E l próximo martes día 6 de noviembre arrancan en Alfaz del Pi las Fiestas Patronales en honor del Santísimo Cristo del Buen Acierto, patrón del municipio y una de las imágenes más veneradas entre los vecinos de la localidad y de otros municipios de la Marina Baixa. Las de este año, sin embargo, no serán unas Fiestas más. En 2007 se cumple el 150 aniversario desde que en 1857 un párroco natural de Alfaz legara a su pueblo la imagen del Santísimo Cristo, construyera a expensas una capilla para colocarla y consiguiera del Papa Pío IX una indulgencia plenaria para fomentar la devoción de los fieles. Este fue el origen de las Fiestas Patronales del Jubileo y del Santísimo Cristo del Buen Acierto del municipio y, su impulsor, el cura carmelita Pascual Baldó Orozco.

El libro «Historia de un Legado. El Santísimo Cristo del Buen Acierto y L$27Alfàs del Pi» editado este año por Ángela Castillo, J. Rafael Frías y José Soler Pérez reivindica la figura de este párroco alfacino, al que todos los años se recuerda en la Embajada que una niña del pueblo recita el día 10 de noviembre tras la solemne procesión del Cristo pero que «muy pocos conocen realmente quién fue, a qué se dedicó y por qué aparece su apellido en la Embajada», como destaca el profesor de la Universidad de Valencia y coautor de la obra, José Soler Pérez. El trabajo de investigación desarrollado para dar rigor a este libro comenzó en el año 2004, tres años antes de ver la luz, y requirió consultas en hemerotecas, archivos y bibliotecas de toda la comarca, pero también de ciudades como Valencia, Segorbe, Madrid, Badajoz, Alcalá de Henares, Roma e, incluso, la Ciudad del Vaticano, en cuyo archivo secreto también se recogen documentos, cartas privadas y datos bibliográficos de este carmelita «hijo de l$27Alfàs».

Según destaca este libro, Pascual Baldó Orozco vivió entre los años 1807 y 1868, hijo de una familia numerosas con raíces en Polop, La Nucía, Benidorm y Altea, pero residente en Alfaz del Pi, donde nacieron y se criaron él y sus nueve hermanos. Años después, sobre 1816, ingresó junto a dos de sus hermanos varones en la Escuela de la Orden de los Carmelitas de Valencia, iniciando su carrera religiosa en el Convento del Carmen. A lo largo de su vida ayudaría a los enfermos de la epidemia del cólera de 1834, fue predicador honorario del Ayuntamiento de Valencia, pasó por las parroquias de la Santa Cruz y San Salvador, donde fue ecónomo, y también participó en numerosas asociaciones de beneficencia, como la Real Asociación de la Caridad de Valencia, hasta acabar sus días en la ciudad de Segorbe.

La obra sobre su vida y la historia de las Fiestas de Alfaz relata que primitivamente la imagen del Santísimo Cristo se custodiaba en el Convento del Remedio de Valencia hasta la desamortización de 1835, cuando pasó a manos de Josefina Enjuanes Francesqui, una devota que posteriormente dejó en herencia la imagen a Pascual Baldó. El párroco donó a su pueblo esta talla, que según los documentos históricos llegó por mar desde Valencia a Alfaz el 26 de marzo de 1957.

Uno de los autores de esta obra, José Soler, se pregunta «cómo explicar que un pueblo que se concentra todos los años en la plaza Mayor para acompañar aquella imagen del Cristo crucificado no haya tenido un gesto de agradecimiento al alfacino que lo hizo posible», para proponer reconocerlo con «una calle, una plaza a su nombre, o un funeral por su memoria...». Para Soler Pérez, «estos días los alfacinos podemos optar entre aprovechar la ocasión de este 150 aniversario para saldar la deuda y compensar este olvido imperdonable o seguir ignorando la figura y relevancia histórica de nuestro excepcional Pascual Baldó». Por último, reclama a las autoridades locales que «no dejen escapar esta oportunidad».