A veces el plan es que no hay plan. Y efectivamente no todos tenemos claro cuál es nuestro plan de vida, es más, no tienes por qué tenerlo claro. Diría que, como la mayoría, vas andando y viendo, comprobando y errando, subiendo y bajando, curioseando por aquí o por allá sin acabar de visualizar con claridad ese futuro incierto, sin ser capaz de vislumbrar tu camino más allá del horizonte.

Y es que, en ruta hacia ese confín, todo es un cúmulo de circunstancias insospechables. El camino discurre tranquilo y luego vira en un giro inesperado y se retuerce y vuelve a la suavidad y un día pisas espinas lacerantes, al siguiente sientes la ingravidez del éxito. Hoy cruzas un túnel oscuro, mañana un nuevo amanecer te deslumbra. Aquí oteas el negro interior del pozo y allí te elevas victorioso hacia la cumbre dorada. En un momento ardes en llamas de dolor y a la semana reposas sonriente sobre la hierba húmeda como si nada hubiera sucedido. Y, mientras te meces en este vaivén continuo, te preguntas: ¿Hay un plan sobre mi vida o debo ser yo quien diseñe el plan? ¿Hay una fuerza que no veo que me está guiando o todo depende de mí exclusivamente? ¿Qué hago, me dejo llevar o me llevo?

Be water

Dejarse llevar es todo un arte, el arte de fluir ha de trabajarse, has de estar en perfecto equilibrio físico, mental y espiritual o te puede arrastrar la corriente. Fluir sí, siempre, pero mejor con un plan.

Por lo que tengo experimentado siento que existe una fuerza ajena a mí, una energía que te transporta por una senda, pero que te brinda absoluta libertad de giro en cada semáforo. Y es en ese libre albedrío donde existe el peligro de perderse, pues no siempre uno es capaz de gobernar su propia autonomía.

Creo firmemente en que la Fuente te guía y te da consejo, actúa de manera sincrónica pero depende de ti estar preparado, entrenado, sintonizado, para saber interpretar los mensajes que la vida te está dando a cada paso.

Si trabajas por mantenerte en el equilibrio emplearas a la vida como palanca y no como obstáculo, sabrás interpretar todo lo que te encuentres por delante como un recurso, no como un fastidio. Y entre los múltiples ingredientes del equilibrio figura, sin duda, la planificación.

El director general de ti mismo

Como máximo accionista de esa empresa que llevas a cuestas y que eres tú mismo, siempre serás más rentable desde el punto de vista vital si trazas un plan, si tienes claro, no tanto a dónde quieres llegar sino el tipo de vida que quieres vivir.

Planificar no es más que decidir hacia dónde quieres dirigirte y marcarte unos hitos en el camino para llegar a tu destino. Como en un slalom, los palos solamente están para saber dónde tienes que girar, por dónde tienes que continuar o cambiar de trayecto.

El principal enemigo de la planificación es la duda, la pereza, la falta de compromiso, la falta de responsabilidad y el miedo. Pero precisamente una buena planificación te libera de todos estos elementos desequilibrantes.

El año a vista de pájaro

Estas fechas son propicias para planificar, de hecho esta semana me he planificado todo el curso. Ya sé qué findes imparto cursos, cuáles son mis principales proyectos personales del año y qué hitos importantes van a adornar mi vida hasta julio de 2017. Esto no significa que luego las cosas cambien o que vayan a suceder muchas otras, pero sí me dan la tranquilidad de, a golpe de vista, poder visualizar fechas, espacios, zonas, etapas. Ya sé en qué meses voy a tener que apretar más y en cuáles puedo bajar el ritmo. En este caso es así porque he decidido ser mi propia empresa, pero aun así, si trabajas para otro, te invito a que diseñes tu calendario anual y coloques los principales hitos, aunque tan solo sean aspiracionales.

Si te da pereza confeccionarte un macrocalendario los chicos de calendarista te pueden echar una mano con sus calendarios gigantes a vista de pájaro.

Tener un mapa relaja tu mente, esa en donde todo se hace más grande y más pesado, esa que enseguida llama a capítulo a Doña Esperanza y le pone sobre la mesa todos los informes redactados por Don Miedo en perfecta caligrafía.

Sabes que tu peor enemigo eres tú, tu trabajador más díscolo, tu amante más ingrato, tu amigo más exigente y tu torturador más implacable, todos esos eres tú.

Pero si cuando te visitan esos autopersonajes cansinos tienes un plan que seguir, solo podrán unirse a él, transformarse y empujar todos juntos para alcanzar la motivación que te ponga a pedalear a ritmo constante vengan subidas o bajadas, aceche la noche o se compliquen las curvas.

En movimiento

Dibújate sobre el papel una idea de cómo quieres que sean tus próximos meses y verás cómo hay una parte de ti que se relaja, incluso que se emociona porque ya sabes hacia dónde vas, ya sabes que tendrás que renunciar a algunas cosas y cuándo, pero lo sabes con antelación y te preparas para ello.

Tú eres tu propia start up, aunque a diferencia de una empresa tradicional aquí los beneficios no son monetarios, aquí tu sueldo se traduce en VIDA.

Tener un boceto de lo que está por llegar hace que navegues hacia ello y siempre hay mayor posibilidad de llegar a buen puerto que a merced del caos de las olas.

No te frustres si aún no tienes un plan, ponte a ello, dedícate unas cuantas reuniones a ti mismo, diseña metas, objetivos y por supuesto periodos de descanso.

Y si no los alcanzas no te preocupes, lo importante del plan es que te pone en movimiento y por el camino la fuerza de la vida te va recolocando.

Porque recuerda, no estás solo. Tu plan forma parte de mi plan y mi plan del tuyo. Tu plan forma parte de un plan superior que a todos nos incluye, pero para que todo salga según lo previsto, has de cumplir tu parte, seas quien seas, te dediques a lo que te dediques, tu plan es imprescindible para el plan de todos.

Manera 85 de conectarse a la Fuente: Planifica.

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