Señores, lo confieso. Anoche me hice superfan de Soraya. No porque fuera la única mujer del debate o porque los demás candidatos le sacaran cabeza y media, sino porque nos ha regalado unos momentos no verbales para la posteridad. Voy a hacer un repaso a todos los candidatos, y me dejo a Soraya para el final.

Hoy hemos presenciado un debate histórico, de esos que hay que marcar en rojo en el calendario. No sólo porque era un debate a cuatro, sino, desde el punto de vista no verbal, porque los candidatos no tenían un atril detrás del que esconder sus nervios. Han debatido sin protección, a programa electoral descubierto, y eso, a los que nos dedicamos a esto, nos permite percibir el estado de ánimo real de los debatientes.

Ya desde el posado de antes del debate, se puede percibir cómo está cada uno.

Pablo Iglesias:

Como nos tiene acostumbrados, adopta una postura dominante. Abre las piernas, y posiciona las manos como un vaquero listo para disparar (puedes leer más sobre su postura de dominio pinchando aquí).

Durante todo el debate, mantiene su postura de “macho alfa”, pero ésta se ve un poco menguada por el sudor de sus axilas. Aparenta mucha tranquilidad, pero el sudor le resta. Una camisa blanca hubiera evitado este fallo.

¿Dónde condensa los nervios? En el boli. Si os fijáis, el boli es su compañero durante todo el debate. Hacemicrorrotaciones (p. ej., min. 8’40) y microgolpes (p. ej., min. 4’49). La tensión está saliendo por ahí. Normal, por otro lado, que haya tensión, teniendo en cuenta lo que se juegan. Es muy probable que haya utilizado el recurso del boli (bic cristal, por cierto), para no hacer determinadas posiciones de manos que nos hicieran percibir sus nervios.

Por cierto, lo he visto mucho menos sonriente que lo que venían siendo habitual en los últimos días.

Pedro Sánchez:

Podemos ver cómo mezcla el intento de dominio con la necesidad de protección. Si bien abre las piernas como Pablo Iglesias, en posición dominante, sus manos le delatan: las manos en cuchillo indican una ligera protección. Me siento cohibido y por eso me protejo haciendo una pequeña barrera con las manos. Además, podemos ver en muchas ocasiones, la tensión en su mandíbula. Está tenso, y aprieta los dientes.

Me resulta muy llamativa la risa fingida que utiliza en alguna ocasión como recurso cuando no está de acuerdo con sus adversarios (p. ej., min. 53’20). La risa es la expresión que mejor hacemos a voluntad. De hecho, aprendemos a sonreir voluntariamente (es decir, sin sentir alegría de verdad) antes de cumplir los dos años de vida. Pedro Sánchez utiliza la sonrisa socarrona para hacer ver su oposición al argumento del otro.

Por último, muy interesante es el rotativo izquierdo que nos ofrece al final del debate, en su minuto decisivo. Nos muestra el lado izquierdo de su cara dirigiendose directamente a nosotros.

Cuando hablamos mostrando nuestro lado izquierdo de la cara, estamos mostrando nuestro lado más emocional, estamos intentando empatizar con la otra persona. Pedro Sánchez utiliza su minuto de oro para apelar a nuestra emoción.

Albert Rivera:

Al igual que Pablo Iglesias ha vuelto a su semblante serio de siempre, Albert Rivera ha vuelto a sus gestos manipuladores, de nerviosismo a los que nos tenía acostumbrados, y que en el debate a tres de hace unos días había mantenido a raya. Supongo que, a estas alturas, la tensión está a flor de piel, y eso les pasa factura a los candidatos.

Ya desde el principio, vuelve a su micropicor habitual en el dorso de la mano derecha.

En comunicación no verbal científica, un micropicor se define como un leve picor ocasionado por un malestar, que no dura más de 5 o 6 segundos y que no deja ningún rastro en la piel cuando se rasca. Os pongo un ejemplo muy evidente: si yo me enfado mucho con alguien, mi cerebro ordena llevar sangre extra a mi puño. Si no pego a esa persona, ese exceso de sangre pica, y siento un micropicor en el puño, que asociamos a la agresividad. Hay cientos de micropicores etiquetados en comunicación no verbal científica con al menos un 85% de fiabilidad; unos más evidentes como el que os acabo de explicar y otros, como el que hace Albert Rivera en el dorso de su mano, que implica un intento de control de su emoción.

Además de este micropicor, durante todo el debate realiza balanceos del cuerpo, levantando incluso los pies del suelo (p. ej., min. 6’50) así como el gesto de “manos lavadas” (p. ej., min. 3’45). Ambos gestos implican incomodidad.

Estos gestos le van a acompañar durante todo el debate, hasta el minuto final. No cabe duda de que Albert Rivera sentía mucha presión en este debate.

Soraya Sáenz de Santamaría:

Me he dejado lo mejor para el final. Soraya mantiene una postura corporal muy neutra durante casi todo el debate, lo cual parece un tanto artificial, como si le hubieran aconsejado que no se mueva mucho, que hay unos cuantos analistas escudriñando sus gestos. Sin embargo, es la que más información nos aporta. ¿El motivo? Seguramente su falta de experiencia en este formato. Me explico: los demás candidatos estaban repitiendo los mismos argumentos y, en ocasiones, hasta las mismas frases, que vienen diciéndonos durante toda la campaña. Cuando repito muchas veces algo, dejo de sentir emoción, me distancio de lo que digo. Si dejo de sentir emoción, los gestos inconscientes que aparecen fruto de la emoción (la mayoría de los gestos que estudiamos en comunicación no verbal científica), desaparecen. Si además, ya les he oido a los demás decir sus argumentos, ya no me cae de nuevas y no salta mi emoción. Por eso, de los otros tres candidatos sólo os puedo hablar de cómo muestran su nerviosismo y poco más. Sin embargo, la falta de discurso repetido por parte de Soraya hace que tengamos una mina de oro gestual.

Lo primero que me llama la atención de Soraya es su sagital superior.

El sagital superior (mentón hacia arriba) se presenta en situaciones en que me siento superior, o bien en personas con cierta prepotencia. En este caso, el hecho de que ella sea mucho más bajita que el resto de candidatos y periodistas no influye, ya que hay suficiente distancia como para que pueda dirigirse a cualquiera de ellos mirándole a los ojos sin necesidad de levantar el mentón. Este gesto lo mantiene también en su minuto final, lo cual puede restarle conexión con los votantes.

Otro gesto maravilloso que nos regala Soraya es un no falso. Hablando de los recortes (min. 38’10), Ana Pastor le pregunta si van a hacer más recortes. Soraya dice “no” mientras niega con la cabeza. Es un no falso, porque empieza mostrando su mejilla izquierda. Puedes leer más sobre el “no falso” pinchando aquí. El no falso puede implicar mentira o duda. No tengo claro si vamos a hacer más recortes o no, o bien tengo claro que vamos a hacer más recortes.

Como era de esperar, la respuesta al tema de la corrupción (min. 56’29) la tenía más que ensayada. El ritmo del discurso es bastante diferente al que utiliza en el resto de intervenciones (excepción hecha del minuto final, que también, lógicamente, está ensayado), con más pausas, más lento.

Pero otra cosa es cuando hablan los demás.

Cuando Pablo Iglesias le espeta “sé fuerte Luis, sé fuerte” en clara alusión al caso Bárcenas (min. 1’00’00), Soraya reacciona diciendo “paga Sr. Monedero, paga”. Y acto seguido tiene un micropicor en la nariz que rasca con el dedo hacia fuera.

Éste es un micropicor de desprecio. Nada más que decir sobre el tema.

Pero además, cuando interviene Albert Rivera y le reconoce el mérito por acudir al debate (min. 1’03’33) hace un parpadeo emocional. Albert Rivera dice “tiene Ud. mérito y se lo reconozco” y Soraya parpadea. Si os fijáis, ese parpadeo es más largo de lo normal. Hay varios tipos de parpadeo, y éste se produce como consecuencia de algo que nos emociona, que nos gusta o, como seguramente será en este caso, que nos duele. Touché, Albert.

También tiene tiempo Soraya de deleitarnos con una microexpresión de asco al hablar de la reforma de la Constitución (min. 1’32’25). Está diciendo “qué gana España de ser un estado federal de un estado descentralizado”. Y ésta es su expresión:

Y, por último, vamos a ver un micropicor de mentira. Pedro Sánchez acaba de decir que el Partido Socialista ha demostrado que es garante de la unidad de España (min. 1’33’05). Y Soraya se rasca la nariz con el dedo en horizontal. Cree que Pedro Sánchez está mintiendo.

Como véis, no puedo más que hacerme fan de Soraya Sáenz de Santamaría y desear que vuelva a algún debate antes de que acabe la campaña electoral.