo de los días de estancia. La selección la debe hacer cada uno a su gusto, aunque hay una veintena que resultan imprescindibles, agrupándolas por zonas según los días de permanencia, a razón de una zona por día. Para evitar empachos lo mejor es una distribución equitativa de visitas diarias entre museos, edificios, parques y otras atracciones, entre las muchas que son completamente gratis.

Banda de música desfilando frente al Palacio de Buckingham

Entre estas visitas gratis, las fundamentales incluyen: los exteriores de todos los edificios históricos de la ciudad y los museos: Británico, de Historia Natural, de la Ciencia, de la Fuerza Aérea, de la Guerra, y el Victoria y Albert. En el campo de la Pintura y el arte los más destacados son gratuitos: la National Gallery, la Tate Gallery y la Tate Britain, con obras que abarcan desde los clásicos hasta los contemporáneos.

Fachada de la National Gallery

No es recomendable visitar más de un museo diario, ya que los más destacados precisan de varias horas sólo para ver lo más relevante y, si se incluye más de uno, no habría tiempo para casi nada más. Lo mejor es diversificar las visitas de cada día, incluyendo un gran museo, un parque, edificaciones históricas y enclaves populares. También son gratuitos, obviamente, los parques, entre los que son cita obligada los de Hyde Park, Regent´s Park, Kensington Gardens y St. James Park.

El Albert Memorial en Hyde Park

Un punto emblemático de Londres es Piccadilly Circus, una de las zonas más animadas y concurridas de la ciudad, especialmente al atardecer, cuando se encienden los anuncios de neón en las fachadas de los edificios de la plaza. La fuente con la pequeña estatua de Eros se ha convertido es un símbolo de Londres. En el entorno de Piccadilly se agolpan comercios, bares, restaurantes, cines y múltiples establecimientos de ocio.

Piccadilly Circus, una de las zonas más animadas de Londres

Otra visita gratuita y destacada de Londres es la del cambio de guardia en el Palacio de Buckingham, una ceremonia que aglutina a miles de personas para ver el desfile de la guardia real y de una banda de música. Dura 45 minutos y se celebra a diario de mayo a julio, y en días alternos, salvo suspensión por la lluvia, el resto del año. Hay que llegar con antelación para poder escoger un buen lugar ya que en temporada alta y los fines de semana se concentra una gran multitud ante la residencia de reina británica.

Desfile de la Guardia Real frente a Buckingham Palace

Hay estancias del Palacio de Buckingham que se pueden visitar pero pagando unas tarifas astronómicas. Así, por ver el Palacio y los salones de Estado hay que pagar 25 euros y si se añaden las cocheras y la galería de la reina el precio se dispara a 43 euros. Yo he visitado Londres más de media docena de veces y me niego a pagar para las arcas de su graciosa majestad tal disparate.

El Palacio de Buckingham

Convertido en el icono de la ciudad, el Big Ben, incluido dentro del edificio del Parlamento, es una visita imprescindible. El histórico edificio, pese a que sólo se remonta a mediados del siglo XVIII, es una de las muestras más relevantes del estilo gótico victoriano y está situado en la rivera del Támesis. También se puede visitar el interior del Parlamento pero sólo los sábados y todos los días durante las vacaciones parlamentarias de agosto y septiembre. Las colas suelen ser enormes y los precios también: las tarifas son de 33 euros con guía y 21 sin ella. Incluso hay posibilidades de poder acudir a los debates parlamentarios.

El Big Ben y el Parlamento

Muy cerca del Parlamento se encuentra “El ojo de Londres”, también conocido como la rueda del milenio porque se inauguró con el cambio de siglo. Es una noria gigante que es su día fue la más alta del mundo, con sus 135 metros, aunque actualmente ya hay dos más altas, una en China y la otra en Singapur.

El Ojo de Londres, la "rueda del milenio"

El Ojo de Londres consta de 34 cabinas, con capacidad para 25 personas cada una, que están sujetas a la noria y giran permanentemente sin detenerse, por lo que hay que subir en marcha, aunque la velocidad es muy lenta y no plantea problemas a nadie. Cada cabina da el giro completo en 30 minutos, tiempo que permite contemplar y fotografiar una parte de Londres desde las alturas.

Panorámica del Támesis con la noria en primer plano

La atracción del Ojo de Londres cuesta la friolera de 30 euros para adultos y 23 paras los niños, precio para nada justificado. Si te decides a subir hay que saber que vas a tener que guardar dos largas y pesadas colas, una para la entrada y otra para subir en las cabinas, aunque puedes eliminar la primera comprando las entradas por internet.

Hay pubs y bares de Londres encantadores

Entre las edificaciones históricas a ver no se puede omitir el Puente de la Torre, una estructura levadiza construida a finales del siglo XVIII que se incluye entre los símbolos más destacados de la capital británica. Situado junto a la Torre de Londres y muy cerca del nuevo Ayuntamiento, el puente se puede recorrer libremente. Para los estudiosos que quieran conocer su funcionamiento y construcción hay una exposición en su interior que cuesta 11 euros.

El Puente de la Torre

Muy cerca se encuentra la tristemente famosa Torre de Londres porque durante varios siglos fue la cárcel y el lugar de ejecución de relevantes personajes históricos enfrentados a la realeza. Se trata más bien de una fortaleza con murallas y varias edificaciones entre las que destaca la Torre, edificio principal que da nombre al conjunto. Las edificaciones son perfectamente visibles desde el exterior pero si quieres ver las joyas de la corona deberás pagar 30 euros, guardar una cola que puede prolongarse horas y encima no te permiten hacer fotos, con un control más que riguroso.

La Torre de Londres bajo un cielo de tormenta

En las cercanías de la Torre se encuentra la City, la gran zona financiera londinense. Entre sus nuevos y elevados rascacielos destaca el “pepinillo”, como se le conoce popularmente atendiendo a su forma. Fue diseñado por Norman Foster y concluido en el año 2004. Tiene 180 metros de altura y cierto parecido con el edificio Agbar de Barcelona.

El "Pepinillo", el moderno edificio de Norman Foster

Desde el río Támesis, a la altura del teatro de Shakespeare (Shakespeare Globe Theatre), se tiene una bella panorámica del skyline de la City londinense en la que destaca la silueta inconfundible del “pepinillo”, oficialmente denominado “30 St. Mary Axe”.

El skyline de la City desde un puente del Támesis

El nuevo Ayuntamiento de Londres es un edificio futurista que también lleva la firma del arquitecto Norman Foster y que vale la pena visitar. Se encuentra en la rivera del Támesis, al final de una amplia explanada ajardinada que enlaza con el Puente de la Torre.

El nuevo Ayuntamiento de Londres

Y dentro también del Londres futurista que se está pergeñando, es obligado contemplar el rascacielos “The Shard”, el segundo edificio más alto de Europa e inaugurado en el año 2012. Tiene 310 metros de altura y pertenece al Estado de Catar. Está situado cerca del nuevo Ayuntamiento. En la cumbre dispone de un mirador de 360 grados con amplias perspectivas de la ciudad. El precio para subir, de 36 euros, es un auténtico disparate pero aun así hay largas colas por lo que si alguien decide pagar tan abusiva cantidad lo mejor es comprar la entrada por internet, aunque siempre tendrán que hacer la cola de los que ya tienen entrada y esperan para subir.

El rascacielos Shard, el segundo más alto de Europa

Entre las construcciones religiosas una de las más destacadas es la abadía de Westminster, sede de las coronaciones reales y situada a espaldas del Parlamento. Su fachada gótica es imponente y su interior acoge destacados claustros, tronos, capillas y tumbas de reyes y poetas. Su visita también es un atraco, con una tarifa de 24 euros y a pesar de tan abusivo precio no dejan hacer fotos. Indignante.

Fachada de la abadía de Westminster

La otra gran edificación religiosa de Londres también te obliga a pagar por entrar a verla. Nada menos que 22 euros y tampoco de permiten sacar fotos. Es la segunda iglesia mayor del mundo cristiano después del Vaticano y en ella se casaron el príncipe Carlos y Lady Di. Se puede subir a la cúpula y contemplar una panorámica de la ciudad a casi 100 metros de altura.

La catedral de San Pablo, segunda iglesia mayor del mundo

Dejo para el final mi opinión sobre la London Pass, una tarjeta que te permite visitar distintas atracciones con un precio fijo y que a mí me parece que no tiene sentido adquirirla ya que no compensa. La promocionan como el gran ahorro pero no es tal.

La famosa plaza de Trafalgar Square

Así, te venden que se pueden ver 60 atracciones con la London Pass, pero de las 60, las únicas realmente relevantes son la Torre de Londres y la Abadía de Westminster, e incluso podría añadirse la exposición del Puente de Londres. La entrada a estas tres visitas cuesta un total de 64 euros y sin entretenerte demasiado las puedes hacer en un día. Comprar la London Pass por un día cuesta 70 euros ¿dónde está la ventaja? Hay quienes dicen que vale la pena si la compras por tres días, con un precio de 112 euros, pero ni así, ya que aparte de estas tres visitas señaladas el resto, salvo posiblemente el Palacio de Kensington, son secundarias hasta completar las 60 que pregona la tarjeta. Bueno, también incluye un paseo en barco por el Támesis, que no deja de ser una “turistada”. En fin que la London Pass a mi entender no supone ningún ahorro.

Guardián de la Torre de Londres

En cualquier caso, creo que muchos se pueden ir satisfechos de una visita a Londres de una semana tras haber contemplado la mayoría de sus atracciones completamente gratis. Sus escasas lagunas serán las del interior de la Torre de Londres, para aficionados a los fastos reales, y de la Abadía de Westminster, o subir al Ojo de Londres, especialmente por las perspectivas.

Atardecer en las Casas del Parlamento

TODAS LAS IMÁGENES DE MANUEL DOPAZO