Mo Gawdat, un directivo de Google que perdió a su hijo de 21 años, se propuso encontrar la fórmula matemática de la felicidad. Según sus conclusiones, la felicidad es la diferencia entre lo que vivimos y nuestras expectativas de lo que vivimos. Gawdat considera que el pensamiento, el yo, el conocimiento, el control, y el miedo nos hacen vivir una realidad distorsionada.

Chade-Meng Chen, también empleado de Google, dedicó parte de su labor a encontrar formas de hacer más felices a sus colegas, concluyó que calmar la mente mediante la meditación, pensar y degustar los momentos de alegría y desear felicidad a los demás son los tres pasos que llevan a la felicidad.

Deberíamos preguntarnos cuál es la mirada que tenemos sobre nosotros mismos y sobre nuestra existencia porque esa mirada es lo que determina que podamos o no ser felices.

La vida nos quita, pero a la vez nos da. A menudo no somos capaces de apreciarlo porque permanecemos enfrascados en aquello que perdemos.

Hay, pero, una pérdida en la que todos coincidimos como la más dura de sobrellevar, me refiero a la pérdida de un hijo. Mo Gawdat, ingeniero de formación, pasó por ello y hace una diferenciación interesante entre el dolor y el sufrimiento, según Gawdat este segundo puede elegirse. Y la mejor manera de no caer en el sufrimiento crónico es vivir en el presente. El maestro budista lo dice, el pasado y el futuro nos crean desasosiego; el presente es todo lo que somos.

Para no entrar en el bucle del sufrimiento en el que están instaladas millones de personas con problemáticas más o menos complejas, Mo Gawdat no ha sido el primero en recomendar el autocontrol físico y mental, una buena dieta, hacer ejercicio y practicar la meditación. Es importante dormir por las noches porque el descanso es lo que nos permite poder renovarnos.

Todos vamos a morir en un momento u otro. No sabemos cuándo, ni dónde, ni cómo. Hay vidas más largas que otras, pero a todos, sin excepción, nos llegará ese momento de desapego absoluto, algunos lo definen como el momento de bondad suprema en el que uno se deja ir.

Es así, no puedo controlar mi vida, pero puedo hacerla más plena y llenarla de momentos mágicos.

David Bowie me parece un ejemplo inspirador. El artista siguió creando y trabajando, a pesar de conocer que su enfermedad le llevaría en poco tiempo a un fatal desenlace. Y compuso “Blackstar”, un último disco lleno de claroscuros y con un mensaje oculto para sus fans. Aquel diseño sencillo de la portada, una estrella negra, despertó muchas críticas entre sus detractores que consideraron que no estaba a la altura del glamuroso Bowie. Sin embargo, aquel diseño contenía un mensaje oculto; si el sol le da al estuche, el interior de la estrella se convierte en un cúmulo de brillantes estrellas.

Esta hermosa despedida me recordó al maestro Thich Nhat Hanh y su frase: “El cosmos está lleno de piedras preciosas. Deseo ofrecerte un puñado esta mañana. Cada instante que vives es una piedra preciosa, que resplandece y contiene Tierra, Cielo, las aguas y las nubes.”