Me gustaría hablaros sobre una emoción que a todos nos es familiar, la Ira.

El accidente tuvo lugar en la Dehesa de la Villa de Madrid. En las noticias explicaban que antes de subir al vehículo les habían visto discutir. Algunos testigos confirman que él estaba muy enfadado y trató de agredir a la joven. Poco después colisionaron y cayeron por unas escaleras. El coche volcó, con tan mala fortuna que la chica murió en el acto. Probablemente haya detalles de esta historia que se me escapen. Pero, en resumidas cuentas, hay algo que podemos extraer de esta tragedia, lo negativa y peligrosa que puede llegar a ser la ira. Y que los hombres y mujeres que sufren de esta dolencia que como todas se fragua en la más tierna infancia, tienen el deber de aprender a controlarla. Si no, que sean coherentes y no tengan pareja, ni hijos, ni carnet de conducir.

La ira es el sentimiento propio de quién se siente constantemente amenazado. Y en la prehistoria era de gran utilidad puesto que los peligros que nos acechaban eran constantes, y de muerte. Pero en la vida moderna la cosa, por suerte, ha cambiado mucho. Ya no estamos jugándonos la vida cada tres minutos, por tanto, no tiene sentido seguir reaccionando como si así fuera. Debemos adecuar nuestras reacciones a los peligros reales a los que nos enfrentamos.

Cualquier hecho cotidiano puede resultar amenazante, y por ello muchas veces reaccionarán con desproporción, utilizando la descalificación ó el insulto. (Si éste fuera tu caso que sepas que tienes que estar alerta y que debes pedir ayuda para controlarlo).

Una pareja es la empresa más compleja que existe. Ambas partes deben amarse con profundidad para sobrellevar la economía familiar, la llegada de los hijos, los cambios, el paso del tiempo con las crisis propias de la edad, y todo lo que se ponga por delante. Pero la mujer que acompaña a un iracundo debe preguntarse no sólo si será capaz de todo ello, sino si está dispuesta a caminar por un constante campo de minas, (esa es la metáfora que me viene a la cabeza), no sólo si quiere pasar una parte de su vida con esa persona, sino si está dispuesta a perder la vida con ó a manos de esa persona que en cualquier momento es capaz de explotar y llevarse por delante todo lo que haya.

Todos somos animales y no niego que en ciertos momentos el sentimiento de posesión pueda tener algo excitante pero como todos los venenos, depende de la situación y de la dósis. El fuego es maravilloso pero sólo si la hoguera está bien controlada, si no, es devastador. La picadura controlada de una abeja puede mejorar tu estado de salud pero si sufres un ataque de abejas africanas, mueres. Pues lo mismo ocurre con los sentimientos explosivos. Todos tenemos derecho a amar apasionadamente. Pero debemos respetar algunas reglas. Voy a reducir todas las reglas que se me ocurren a una sola; Nadie Debería Jugar Con La Vida De Nadie.

El otro día se creó una gran polémica entre Nuria Roca y Cristina Pedroche y, sinceramente, no es que quiera echarle más leña al fuego, ni mucho menos. Sólo es que es un buen ejemplo para lo que estamos tratando aquí.

Comprendo los puntos de vista de ambas. Las respeto mucho a las dos. Tienen edades y viven situaciones diferentes. Creo que Nuria Roca quería señalar que el amor no debe convertirse ni en obsesión, ni en posesión. Y Cristina Pedroche, que está en una etapa de enamoramiento muy inicial, se sintió cuestionada en su derecho a vivir con pasión su relación.

Muchos hemos sentido ese amor y, sin duda, hay que vivirlo y disfrutarlo, pero lo que sí es cierto es que la frontera entre una relación sana y una relación tóxica es muy fina. Y que hay muchas mujeres que están en peligro de muerte por no tener los límites claros. Personalmente creo que éso era lo que trataba de denunciar Nuria Roca. Comprendo que Cristina no se diera por aludida puesto que ése no es su caso.

Así que mi conclusión a la disputa de la semana es; viva el amor pasional, (por supuesto!) pero respetando el límite sagrado que os he dicho antes: Jamás, bajo ningún concepto, Jugar Con La Vida Del Otro.

La ira es un sentimiento controvertido. Todos la sentimos, en mayor ó menor medida. Pero si percibes que en tí el nivel es alto, sé valiente, reconócelo. Como en todo, aceptarlo y reconocerlo es el primer paso para solucionarlo.

A veces Alcohol e Ira van de la mano, entonces son demoledores. Pero no siempre es así. La ira no necesita de nada en especial para explosionar.

Creo que en ningún caso se debería coger el coche en caliente. Y si uno ve que empieza a discutir conduciendo, lo más seguro y prudente es parar en un área de servicio a tomarse una tila doble.

Hay muchos hombres que creen ser alfa cuando en realidad son omega. Llevados por una ira descontrolada que durante años se relacionó con un exceso de testosterona, muchos destruyeron lo que más querían. Esos machos eran falsos machos alfa, en realidad eran machos omega que son los que atentan contra los intereses de la manada, pero sobretodo contra sus propios intereses.

Pero hoy sabemos que no es más macho quien más grita, insulta ó descalifica, ni quien es más fuerte físicamente, porque una hembra en su sano juicio, una hembra que se valore y valore lo que la envuelve nunca se sentirá realmente protegida por alguien que pueda ponerla en peligro.

La mujer de hoy, inteligente, culta y emancipada ha superado todos esos clichés.

El verdadero macho alfa es aquel capaz de proteger y respetar a los suyos, y velar por su desarrollo.

Todo lo demás son simulacros.