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«Quiero saber si mi hijo murió o no»

Un matrimonio lleva cuatro años intentando saber si el bebé que tuvo en 1982 fue robado o falleció, como les dijeron en un hospital de Alicante

«Quiero saber si mi hijo murió o no»

Un día de 2014, una noticia en televisión sobre bebés robados en un hospital de Alicante les removió algo en su interior. Las historias que oyeron en ese momento les recordaron la pérdida de su niño en 1982 y había demasiadas coincidencias. En ese momento, Sol tuvo un pálpito que se parecía al que sintió el día que dejó el hospital hace 35 años cuando le dijeron que su hijo recién nacido había muerto a los 10 días de llegar al mundo. Así que ella y su marido Ángel decidieron acudir a lo que en aquella época se llamaba Residencia 20 de noviembre, y que ahora es el Hospital General de Alicante, a pedir el expediente médico de su hijo fallecido el 26 de diciembre de 1982.

Esos papeles tardaron en llegar, según cuenta la mujer, pero en ningún momento les pusieron peros para dárselos, según Ángel. Cuando empezaron a revisarlos había cosas que no entendían, demasiado argot médico, pero sí que descubrieron que el historial clínico de aquel bebé al que le pusieron Ismael acababa justo en el momento del fallecimiento por «paro cardiaco». Nada había del certificado de la muerte.

Sol recuerda el día que perdió a su pequeño como si fuera ayer. En aquel momento, ella con 25 años y su marido rondando los 40 vivían en Benidorm con sus otros dos hijos, una niña de dos y un niño de cuatro años. Una complicación en el parto hizo que la mujer tuviera que ser trasladada de urgencia a la entonces Residencia del 20 de noviembre de Alicante. El nacimiento de su hijo fue por cesárea, la segunda en menos de un año, lo que hizo que le costara recuperarse, como ella misma cuenta. El niño pesó 1,4 kilos, como recogen los papeles del historial clínico, y hubo que meterlo en la incubadora. Eso ocurrió el 16 de diciembre de 1982. Diez días después y «con 40 de fiebre» por las secuelas aún del parto, Sol acudió al hospital con sus otros dos hijos pequeños para que conocieran a su hermano. Cuando llegó le explicaron que el bebé estaba estable y que podía cogerlo. «Lo sacaron de la incubadora y me lo dieron, hasta le cambié los pañales. Estaba muy flaquito pero era muy moreno y con unos ojos azules muy grandes que llamaban la atención», recuerda. «Estaba bien cuando me fuí».

Fallecimiento

Pero unas horas más tarde, en lo que tardaron en hacer el camino de vuelta de Alicante a Benidorm, una llamada les cortó el aliento: el bebé había fallecido. Así que volvieron al hospital que habían dejado hacía poco. Allí les llevaron a la sala donde tenían el cuerpo de «mi hijo en una cámara. Me dijeron que estaba dentro pero que había sufrido mucho y era mejor que no lo viera. Por más que insistí, aquel enfermero no me abrió la puerta y no pude ver su cuerpo».

Era el segundo bebé que perdía en un año. El primero fue en marzo también tras nacer unas semanas antes de forma prematura. En esta ocasión, su marido Ángel sí pudo ver al difunto y enterrarlo en una sepultura que adquirieron en ese momento. Con Ismael la cosa fue muy diferente. En el hospital les catalogaron como personas sin recursos por lo que, por mucho que pidieron poder llevar al niño para enterrarle junto a su hermano, no consiguieron que así fuera y el hospital les aseguró que se encargarían de todo. «Mi hijo acabó enterrado en una fosa común del cementerio de Alicante, no me dejaron enterrarlo».

Sin certificado de defunción

Tras la muerte del pequeño, fue Ángel quien acudió al registro para informar de la defunción «pero sin ningún certificado ni nada», explicó a este diario. Desde el hospital les dijeron que no hacía falta. Lo cierto es que en un documento del Registro Civil aparece recogida su muerte e, incluso, la comprobación que se hizo y dónde supuestamente está el cuerpo del pequeño: en una fosa común del Cementerio Municipal de Alicante. Pero de certificado de defunción ni rastro. Esto les hace pensar más aún «que mi hijo no muriera aquel día». A ello se suma que hay documentos de aquella época que no ven claros «por la letra o el tipo de papel».

Con toda la documentación, en enero de 2015 acudieron a la Guardia Civil de Santa Pola, donde residían en esa fecha. Allí presentaron la correspondiente denuncia y les abrieron un expediente denominado «solicitud de suministro de información administrativa por parte de personas afectadas por la sustracción de recién nacidos».

Además, en mayo de 2015, se le realizó a Sol una prueba de ADN que quedó almacenada para futuras comprobaciones. También se pusieron en contacto con una de las asociaciones especializadas en estos temas de sustracción de bebés.

Sol recuerda todo lo ocurrido como algo muy doloroso y, 35 años más tarde, estar con la duda de si su hijo podría estar vivo tiene a ambos en un sinvivir. Sólo quieren comprobar que de verdad aquel bebé que recogen los papeles que está en una fosa común es el suyo: «quiero saber si mi hijo murió o no», alegó la madre, y tener «un certificado que lo diga». Ángel la miró en ese momento y le dijo: «hasta que te demuestren lo contrario, mi hijo está vivo».

Exhumación

Pero el proceso burocrático es largo. Además de la denuncia en la Guardia Civil, que se trasladó a Madrid, también han acudido a los juzgados de Alicante. También, el pasado mes de marzo enviaron un escrito al cementerio de Alicante para pedir comprobar el ADN. La respuesta fue que «para poder abrir la fosa común y, en su caso, buscar el cuerpo de su hijo, es necesaria una resolución judicial». En caso de que llegara, aún habría que «estudiar técnicamente la forma, el coste y el equipo necesario para la búsqueda» en caso de que se pueda, en estos años, ha habido «enterramientos posteriores», según recoge la contestación del Ayuntamiento.

Con todo, Ángel insiste en hacer un llamamiento para que cualquier persona que naciera sobre esos días en 1982 y tenga alguna duda de su pasado, que acuda a la Guardia Civil. Su esperanza es que alguna de esas personas sea su hijo.

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