Una persona supersticiosa estaría convencida de que el instituto Pere Maria Orts i Bosch de Benidorm está gafado. Al menos, en lo que respecta a las obras de ampliación y modernización de su antiguo edificio, unas obras que comenzaron en el año 2009 y que ahora, casi una década después, siguen empantanadas y así seguirán durante no se sabe aún cuánto tiempo. Así lo reconocieron técnicos de la conselleria de Educación a una representación de profesores, padres y alumnos del consejo escolar del centro, que ayer acudieron a València para reunirse con responsables de la Dirección General de Infraestructuras Educativas y pedir explicaciones de primera mano sobre la nueva paralización que arrastran los trabajos desde la pasada Semana Santa.

Como ya contó semanas atrás este diario, la mercantil adjudicataria de finalizar la reforma, Construcciones San José, que retomó los trabajos el pasado mes de febrero, retiró en los días de Pascua todo el material y los trabajadores desplazados hasta Benidorm y abandonó las obras, tras detectar daños en la estructura del edificio primigenio del complejo. Al parecer, la mercantil alegaba que se trataba de «problemas graves» en el forjado que pondrían en peligro la estructura y que no le habían sido comunicados ni aparecían en el proyecto cuando accedieron a la licitación para terminar la reforma del que fue el primer centro de Secundaria y Bachillerato de Benidorm. De modo que, al no entrar dentro de sus competencias, la constructora no los asumiría y no continuaría con la reforma hasta que la Conselleria se pronunciase.

Y ayer lo hizo. Fuentes del consejo escolar del centro explicaron que el subdirector general de Infraestructuras Educativas, Jesús García Gil, no pudo comprometer ayer ninguna fecha para retomar las obras y reconoció que las mismas están sujetas a lo que diga un informe estructural que se ha encargado a una empresa externa. Asimismo, este responsable educativo trasladó al consejo escolar que ahora mismo están abiertas todas las hipótesis y que, entre ellas, no se descarta incluso tener que acabar derribando el antiguo edificio si dicho estudio confirma que los daños en el forjado son graves e irreparables.

Todo ello no se sabrá, al menos, hasta dentro de un par de meses cuando el departamento de Vicent Marzà calcula que estará finalizado ese estudio estructural del instituto.

Con dicho informe se pretende conocer la gravedad de las deficiencias detectadas en el inmueble y si las mismas tienen o no solución, lo que abriría la puerta a tres posibilidades. Por un lado, la anteriormente mencionada, que pasaría por tener que derribar el inmueble si los técnicos concluyen que el actual no ofrece las suficientes garantías de seguridad para mantenerlo en pie. Esto es, por ejemplo, lo que ya ocurrió con las antiguas casas de maestros del colegio público Leonor Canalejas de Benidorm, derribadas hace pocos meses por daños en su estructura.

Por otro lado, dos alternativas bastante mejores: que los daños sean de poca gravedad y que el coste de su reparación no exceda de los 110.000 euros -el 10% del presupuesto por el que se adjudicó la obra-, lo que permitiría ampliar el contrato a Construcciones San José para incluir estos trabajos; o que el coste sí que exceda de esa cantidad, lo que obligaría a hacer un nuevo proyecto y otra licitación, tal y como explicó un portavoz del consejo escolar.

Siete años otra vez perdidos

La sensación que tiene ahora la comunidad educativa del IES Pere Maria es de nuevo de frustración. Por un lado, porque se han perdido siete años esperando al final de las obras; por otro, y lo que es todavía más grave, porque en todo este tiempo ningún técnico de Educación haya detectado los daños estructurales existentes para poder haber puesto remedio mucho antes. «¿Cómo es posible que hayamos llegado hasta aquí, que se adjudicara una obra sin revisar antes cómo estaba el edificio y que ahora descubramos que el forjado está dañado?», se preguntaban ayer fuentes del centro consultadas por este diario.

Ahora, la única esperanza es que el estudio pueda ratificar en un par de meses que estas deficiencias no son de tanta gravedad como se apuntó inicialmente y que se puedan reparar sin necesidad de echar abajo el antiguo inmueble. «Esperemos que no, porque eso significaría nuevos retrasos y más años sin un instituto en condiciones».