Son como retazos desprendidos del arco iris, refulgentes piedras preciosas con alas o pequeñas maravillas de la naturaleza. Así y de formas similares se ha denominado a los colibríes, tan grandes en belleza como pequeños en tamaño. Esta es la crónica de la visita a uno de sus más destacados paraísos, un lugar perdido en pleno bosque nublado de Ecuador.

Los colibríes destacan por su pequeño tamaño y refulgente colorido

Marzo de 2017. Estoy en Quito, la capital de Ecuador y me traslado en el metrobús desde la parte colonial de la ciudad, donde se encuentra mi hotel, hasta la estación de autobuses de Ofelia, para coger un autocar directo hasta Mindo, un lugar mítico entre los amantes de la ornitología y conocido como el paraíso de los colibríes. Está situado a un centenar de kilómetros. El billete, como todo el transporte público en Ecuador es barato, apenas 4 euros para un recorrido de dos horas por una carretera repleta de curvas y cuesta abajo. En casi todo el trayecto me acompaña una lluvia fina que apenas me permite vislumbrar un hermoso paisaje con abundantes bosques y verdes prados.

Decenas de especies de estas avecillas pueden contemplarse en Mindo

Son las 11 de la mañana cuando llego a Mindo, una pequeña localidad con apenas media docena de calles y una plaza central en la que destaca su monumento central. ¿Adivinan a quién está dedicado? ¿Al santo patrón del pueblo? ¿A algún prócer local? No. Los lugareños han erigido una gran escultura a quien más ha hecho por el desarrollo económico del pueblo: al colibrí.

El monumento de la plaza principal de Mindo está dedicado al colibrí

Mindo era un villorrio paupérrimo hasta que al hilo del desarrollo del turismo ecologista comenzó a ser cada vez más frecuentado por visitantes extranjeros, principalmente de Estados Unidos, gracias a la gran riqueza de su avifauna y especialmente por la gran variedad y cantidad de colibríes, que lo convierten en un auténtico paraíso para los amantes de estas minúsculas y aladas joyas, auténticos prodigios de la naturaleza.

Las distintas especies de colibríes son denominadas atendiendo a sus colores

Hoy sus escasas calles están repletas de agencias de viajes, tiendas de regalos, alojamientos, restaurantes y demás establecimientos surgidos como consecuencia del desarrollo del ecoturismo, que ha deparado el asentamiento en la zona de hosterías, hoteles rurales, reservas privadas y centros de educación ambiental, muchos de ellos de origen norteamericano y dirigidos principalmente a turistas yanquis.

Los escasos instantes de pausa de los colibríes son el mejor momento para captarlos

Lo primero que hago es dirigirme a una oficina de información para asesorarme. Tengo alguna información obtenida de guías y de internet pero quiero ampliarla in situ. Pregunto por los mejores lugares para el avistamiento de colibríes y de las distintas opciones que existen me quedo con dos de ellas. Una de ellas está en los límites del pueblo, a apenas cinco minutos a pie, y se llama “El Descanso” y es la primera que visito. Se trata de un edificio de madera situado en el mismo borde del bosque y habilitado como pequeño hostal y avistadero de aves, especialmente colibríes. Si no estás alojado allí puedes acceder por tan sólo 4 euros a la terraza trasera del inmueble, rodeada de una densa zona boscosa, para contemplar a las aves.

"El Descanso" es un jardín para avistar a los picaflores en el mismo poblado de Mindo

Lo primero que te indican es que bajo ningún concepto puedes salir de la terraza y penetrar en el bosque para no molestar a las aves. De inmediato me llama la atención la media docena de recipientes colgantes de las ramas de los árboles más cercanos. Son transparentes y de distintas formas pero todos ellos tienen la base de color rojo con flores amarillas de plástico. Contienen un líquido que no es más que agua con azúcar disuelta que está conectada con cada una de las flores de pega. Los colibríes, cuyo principal alimento es el néctar de las flores, contribuyendo así de forma decisiva a la polinización, son atraídos por estas flores de pega, hincan su pico y su lengua en ellas y absorben el edulcorado líquido.

Los recipientes con agua azucarada y el color rojo atraen a los colibríes

Hay también un par de plataformas con fruta troceada, especialmente, plátanos, para atraer a otro tipo de aves, incluyendo distintas especies de pájaros y hasta merodea en algún momento un tucán, pero mi atención así como la de la totalidad de los visitantes se centra en los diminutos picaflores o pájaros mosca, como se les conoce también a los colibríes, cuyo pequeño tamaño, en algunos casos, ¡no sobrepasa los 5 centímetros y no alcanza los dos gramos de peso!, lo que los convierte en las aves más minúsculas del mundo. Tan es así que cuando vuela se suele confundir con un abejorro, a lo que coadyuva el zumbido que proyecta con su aleteo, prácticamente idéntico.

En ocasiones faltan bebederos para tanta demanda

A los colibríes ya los había visto en distintas ocasiones y países en varios viajes al continente americano, que es el único en el que se encuentran, pero siempre de pasada y sin apenas tiempo salvo para alguna que otra foto fugaz. Sin embargo, se trata de una especie de ave que requiere de mucha calma para captarla ya que es muy complicada de fotografiar porque está prácticamente en permanente movimiento, se desplaza a una velocidad que incluso llega a superar los 150 kilómetros por hora, y su batir de alas es similar al de una mosca, con una frecuencia de 80 aleteos por segundo aunque, en algunas ocasiones, ¡llega a los 200! En estas circunstancias se precisa de un equipo fotográfico muy especial para plasmarlos en bellas imágenes, equipo del que en absoluto dispongo, pero no pierdo la esperanza y me pongo manos a la obra con una Canon 600D, de las más baratas y sencillas de esta marca, y un teleobjetivo 55-250, de la gama de luminosidad más baja.

Los colibríes tienen un ritmo medio de 80 aleteos por segundo

Me acomodo en la terraza y me armo de paciencia. De inmediato contemplo cómo merodean por los depósitos de azúcar y sus alrededores varios ejemplares de colibríes. Resulta asombroso vislumbrar cómo se acercan a los bebederos de agua azucarada aleteando para permanecer inmóviles en el aire mientras introducen su pico y su alargada y afilada lengua en las flores de plástico. Son los breves instantes en los que se les puede apreciar su plumaje ya que de súbito salen disparados y desaparecen a tal velocidad que apenas lo puedes percibir con la vista. Incluso tienen la cualidad de volar hacia atrás, un caso único en las aves.

Entre los colibríes más hermosos se encuentra este de pecho violeta y azulado

Pero sin duda lo que más me fascina de estos pajarillos es su explosivo colorido hasta el punto de haber sido comparados con un arco iris. Son vivos e intensos colores metalizados e iridiscentes que varían según el reflejo de la luz en sus plumas. Brillantes tonos verdes, rojos, azules y lilas, entre otros, que irradian luz y belleza.

Los tonos verde, amarillo y naranja se reflejan en este ejemplar

Desde mi ubicación, a apenas unos metros de los bebederos, compruebo el constante desfile de los colibríes de distintas especies y coloridos. Se han registrado más de 300 especies de estas avecillas a lo largo de todo el continente americano de las que casi la mitad se localizan en Ecuador, el país de mayor diversidad al respecto. Muchas de ellas se pueden contemplar en Mindo y todo su entorno, en una densa zona de floresta que forma parte del bosque nublado.

Este colibrí verdinegro es una especie muy escasa y difícil de ver en Mindo

Con la observación compruebo que algunos colibríes se toman un pequeño respiro en su acelerado ritmo de vuelo descansando unos breves instantes en alguna de las ramas no muy alejadas de los bebederos. Es ese momento el idóneo y prácticamente el único para poder captarlos en reposo. Hay que tomárselo con paciencia, casi igual que los pescadores con caña, ya que puedes estar un largo rato sin avistar ninguno en pleno relax pero en otros momentos la faena se acumula.

Mirador desde donde se avistan los colibríes

Tras un par de horas largas de contemplación son ya las 2 de la tarde, tiempo de pegar un bocado, por lo que me acerco al centro del pueblo y me tomo un tentempié en uno de los muchos bares existentes surgidos al socaire de la ornitología.

Un colibrí de tonalidades oscuras

Tras recuperar fuerzas decido seguir el avistamiento de los picaflores con una segunda opción, en una estancia situada a unos tres kilómetros del poblado pero muy cuesta arriba, tanto que el desnivel es de unos 600 metros. Elijo este lugar porque en la oficina de información me indican que la diferencia de altura provoca una gran variación de las especies, lo que me permitirá contemplar ejemplares muy distintos a los anteriores.

Espaldas, cuello y pecho son las partes más coloridas de los colibríes

El lugar se llama “Mindo Lindo” y es una finca con una edificación rural habilitada como alojamiento. Me desplazo hasta allí desde el pueblo en un taxi con el que pacto un precio de tres dólares norteamericanos, que es la moneda que sustituyó al sucre como divisa oficial de Ecuador a comienzos del milenio. En la actualidad, la devaluación sufrida por el euro ha provocado que haya caído hasta la paridad con el dólar. Así lo cotizan en las escasas casas de cambio de Quito, aunque en el aeropuerto apenas te dan 89 céntimos de dólar por euro. Ni se os ocurra cambiar allí salvo que no tengáis más remedio.

Este colibrí de tonos verdoso-azulados es uno de los más frecuentes de Mindo

Nada más penetrar en los límites de la finca veo a un lugareño machete en mano arrancando matojos acompañado de un cansino perro. El taxista para junto a él y me indica que “aquí tiene al propietario”. Me quedo sorprendido porque no me esperaba que se ocupara de estas labores quien está al frente de un negocio turístico bien publicitado en internet. Tras la obligada presentación me encamina hasta la parte trasera de una construcción en la que se encuentran los bebederos para los colibríes, que en esta ocasión son de color rojo, con distintos orificios y sin flores simuladas.

El colibrí introduce su pico en la flor simulada para absorber el agua azucarada

Son tres los recipientes de agua azucarada destinados a atraer a las minúsculas y vistosas aves. El anfitrión me dice que se tiene que marchar a hacer unas compras al poblado y me da plena libertad para permanecer allí el tiempo que quiera. Le agradezco su deferencia porque, además, no me cobra ni un céntimo.

Especie de colibrí con escasas plumas iridiscentes

Muy pronto constato que, efectivamente, la variación en la altura con respecto al anterior avistadero depara la presencia de otras especies distintas de colibríes. Entre las nuevas avecillas destaca una con una espectacular y refulgente cola, más larga que su propio cuerpo y más temerosa si cabe que las demás especies ya que apenas se posa en las ramas, e incluso cuando se acerca a beber el agua azucarada lo hace en varias aproximaciones de fracciones de segundo cada una. No me extraña tanta cautela ya que me cuentan que la belleza de su cola provocó que antaño se pusieran de moda las alas de los colibríes para adornar los sombreros femeninos, lo que provocó que en algunas zonas llegaran a estar al borde de la extinción.

Colibrí con una refulgente cola más larga que su cuerpo

El tiempo pasa volando y comienza a caer la tarde, por lo que me veo obligado a volver a Quito. Hay que tener en cuenta que Ecuador es un país que se ajusta fielmente a la hora solar y si a las 6 de la mañana, cuando amanece, ya se ve bastante movimiento en las calles, a las 18,30 empieza a oscurecer y las ciudades se van quedando desiertas. Además me quedan dos horas de bus hasta regresar a la estación de buses de Quito. Afortunadamente la finca Mindo Lindo está al borde de la carretera general que conecta con la capital del país, por lo que pongo en práctica la recomendación que me han hecho, de que haga señal de parar a todo bus que se dirija a la capital y, en efecto, da resultado, ya que el primero no me para pero diez minutos después sí lo hace el siguiente.

Otra especie de colibrí que destaca por su larga cola

Es noche cerrada cuando llego a Quito. Desde la estación de buses cojo el metrobús que en unos 40 minutos y por sólo 25 céntimos me lleva hasta la ciudad colonial. Hago cuentas y me arrojan unos gastos en todo el día de 20,50 dólares, todo incluido, por una jornada que he adaptado por completo a mi gusto. Por una excursión a Mindo desde Quito una agencia de viajes no te cobra menos de 75 euros y debes someterte al dictado de un programa que casi nunca encaja por completo con tus gustos y necesidades.

Los colibríes pueden permanecer suspendidos en el aire con su peculiar aleteo

Para finalizar debe precisar que en Mindo hay otros atractivos de interés, que incluyen dos mariposarios donde se pueden contemplar bellísimas especies de mariposas, así como fincas para el avistamiento de otros pájaros y aves, como gallitos de roca y tucanes. Igualmente hay una ruta para recorrer hasta media docena de cascadas, entre otras actividades. Para mí sin embargo, la visita se centró exclusivamente en los colibríes, por esa cuenta que tenía pendiente con estas maravillosas aves.

Colibrí con el cuello violaceo

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