Cuando uno consulta listados de las mejores series de televisión de todos los tiempos, rara es la lista que no tenga a The Wire entre los primeros puestos de la clasificación. Por eso, cuando el creador de The Wire, David Simon, estrena una nueva serie suele ser un acontecimiento para los amantes de la buena ficción televisiva. The Deuce es la última producción para la HBO de Simon en la que nos sumerge en el nacimiento de la industria del porno de Nueva York a comienzos de los años 70. Que nadie se lleve a engaño con el reclamo del porno porque, tal y como nos tiene acostumbrados este autor, no hay momentos de morbo gratuito, ni sensacionalismos. Es puro realismo sucio, donde el ambiente callejero de esta zona de Nueva York es tan protagonista de la historia, como lo fue la ciudad de Baltimore en The Wire o las calles de Nueva Orleans en Treme.

The Deuce es una serie coral, de cocción lenta, en la que hay que dejarse ir atrapando poco a poco y tener paciencia para ir conociendo a sus personajes. Ya avisaban de algo similar con The Wire, donde hay quien consideraba una proeza resistir los cuatro primeros episodios. La plataforma de cable es consciente de que un trabajo de Simon da prestigio a su catálogo, por lo que es uno de sus niños mimados. Ninguna de las series de Simon es de audiencias masivas, pero siempre en ellas la calidad está garantizada. En el episodio piloto de The Deuce, que dura cerca de una hora y media, el tema del porno ni siquiera aparece, pero vemos la vida del barrio a través de las prostitutas, sus chulos, trabajadores de la noche y algunos de sus policías.

David Simon fue periodista de sucesos antes de meterse en el negocio de las series, donde descubrió cómo a través de la televisión podía tener muchas más influencia que con sus reportajes. En sus guiones ha tratado de tener la misma rigurosidad que en sus antiguas informaciones y en alguna entrevista ha revelado que buena parte de las historias que se cuentan en The Deuce han estado inspiradas en lo que le contó una fuente anónima que se empapó de todo aquel ambiente. Una de las primeras lecciones que nos brinda The Deuce es el cómo la industria pornográfica nació de la mano de la prostitución. Al inicio de la serie, las películas pornográficas son un producto ilegal que se vende bajo manga en algunos tugurios de mala muerte, ocultas en bolsas de papel. Algunos de los personajes ya empiezan a ver en ese negocio una alternativa para escapar de las calles cuando se convierta en legal, mientras el crimen organizado no quiere perder su tajada de ese trozo del pastel.

Al frente del reparto tenemos a James Franco que interpreta el doble papel de dos hermanos gemelos, a quienes no sé aún diferenciar. Salvo por el detalle de que uno es camarero y el otro está hasta arriba con deudas del juego. No termino de ver muy claro si es necesario ese doble papel y esperemos que lo justifiquen. Franco no sólo produce, sino que también ha hecho de director en algunos de sus episodios. Parece que tras 22/11/63 le ha cogido el gusto a esto de las series, aunque ahora nos ofrece un trabajo muy alejado del anterior. Otra de las productoras de The Deuce es también otra de sus protagonistas Maggie Gyllenhaal (a quien en la gran pantalla hemos vistos en títulos como El Caballero Oscuro y Donnie Darko), en el papel de una prostituta que trata de sobrevivir en las calles como independiente y sin tener a un chulo detrás controlando sus movimientos, mientras tiene a su hijo viviendo con su madre fuera de la ciudad. Ella es una de las primeras que se da cuenta de que su futuro laboral pasa por el porno.

Como en las series de Simon hay una larga lista de personajes secundarios que nos ayudan a ofrecer una visión más global de cómo era ese ambiente. La prostituta que se emociona viendo películas clásicas y con sensibilidad para el arte; la recién llegada que finge ser una mosquita muerta pero que sabe hasta latín; el policía que alguna vez intenta llevarse a la cama a alguna de las que caen en sus redadas; el mafioso del barrio; la joven estudiante universitaria que empieza un viaje a lo más bajo tras ser expulsada de la Universidad; los chulos y algún que otro pervertido. Personajes presentados con el mayor realismo posible y con los que se trata de huir de tópicos y clichés. Todavía no hemos encontrado en The Deuce a nuestro Omar Little, el papel que inmortalizó a Michael K. Williams en The Wire y que le convirtió en secundario de lujo en las producciones de HBO.

La secuencia de los títulos de crédito es totalmente retro y nos traslada a los años en los que está ambientada la serie. Una época que han tratado de reflejar otros títulos como The Get Down y VinylThe Get Down Vinyl. El esfuerzo para recrear la ambientación de la época tiene resultados y los pelos a lo afro, se alternan con las patillas, los pantalones de campana, con un toque de música soul. Hasta la fotografía tiene un aire deliberadamente retro.

Con tres episodios emitidos por el momento aún es muy pronto para saber si The Deuce estará a la altura de los títulos anteriores de David Simon, aunque promete. Por lo pronto, hace poco que la HBO ya anunció que la renovaba para una segunda temporada. El mensaje social está latente, así como las críticas a una sociedad deshumanizada y obsesionada con los beneficios a toda costa. Ninguno de los protagonistas parecen ser quienes luego se convertirían en las primeras estrellas de la industria del porno, así que a algunos de sus personajes no les auguramos un buen futuro. Si The Wire era un retrato del mundo de la droga, en The Deuce asistimos a una radiografía de la trata de seres humanos. ¿Estará cada temporada dedicada a mostrarnos distintos aspectos del mercado de la carne?