Segunda y última entrega de las series que jamás he aguantado. Lo más escalofriante es que muchas de ellas siguen reponiéndose una y otra vez. Si se me ha olvidado alguna, tal vez es que no piense en ella lo suficiente como para llegar a odiarla. Vamos con las cinco primeras del top.

5) Cosas de casa. Con Steve Urkel no hay término medio. O lo odias o te encanta. En mi caso, soy más de los detractores que de los defensores. En serio que he sido incapaz de terminar ni un solo episodio y sus payasadas me arrancaban más cabreos que carcajadas. Hace poco se hizo viral una de esas trolas, también llamadas leyendas urbanas, en las que se decía que el actor que lo interpretaba, Jalel White, había muerto de una sobredosis. Algo a la altura del bulo de que el empollón de "Aquellos maravillosos años" era el cantante Marilyn Manson, hecho que muchos dieron como cierto durante años. Nada más alejado de la realidad en los dos casos. En la actualidad, White es un orgulloso padre de familia que trabaja como comentarista deportivo y ha puesto su voz para doblar a algún personaje de animación. Su legado han sido nueve temporadas y más de 200 episodios en una telecomedia surgida como un spin off de Primos Lejanos y en la que en los primeros episodios Urkel ni siquiera aparecía. Steve Urkel debutó a la mitad de la primera temporada y poco a poco fue robando el protagonismo al resto de actores de la serie.

4) Sensación de vivir: A mi me tocó padecerla siendo adolescente y jamás me sentí identificado con ninguno de los personajes. Amores y desamores en un culebrón de instituto creado por Aaron Spelling, uno los productores de televisión más prolíficos de la historia. Semana tras semana inyectaba moralina en estado puro, con debates sobre la pérdida de la virginidad y si es un drogadicto en potencia un chaval que se bebe una cerveza. Entre las principales series de su creador están Vacaciones en el Mar, Los Ángeles de Charlie, Starsky y Hutch y Dinastía. Creo que Sensación de vivir (llamada en Estados Unidos Beverly Hills 90210) debió ser una de las primeras series en las que se creó un grupo de antifans de uno de sus protagonistas: Brenda Walsh, interpretada por Shannon Doherty. En los inicios de internet, la comunidad de fans se movlizó en el club Odiamos a Brenda. La propia actriz ha confesado que detestaba a su personaje y Kevin Smith no pudo evitar incluir un gag impagable sobre ella en Mallrats, aprovechando que contó con Doherty en el reparto. Fueron los primeros pasos del fenómeno llamado hate-watching, series que se ven solamente para odiarlas y ponerlas a caldo. Otra de sus protagonistas también consiguió erigirse en este particular pedestal de las más detestadas, no ya tanto por la calidad de su trabajo como por su apellido: Tori Spelling. ¿Les suena? ¿Creó papá la serie para enchufar a su hijita? Diez temporadas y 296 episodios y una segunda serie más reciente de cinco temporadas y 109 capítulos más que retomaba a los mismos personajes años después.

3) Walker: De verdad, me pregunto, ¿existe alguien a quien le guste Chuck Norris? ¿Cómo es posible que este personaje haya conseguido protagonizar una serie de televisión propia tras haber intervenido en algunas de las peores películas de acción de los años 80? Pues ahí lo tienen: Nueve temporadas y 203 episodios. En Estados Unidos puede entenderlo, pero ¿aquí?, ¿en España? Durante años y años he visto como las privadas la emitían antes de comer sin entender jamás el por qué. A veces la mediocridad tiene esas recompensas. Chuck Norris haciendo de Chuck Norris. Un policía fronterizo que tiene el estilo del salvaje oeste para luchar contra el crimen.

2) Se ha escrito un crimen: Nunca he aguantado a Jessica Fletcher, la protagonista de esta serie que durante doce años encarnó la veterana Angela Lansbury. Reconozco que lo mío con esta serie es visceral e irracional, pero es que siempre me ha aburrido muchísimo. La Fletcher es una escritora de novelas de misterio que cada semana, visitando a algún familiar o haciendo promociones de sus libros, llegaba a una nueva ciudad y se enfrentaba a un crimen, debiendo aplicar las dotes detectivescas de los personajes de sus obras a la vida real. La serie siempre me pareció una mala copia de la Miss Marpple de Agatha Christie. Tras 265 episodios, la serie continúa reemitiéndose hoy en día. Siempre me he preguntado como esta señora podía tener tantos parientes, teniendo en cuenta que había un crimen en cada episodio. Capítulos autoconclusivos, sin tramas que continúen después, por lo que da absolutamente lo mismo el orden en el que se visionen. Desde los cinco primeros minutos se sabe ya quién va a morir y quién es el asesino. Todo muy previsible. La Fletcher resolvía siempre todos los misterios, pero para mí siempre quedará pendiente el mayor misterio de todos. ¿Cómo consiguió aguantar tantos años en antena?

1) Prison Break: Decían que la primera temporada era la mejor y que luego la historia se deshinchaba porque los productores iban alargando la historia como un chicle intentando explotar la gallina de los huevos de oro. Ni siquiera me gustó la primera, así que cuando iba por la mitad ya me empecé a preocupar al comprobar que esto no iba a remontar en ningún momento. La historia del hombre que entra en prisión para salvar a su hermano de la pena de muerte por un crimen que no había cometido nunca llegó a engancharme. Hay películas bastante mejores sobre fugas de cárceles y que se pueden ver en menos tiempo que los 81 episodios de esta serie, que se cerró con un telefilme final que era una auténtica tomadura de pelo. Los personajes no tenían carisma y algunos mostraban vaivenes inverosímiles: ahora me toca ser bueno, ahora malo y de oca a oca y tiro porque me toca. Ni siquiera la serie supo aprovechar el giro argumental de que la villana que movía los hilos en la sombra era nombrada presidenta de los Estados Unidos. Hace poco el protagonista, Wentworth Miller, salió del armario. La revelación nos dejó a todos bastante indiferentes, tanto como lo hizo la serie. Lo único que se salva de la cama es el psicopata T-Bag interpretado por Robert Knepper. Prison Break es el prototipo de lo que se conoce como una serie sobrevalorada.