No es una serie de audiencias masivas, ni tampoco una de ésas cuyo argumento ya está destripado en internet a las pocas horas de haberse emitido. Sin embargo, el boca a boca, unos guiones muy sóllidos y un buen reparto están provocando que, año a año, sus seguidores vayan aumentando hasta auparla a los primeros puestos de esas series que hay que ver. The americans ha cerrado este año su mejor temporada, la cuarta, y tiene otras dos por delante para ir cerrando tramas y acabar su historia porque sus creadores ya han dicho que llegarán hasta la sexta y allí acabará todo. En internet hay una activa campaña para pedir firmas para que nominen para los Emmy a uno de sus personajes secundarios, el de Martha Hanson, interpretado por Alison Wright, de quien hablaremos un poco más abajo.

The Americans nos presenta a los Jennings, Phillip y Elisabeth, un matrimonio que regenta una agencia de viajes en Washington durante los años 80 y padres de dos hijos, Paige y Henry. La pareja guarda un gran secreto, en realidad son dos agentes de la KGB soviética infiltrados en la sociedad estadounidense con el propósito de conseguir secretos de Estado para su país. Ambos fueron obligados a casarse para interpretar su papel, pero, con el tiempo, han aprendido a quererse y se han metido demasiado en sus papeles, sin que sus hijos sepan nada de cuál es la profesión verdadera de sus progenitores. Por cierto que los dos protagonistas (Mathew Rhys y Keri Rusell) son pareja en la vida real, tras un romance iniciado durante el rodaje. Volviendo al argumento, su vecino Stan Beeman (Noah Emmerich) es el agente del FBI que se encarga de buscar espías soviéticos en suelo americano. En los fines de semana se va de cañas e invita a barbacoas a quien él consideraría sus enemigos, de saber a qué se dedican exactamente. ¿Tendremos otro momento a lo Breaking Bad cuando lo descubra?

Entre los responsables de la serie se encuentra Graham Yost, creador de Justified, y Joe Weisberg, que cuenta en su curriculum con el interesante dato de haber trabajado para la CIA durante tres años. El enfoque de The Americans no es nada convencional. No hay buenos ni malos. Cada uno hace lo que tiene que hacer porque piensan estar actuando por un bien mayor, aunque eso a veces obliga a matar a civiles inocentes y a hacer daño a personas que no han hecho nada. Los espías rusos no son los demonios que habitualmente nos presentan en el cine americano, pero tampoco se cae en el recurso de presentar a los norteamericanos como los malos. Todos tienen sus zonas de gris.

Estamos en plena era Reagan, años donde el fervor anticomunista estaba a flor del piel y la guerra fría atravesaba uno de sus momentos más delicados con la amenaza constante de un lanzamiento de misiles nucleares a gran escala por parte de las dos grandes superpotencias. Se trata de unos años en los que la tecnología no estaba tan avanzada. No había móviles, los ordenadores personales apenas estaban empezando, cuando colocabas un micrófono tenías que ir acordándote de cambiar la cinta y las fotografías se revelaban. Las pelucas y los bigotes postizos formaban parte del equipo de estos espías que a lo largo del día debían asumir identidades falsas para lograr la ansiada información. El videoclip de Sting de arriba (Russians) refleja los miedos de la época a la guerra atómica como una posibilidad real y cierta. Como en un episodio de Cuéntame, The Americans está lleno de referencias a los acontecimientos de la época y alguno de estos sucesos tiene incidencias directas en el argumento. No en vano, todo está basado en un suceso real que impactó a la sociedad norteamericana en 2010 como fue el arresto de Elena Vavilova y Andrey Bezrukov en Massachusetts tras descubrirse que eran espías de la antigua URSS que habían estado infiltrados durante años en el país. La pareja tenía dos hijos que fueron criados como estadounidenses y que iniciaron después una batalla por regresar a la que ellos consideraban su auténtica patria, a raíz de que toda la familia fuera deportada.

Otros sucesos reales que nos muestra The Americans fue el atentado fallido contra Ronald Reagan y cómo éste aumentó los niveles de paranoia dentro de los servicios secretos, que pensaban que había sido obra del KGB. Luego se descubrió que todo había sido obra de un tarado que se había enamorado de Jodie Foster y quería llamar su atención. La guerra soviética en Afganistán y el apoyo de Estados Unidos a los talibanes para minar al comunismo; la muerte de Breznev; el inicio del programa de satélites Guerra de las Galaxias; el nacimiento del movimientos Solidaridad en Polonia, son algunos de los momentos claves de la Guerra Fría durante los ochenta que hemos podido ver a lo largo de la serie. En esta última temporada, The Americans también nos ha contado cómo fue el estreno en televisión de El Día Después, una TV-movie que fue todo un impacto en su día y que narraba cómo sería una guerra termonuclear. El boom fue tal que en España y otros países la película se estrenó en la gran pantalla. Aunque no todo ha sido Guerra Fría y política internacional y este año hemos tenido tiempo para recoger otro tipo de eventos como fue la apertura de Epcot, el nuevo parque dentro del complejo de Disneyworld en Florida. ¿Cómo afectará el inicio de la perestroika el final de la serie?

Pero no hay que equivocarse, la serie no es un tratado de historia sobre los años 80. El argumento son los problemas familiares de los Jennings. Todas esas referencias son el contexto en el que transcurren sus misiones. Las consecuencias de ése no saber dónde acaba su tapadera y donde empieza su vida real. Las constantes amenazas a que sean descubiertos. El miedo de Phil de querer demasiado a Elisabeth. Las crisis con sus hijos. Sobre todo con Paige que, en la segunda temporada, tiene una especie de epifanía y se convierte en una ferviente creyente católica, una revelación que estará a punto de chafarles la tapadera a sus padres. La adolescente haría muy bienas migas con Grace Florrick, la hija de Alicia en The Good Wife, que en la tercera temporada también sufre una revelación de fe. La conversión religiosa de la adolescente está mejor explotado aquí que en la serie de los abogados de Chicago. Y hasta aquí puedo leer. Paige será la que más problemas traiga al matrimonio de los dos hijos, ya que la KGB quiere prepararla para que recoja el testigo de sus padres y trabaje para ellos en un futuro. Más ajeno a todas estas tramas parece el otro vástago de la pareja, Henry, que por el momento sigue apollardao sin enterarse de nada, jugando a los videojuegos.

The Americans cuenta con un gran despliegue de actores secundarios como Frank Langella, Margo Martindale o Dylan Baker. Pero este año ha brillado con luz propia Alison Wrigth, que desde el inicio de la serie ha interpretado a Martha Hanson. La trama de Martha se ha ido cociendo a fuego lento desde el primer episodio y ha llegado esta temporada a su punto álgido, tras habernos dado alguno de los mejores momentos de toda la serie. Martha es la secretaria del director del departamento de contrainteligencia del FBI, lo que la convierte en una posible vía para el KGB para acceder a todos los secretos de esa oficina. Llegados a este punto, vamos avisando de que a partir de ahora podrás encontrar algún que otro spoiler. Martha no es precisamerte una belleza y su vida gris y solitaria la convierten en una presa fácil para que Phil, con una de sus identidades falsas (Clark), la seduzca y consiga que coloque un micrófono en el despacho de su jefe. El tal Clark la engaña diciendo que trabaja para el Gobierno americano y que se trata de una investigación supersecreta, tan secreta que nadie puede saber de su affaire y llegan a casarse de incógnito. La farsa de matrimonio entre Clark y Martha llega a generar algún que otro momento cómico en sus primeros momentos. La historia se va volviendo más amarga cuando vemos cómo Martha empieza a intuir la verdad y su vida empieza a desmoronarse en torno a ella. El personaje va ganando entereza y sabe cómo poner a cada uno en su sitio, pero lo más conmovedor de todo es que Martha ama a su falso esposo y siempre confía en que los dos terminarán juntos. No sabemos si volverá, pero Martha ya ha salido de la serie y ésta no va a ser lo mismo sin ella.

El éxito de The Americans ha hecho que se hayan estrenado estos dos últimos años varias series que tratan de explotar el filón redescubierto de las historias de espías en la Guerra Fría. El primero de ellos fiue Aliegance, que coge la misma idea argumental pero la traslada a nuestro días. Una espía rusa, interpretada por Hope Davis, que dejó su pasado atrás tras el fin de la Guerra Fría para formar una familia. Años después, sus antiguos superiores tratan de reclutarla para una nueva misión. Tras un correcto arranque, con escenas de acción trepidante, la historia se va deshinchando a medida que avanza. La audiencia cayó en picado cuando empezaron a meter cosas como que el hijo de la pareja protagonista, que casualmente es analista de la CIA con la misión de perseguir a sus padres sin saberlo, resulta que tiene memoria fotográfica y cosas como el estilo. La cosa coge un poco de impulso en su tramo final pero la serie fue cancelada y no obtuvo una segunda temporada. Destaca la presencia de Giancarlo Esposito como uno de los malos malísimos.

La otra ha sido Deutchland 83, una producción alemana que para muchos ha sido una de las series revelación de este año y una de las mejores producidas en ese país. El argumento traslada la acción a la Alemania de los 80, cuando la nación estaba dividida en dos. El protagonista es un agente encubierto de los servicios secretos del Este (la Stasi) que se infiltra en el ejército de la Alemania occidental. La serie está concebida para contarse en tres temporadas, la primera se ha ambientado en el 83, la segunda transcurrirá en el 86 y la tercera en el 89 para contar la caída del Muro de Berlín. Por el momento, la tengo en mi lista de series pendientes por lo que ya os contaré más cosas sobre ella en las próximas semanas.