Reconozco que es la primera vez que veo en televisión a los candidatos por Alicante, excepto, claro está, al ministro de exteriores (visto pero no oído), que la verdad es que no sabía que es de Alicante. Como véis, estoy muy desinformada de lo que se cuece por la provincia. Pero precisamente por eso, estoy segura de que mi análisis de este debate carece de cualquier tipo de contaminación política a la que estos días estamos todos especialmente expuestos.

Y, después de ver el debate organizado por el grupo Información, me pregunto con qué criterio sentaron a los candidatos, porque parece que lo hicieron adrede: frente a dos buenos comunicadores, Julián López Milla (PSOE) y, especialmente, Marta Martín (Ciudadanos), pudimos ver a otros dos candidatos para los que la comunicación es una asignatura pendiente: José Manuel García- Margallo (PP) y Rita Bosaho (Compromís- Podemos).

Marta Martín y Julián López miraban sistemáticamente a cámara cada vez que le comenzaba un bloque, para dirigirse directamente con los ciudadanos. Los gestos de Marta Martín son envolventes, gesticula mucho con las manos y hace gestos más bien redondos, que se corresponden con un estilo conquistador de comunicación. Su voz le ayuda mucho, ya que la domina muy bien, con cambios de volumen y tono para reforzar el discurso. Julián López también comunicó muy bien, pero en alguna ocasión pudimos ver en él una ligera protección, a través de sus manos.

Si os fijáis en esas manos, manos en cuchillo, podéis notar la tensión. Normal, por otro lado, por encontrarse en un debate en el que se juega mucho.

En cuanto a José Manuel García- Margallo y a Rita Bosaho, ambos tienen una comunicación mejorable. En el caso de García Margallo, su voz le juega una mala pasada y le impide conectar con el público. Tiene una voz absolutamente monótona en el sentido estricto de la palabra. A pesar de ser una voz grave que podría ayudarle a dar sensación de seguridad, baja tanto el volumen que en ocasión hasta cuesta oirle. Si escucháis por ejemplo su intervención a partir del min. 7’23 mientras cerráis los ojos, es posible que os entre algo de somnolencia. Es una voz sin color, que no transmite. Y eso a pesar que parece una persona cn cierto sentido del humor y bastante rápido en sus contestaciones. Además, abusa de la microexpresión de asco. Todos hacemos expresiones faciales de muy corta duración (un quinto de segundo, normalmente) que se corresponden bien a algo que no estamos diciendo, bien a algo (como parece ser el caso), que no expresamos con la intensidad con que lo sentimos. Pero ese abuso de las microexpresiones de asco le resta mucho atractivo.

Por último, creo que Rita Bosaho estaba nerviosa, y eso le jugó una mala pasada. Fijaos por ejemplo en cómo estaba sentada en algún momento:

Si os fijáis en su pie derecho, éste no está completamente apoyado en el suelo, sino que solo se apoya en su parte externa, provocando torsión en sus articulaciones. Cuando hay torsión en las articulaciones, algo no va bien. Puede ser por varios motivos, pero, en este caso, lo más probable es que sea por un malestar ligado a los nervios del momento.

Los nervios también hicieron seguramente que hablara especialmente despacio, seguramente midiendo sus palabras. Lo cual la perjudicaba, puesto que, con el mismo tiempo, expresaba menos ideas que el resto de candidatos.

En definitiva, he descubierto a Marta Martín, un gran comunicadora. Y, por el contrario, he podido comprobar que para ser ministro nada menos que de exteriores no se exigen grandes dotes de comunicación.