Divorciarse puede ser liberador aunque que nadie te engañe, no es ningún camino de rosas.

Como todos los procesos de la vida, el divorcio es parecido a un parto sostenido en el tiempo, un parto con occitocina, peridural, y fórceps. Éso en el mejor de los casos.

Cuando uno logra pasar por el túnel oscuro de la tristeza que produce el sentir que has fracasado en tu matrimonio, y se pone todo sobre la mesa para, por fin poner orden, surgen los desacuerdos, y entonces, pueden aparecer también las terceras personas. A mí me pasó, justo cuando acababa de pactar una custodia compartida con mi exmarido, él se casó con otra.

Pero el peor momento, sin duda, es cuando comprendes que tendrás que compartir a tus hijos, y que éso supone que pasarás muchos días sin ellos. Ahí entendí porqué muchas mujeres preferían tragarse sus verdaderos sentimientos, y fingir que seguían amando a sus parejas.

Cuando llega el terrible momento en que los niños tienen que irse de tu lado, una se plantea porqué no ha podido ser un poco más embustera. Te entran ganas de volver atrás en el tiempo, tragarte tu sinceridad y tu sentido de la justicia, hacerte la tonta de por vida, y seguir la relación con el padre de tus hijos, que al fin y al cabo tampoco era tan terrible porque no te pegaba. (Éso llegaron a decirme algunas personas). En serio, es un momento horrible en que tienes mil dudas aunque yo, a día de hoy, sigo apostando por la sinceridad y más adelante veréis porqué.

El ir y venir de una casa a otra se hace insufrible para los más pequeños, pero no queda otra opción que acostumbrarlos. A veces tratamos de animarlos con algunos comentarios absurdos y materialistas que tienen su efecto durante algún tiempo. Que si ahora tendrán dos casas, que si tendrán dobles regalos… Pamplinas.

Lo que pocos reconocerán abiertamente es que es una mierda, una mierda que tratamos de maquillar, pero una mierda en definitiva. En realidad, tarde o temprano lo mejor es reconocerlo y cuando ya sean capaces de entenderlo, hablarlo abiertamente:

–Cariño, no te engañaré, esta situación es muy difícil para todos pero es la mejor manera que hemos encontrado, por el momento. O… la forma de que no pierdas el contacto con tu padre, o con tu madre.

Si la pareja se aviene a las mil maravillas puede pactarse una casa nido. Éso significa que son los padres los que van y vienen, y los niños los que permanecen en su espacio de siempre. Pero para ello hace falta disponer de posibilidad de pernoctar en tres casas. Como decía, esta idea que tiene bastante éxito en los países nórdicos es la mejor opción para los pequeños pero sólo es posible si la pareja se lleva bien.

Si ése no es el caso, si los padres no se llevan bien, los niños van y vienen, y se organizan unos protocolos que se manuscriben en el convenio famoso. Entonces el peligro es que puedan crearse dos territorios. Si estos territorios están bien comunicados la cosa es leve y llevadera, pero si no es así, entonces puede haber "puntos de giro" suficientes para unas cuantas telenovelas porque los niños se aprovechan de esta mala comunicación y ponen en práctica pequeñas venganzas hacia sus progenitores que, en definitiva, les han fastidiado la vida.

Para que esto no ocurra los padres deben coordinarse mínimamente y siempre que haya dudas, recurrir al convenio que se convierte en una especie de Biblia sagrada que resuelve cualquier malentendido.

Se puede y se debe ser generoso en el divorcio. Es la mejor opción para todos los miembros de la familia. Cuando no hay buena relación, respetar el convenio puede considerarse un acto de generosidad.

Cuando uno vive un proceso tan doloroso como un divorcio, hay que tratar de hacerlo lo más fácil posible para los críos, y que las reglas de ambos territorios sean comunes. A pesar de todo lo ocurrido, padre y madre seguirán siendo padre y madre de los niños de por vida, y deben poder hablar y pactar por el bien de sus hijos. Así que mirar hacia otra parte no es ninguna opción posible, y cuanto antes te des cuenta de ello, mejor. Hay que hablar y pactar, como hacen los políticos, bueno, tal vez un poco mejor, y tratar de no perder la educación ni el respeto en ningún momento.

Es importante que en ambos espacios los niños se sientan a gusto y tengan todo lo que necesitan para que no anden con la maletita a cuestas. Y si se olvidan de algo o mezclan cosas, hacer la vista gorda. Faltaría más que encima les echemos la bronca. Cualquiera de nosotros iría perdido entre dos casas.

Durante los meses de julio y agosto son muchos los padres que pasamos dos semanas sin ver a nuestros pequeños. Al principio es como si te arrancaran una pierna, o un brazo. Si estás acostumbrado a hacer planes de niños, comidas, baños, y a acostar a los críos, el ruido infantil ya forma parte de tu ADN. El silencio repentino, de entrada te recuerda más al fin del mundo que a unas merecidas vacaciones.

El día que los niños se van, te sientes tan triste que podrías pasar horas hundida en el sofá sin levantarte. Estás agotada, puesto que los quince días que has pasado con ellos has dado el doscientos por ciento. Racionalmente sabes que te irá bien un poco de espacio, pero tu cuerpo tiene que superar una especie de síndrome de abstinencia. Duerme las horas que haga falta, luego te despertarás como nueva.

Una vez hayas descansado debes hacer un esfuerzo y sobreponerte. Es importante ver el lado positivo del asunto. Tienes dos semanas para hacer lo que más te apetezca. ¡Aprovéchalas! Hay mujeres que matarían por tener un cuarto del tiempo del que dispones.

No tienes que cocinar para nadie, ni que limpiar o poner lavadoras. Puedes levantarte y acostarte a la hora que más te plazca. Puedes leer, y ver aquella serie que tanto te gusta y que es para mayores.

Puedes salir con tus amigos o encerrarte en una biblioteca a acabar la novela que nunca logras acabar porque con ellos no consigues concentrarte.

Divorciarse no es un camino de rosas pero también puede tener cosas buenas y ahora os cuento porqué sigo apostando por la sinceridad, a pesar de todo.

Creo que es de valientes ser sincero y honesto en la vida, y más con tu pareja. Aunque a veces la sinceridad duela. Y nadie nos diga, bien hecho has sido sincero. Uno debe buscar la propia felicidad para poder aportar felicidad a los demás. Llegado el momento, si no eres feliz es mejor poner las cartas sobre la mesa, y compartirlo. Así transmites un doble mensaje; por un lado que te quieres y que te importa tu felicidad, y tb que te importa la felicidad de tu pareja, y le otorgas la oportunidad de ser feliz sin tí. De esta manera tus hijos no tendrán una falsa imágen de lo que es el amor.

También aprenderán que las cosas, a veces, no pueden ser como nos gustaría que fuesen, y que no podemos controlarlo todo, que hay cosas que escapan a nuestro control. Cuando un ser querido fallece sucede algo parecido. La vida nos da un mazazo y nos muestra lo insignificantes que somos. La insoportable levedad del ser. Nuestro destino es más fuerte que nosotros mismos. Ésta es una enseñanza dolorosa pero necesaria para alcanzar la madurez.

Otro punto positivo del divorcio, y soy sincera, no encuentro ni uno solo más, es que puedes tener una relación de mayor calidad con los niños puesto que la ex pareja en cuestión no intoxica el ambiente. Puedes ser tu mismo y tomar más decisiones en tu día a día.

De cara al futuro, tal vez tú y tu ex os llevéis mejor, y los niños puedan sentirse menos divididos. Éso sería lo más deseable.