Hoy los medios se hacían eco de una reyerta en el metro de Madrid que pudo acabar en tragedia al tirar un joven a otro a las vías del tren.

Si os fijáis en el vídeo, se aprecian los dos grupos de jóvenes. Uno de los grupos presenta unas posturas mucho más agresivas que el otro. Finalmente, ése es el que "vence"; y los que adoptaban las posturas menos agresivas son los que salen huyendo.

Esto me ha dado la idea para presentaros algunas claves que os pueden ayudar si alguna vez (espero que no) os encontráis en una situación en la que os sentís en peligro de agresión. Por supuesto, que si se puede evitar la situación, siempre es mejor huir. Pero puede pasar que nos veamos sin salida. ¿QUé podemos hacer?

Las posturas agresivas son las que más abundan entre los delicuentes o personas que agreden. Cuando una persona que es susceptible de convertirse en víctima de una agresión adopta esa misma postura, el posible agresor ve una amenaza; la posible víctima deja de convertirse en un blanco fácil y pasa a ser un rival. Por eso, es habitual aconsejar a las personas en riesgo de agresión que adopten posturas de seguridad e incluso agresivas.

¿Y qué posturas pueden resultar amenazantes para un posible agresor?

- el hacerse lo más ancho posible (codos en arco, piernas abiertas, pecho hacia fuera...) y lo más alto posible (mentón hacia arriba). Ahí, cuando se trata de mujeres en riesgo, es aconsejable que no lleven tacones, a pesar de que les hacen más altas. Esto es debido a que también les hace resultar más frágiles, menos dominantes.

- mirada fija en el posible agresor. Se trata de un desafío. Cuando alguien en situación de agresividad aparta la mirada, está claudicando ante el otro. Cuando nos sentimos acorralados, es muy habitual mover los ojos a izquierda y derecha manteniendo la cabeza inmóvil. Es un signo claro de nuestra voluntad de huir. El posible agresor lo percibiría como un signo de debilidad.

- mostrar las partes no vulnerables del cuerpo. La parte interna de los brazos y manos y de las piernas se puede entender como nuestra parte más vulnerable. Al mostrarla, le estamos diciendo al otro que confiamos en él, que estamos tranquilos.

- la invasión del espacio personal. Cuando nos acercamos más de lo normal a alguien que creemos que nos puede agredir le estamos diciendo que no le tememos. Imaginad la situación contraria: que retrocedamos. Le estaríamos dando la información que necesitaba para agredir. Claro, que, según la situación, puede ser cosa de muy valientes...

- por supuesto, la expresión facial es importante, ya que no sólo refleja nuestra emoción en ese momento, sino también nuestras intenciones con la otra persona. Así que si mi expresión facial es de ira, le estaré diciendo a la otra persona no sólo que estoy enfadado sino que mis intenciones no son amistosas.

Se trata en definitiva de no mostrarnos débiles en una situación de agresividad, dado que lo más probable es que el agresor ataque en el momento en que vea nuestra fragilidad.