No es nada casual que en estos tiempos en que pasamos por una de las crisis económicas más duras que se recuerdan se lleven las series apocalípticas. Otros lo achacarían a la profecía del calendario maya del 2012, pero ese año acabó hace ya dos y ahí siguen al pie del cañón las series sobre el fin del mundo. Y no hay mejor trasfondo para hablar de apocalipsis que las series de zombies y sobre todo 'The Walking Dead'.

Los muertos vivientes de la AMC entran este otoño en su quinta temporada con la resolución de la saga del 'Santuario'. Para los que no hayais visto el final de la cuarta temporada podéis pasar al siguiente párrafo porque viene un spoiler. Una vez perdido el refugio de la cárcel en la que los protagonistas se ocultaban de los zombies, fueron a la busca de un lugar llamado Santuario, que acabó siendo el reclamo que utiliza un grupo de caníbales para tener un suministro garantizado de carne. La temporada acabó con los protagonistas encerrados por los antropófagos.

Semana a semana, 'The Walking Dead' nos lleva a una sociedad en la que la civilización tal y como la conocemos ha desaparecido y no hay un Estado que garantice el bienestar de los ciudadanos. Las normas por las que nos regíamos carecen ya de sentido y cosas que nos parecen moralmente reprobables se convierten en la única decisión posible. Una visión de la humanidad en la que es lógico que Rick Grimes y el resto de su grupo tengan mayor pavor a encontrarse con otro grupo de personas que con una horda de zombis. En una invasión de muertos vivientes, el peor enemigo del hombre es el propio hombre. Es el mundo del sálvese quien pueda e impera la ley del más fuerte. ¿Una perfecta metáfora de los actuales tiempos de crisis?

Hay otras series que juegan con el apocalipsis, pero no llegan ni de lejos a la altura 'The Walking Dead'. Me hablaron muy bien de 'Falling Skies', donde se cambian los zombies por una invasión extraterrestre y la humanidad se organiza en forma de guerra de guerrillas, pero no consigo soportar a sus protagonistas y la falta de empatía que me impide conectar con la historia. Otro botón de muestra es 'Revolution' que nos habla de una sociedad en la que de repente un día todos los apartados electrónicos dejaron de funcionar. No he conseguido pasar del piloto porque no me creo a esa pandilla de niños pijos como supervivientes de una sociedad apocalíptica.

Pero no sólo se pueden hacer metáforas del mundo actual con las series del fin del mundo. No hay más que mirar los paralelismos que hace el líder de Podemos, Pablo Iglesias, entre la situación actual y 'Juego de Tronos': el rey Joffrey se atrinchera en su trono de hierro, del mismo modo que los políticos actuales; mientras que la khaleesi se gana la legitimidad conectando con la voluntad popular y el anhelo de todos los oprimidos.

Como guinda, tenemos 'Breaking Bad', otra de las grandes series actuales, donde el profesor de química Walter White decide hacerse fabricante de anfetaminas y ganar dinero fácil, en una sociedad que no le valora y en la que apenas puede sacar adelante a su familia con su trabajo en la enseñanza y otro en un lavadero de coches.

Son diferentes modos de hablar de un sistema que parece haber dejado de funcionar.