El casco antiguo de Benidorm se reactiva con nuevos comercios tradicionales y artesanos

Las calles peatonales del centro incorporan nuevos negocios con productos de kilómetro cero y hechos a mano impulsados por jóvenes empresarios que apoyan la "vida de barrio" | Los talleres se suman a la oferta de esta zona que se complementa con los establecimientos de toda la vida

Uno de los bancos de trabajo con más de 100 años de una joyería de Benidorm.

Uno de los bancos de trabajo con más de 100 años de una joyería de Benidorm. / Pilar Cortés

Lejos del bullicio de las zonas más turísticas de Benidorm, en las calles más céntricas de la ciudad y el casco antiguo se respira la tranquilidad de la vida cotidiana, la de barrio. Vías como Tomás Ortuño o las más pequeñas del Calvari aún mantienen abiertos algunos de los comercios de siempre. Aquellos donde el trato es diario y donde los comerciantes conocer al dedillo qué compran o qué gusta a sus vecinos. Y entre esos establecimientos que aún mantienen esa esencia se abren paso nuevos negocios abiertos por empresarios jóvenes que han decidido que los productos que sirven sean tradicionales y artesanales, alejados de las producciones industriales.

Las calles peatonales del centro de la capital turística han recuperado parte de la vida de antes tras una crisis sanitaria que fue muy dura. A los comercios más tradicionales de frutos secos, pequeños supermercados, panaderías, droguerías, floristerías o papelerías se suman nuevos negocios que están ayudando a revitalizar esta zona histórica y que conserva algunos restos de lo que era el primer Benidorm. Joyería, cerámica, lana o compra a granel son algunos de los productos que se han incorporado a la oferta.

Trabajar con productos de kilómetro cero y hechos a mano es la base de estos nuevos establecimientos que han abierto jóvenes empresarios que han decidido volver a la "vida de barrio". El perfil se repite: vecinos de la ciudad que se fueron a trabajar o estudiar fuera que ahora han decidido abrir sus negocios en el municipio que les vio nacer y donde también sus padres o familia tenían sus tiendas o comercios.

En Tomás Ortuño con la calle Limones se ubica uno de ellos: La Furona. En su escaparate se pueden ver capazos de esparto hechos a mano, todo tipo de vajillas y cerámica con diseños exclusivos, botijos como los de siempre y, al fondo, una gran pared llena de lanas de colores. Al frente están Elvira Soria y Nacho Estrada quienes en 2021 decidieron abandonar el bullicio de Barcelona y volver a Benidorm.

El escaparate de uno de los negocios con productos artesanales.

Elvira Soria en su negocio de productos artesanales. / Pilar Cortés

"Soy de aquí y me he criado en estas calles", explica Elvira Soria desde su comercio que abrió en el local donde su padre tenía antiguamente Deportes Halcón. Ella se conoce bien el barrio y destaca que "eso es lo que quiero ofrecer" además de "contribuir a hacer comunidad, es muy importante". Tuvo claro que el negocio tenía que estar en ese espacio y lo que quería ofrecer a sus clientes: "Soy muy activista de lo fabricado en España y, además, de que sea lo más local posible". Por eso sus proveedores intenta que sean de la provincia o lo más cerca que pueda: "Tengo productos de Ollería, botijos de Agost, capazos de Gata de Gorgos... todo de talleres artesanos", nada de industrias grandes, hecho a mano. Además, "nos gusta ir nosotros mismos a conocer el producto, es genial".

Elvira asegura que "si quieres que pase algo en Benidorm, tienes que hacerlo tú", porque "hay muchas carencias culturales" y considera que hay menos oferta para los que son de la ciudad, más allá del turismo. "Sí hay un público local que busca cosas diferentes para hacer un regalo o comprar algo bonito. Incluso para hacerse su propia ropa y tejer", afirma.

Ese público local es el que acude también Verdú Orfebre, ubicada en la calle Apolo XI, cuyo propietario es Alfred Verdú: "El 90-95 % de mis clientes son del pueblo", aunque reconoce que algún turista y también extranjeros entran. El joven viene de una larga tradición familiar de joyeros desde "mi bisabuelo a mis tíos y mi padre", asegura. Él creció en el taller de su familia donde "cuando tenía 14 o 15 años ya empezaba a hacer cosas". Y muchos de esos clientes ya lo eran de su familia.

Alfred Verdú trabajando en su joyería.

Alfred Verdú trabajando en su joyería. / Pilar Cortés

La pandemia obligó a sus tíos a cerrar el conocido negocio de toda la vida ubicado también en el centro que llevaba el apellido como nombre. Fue en 2020 tras estar abierto desde 1966 y "tras dos o tres años danto vueltas en otros trabajos me decidí a abrir este comercio porque no quería que se perdiera el oficio de mi familia". El propietario aún trabaja algunas cosas como antiguamente. En su local se puede ver un banco que tiene más de 100 años donde se estila el hilo de oro o plata para hacer las cadenas, toda una joya de orfebrería. "Hay muchas joyerías, pero el trabajo pequeño no lo hacen en todos lados", explica Verdú mientras apunta los datos para un arreglo de una cadena de plata.

A su lado, Jaime Ripoll ordena productos en las estanterías de La Retora. En este comercio se puede comprar a granel desde aceitunas a encurtidos, legumbres, pasta, arroz... y también fruta y verdura de kilómetro cero, pan, salazones, entre otras cosas. Además se pueden encontrar harinas de todo tipo. El propietario abrió hace poco más de dos años tras dedicarse a la agricultura ecológica. También es de Benidorm y conoce bien el barrio: "Soy de aquí y mi hábitat es el centro".

"Me apetecía comprar y ofrecer producto español con un poco más de calidad", explica; y, además, de venta a granel como se hacía antes en muchos comercios. La mayoría de lo que tiene a la venta es de kilómetro cero, de la zona.

El comercio de Jaume Ripoll de venta a granel.

El comercio de Jaume Ripoll de venta a granel. / Pilar Cortés

Si se les pregunta a los jóvenes empresarios la razón por la que eligieron abrir su negocio en las calles más tradicionales todos coinciden en ese sentimiento de nostalgia de cuando sus familiares tenían sus propios comercios. Pero, además, tienen la misma idea sobre otra cuestión: revitalizar el barrio. "Abrir un establecimiento aquí es también ayudar al barrio", indica Elvira Soria. "El comercio ha ido desapareciendo y es un granito de arena que podemos poner". Destaca que la peatonalización de calles como Tomás Ortuño ha ayudado mucho a "fomentar la vida de barrio de verdad".

Jaime Ripoll además tiene "estudiado" cómo volver a abrir comercios en el centro es beneficiar a la ciudad: "Soy sociólogo y el trabajo de fin de carrera era precisamente sobre por qué se abandonan los centros de las ciudades", explica. "Si dejamos que desaparezca todo, es un desastre", añade. Pero también tiene claro que "si queremos darle vida a estas zonas, hay que ayudar a que abran negocios" para que los centros "no mueran". Y para ello reclama a las administraciones que inviertan más dinero en ello. Por su parte, Verdú asegura que volver a la vida de barrio es una forma de revitalizar los centros: "La gente de Benidorm es la que da vida a los barrios", y eso es algo muy importante.

Talleres artesanales

Elvira Soria en su taller.

Elvira Soria en su taller. / Pilar Cortés

Los nuevos comercios abiertos no solo venden productos, dos de ellos también ofrecen talleres para crear productos de forma artesanal por los clientes. Es el caso también de La Furona donde Elvira Soria tiene una zona dedicada a esos talleres, desde macramé a costura pasando por croché o cerámica. "La gente busca cosas diferentes y poder hacerlas ellos mismos", añade.

Casa Cremà, en la calle La Parra, nace precisamente como un espacio para dar rienda suelta a la vena artística de aquellos que tengan inquietudes. Al frente está Marina Sanchis, una joven emprendedora que le ha dado vida a este rincón artesano: "Trabajé en Madrid y no me gustaba mucho el modelo de vida agobiante de una ciudad tan grande". Así que decidió montar su propio negocio en Benidorm. Como los anteriores, sus padres habían tenido durante 40 años un negocio en Tomás Ortuño. "Muchas cosas que vi en Madrid pensé que se podían hacer aquí", afirma.

Marina Sanchis en su negocio de Benidorm.

Marina Sanchis en su negocio de Benidorm. / INFORMACIÓN

Además "la cerámica es algo que estaba muriendo en la zona. No tengo un taller al uso sino que enseño lo que yo sé y lo que hago. Apuesto por mi trabajo y enseñarlo a los demás". La joven "quería acercar a la gente que potenciaran su creatividad y mezclar la parte artesanal con la tradicional y darle una vuelta", asegura. Ella se centra sobre todo en ofrecer talleres "diferentes" pero también quiso montar su negocio como "algo visual y atractivo" que llamara la atención de la gente que cruce el barrio. Aunque no es un comercio como tal, sí vende creaciones como "souvenirs de Benidorm más estéticos" o hace encargos para otros establecimientos o particulares.

Mezcla entre lo nuevo y lo más conocido

En Tomás Ortuño otro negocio ha abierto sus puertas hace poco. La Moderna, una churrería al estilo argentino que regenta Agustín Arrese. Abrir este tipo de negocio tradicional no es muy habitual y, además, en este se le ha dado una vuelta a los de toda la vida. El propietario explica que "los churros es algo que compartimos España con Argentina, aunque se haga de forma diferente, son similares en sabor". En su caso es toda una novedad. Porque este producto en ese país se hace recto para poder rellenarlo y en su caso son de dulce de leche, crema pastelera, crema de avellanas y dos salados de aceitunas y queso azul, "para los más atrevidos".

La nueva churrería en la calle Tomás Ortuño de Benidorm.

La nueva churrería en la calle Tomás Ortuño de Benidorm. / Pilar Cortés

Como el resto de empresarios que han abierto nuevos negocios, tenía claro que quería hacerlo en el centro tras estudiar varias ubicaciones. Además también apuesta por la idea de "hacer barrio" y colaborar con otros comercios locales en este sentido. Por ejemplo, para Sant Jordi, una librería cercana regalaba uno de sus productos al comprar un libro. Uno de los bares enfrente sirve chocolate para hacer el tándem perfecto. "Hay que fomentar la cultura y la colaboración local", afirma el argentino. También apuesta por el producto de kilómetro cero y lo compra a proveedores locales.

Su negocio además tiene otra parte: "Es un proyecto muy bonito y de segundas oportunidades. Empleo chicos con necesidades especiales para que trabajen y puedan sacar ellos adelante este negocio".

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