El Ayuntamiento de Benidorm Benidorm gastó hace pocos años cerca de 500.000 euros en el acondicionamiento de espacios públicos como el Vivero de Empresas -ubicado en las antiguas casas de los maestros del Leonor Canalejas-, la extensión administrativa de la calle Limones y el espacio cultural abierto en el antiguo edificio de Telefónica de la calle Mercat. En la actualidad, el primero está siendo derribado después de que sólo estuviera en funcionamiento poco más de un año y los otros dos se encuentran cerrados a cal y canto. De hecho, ni siquiera los locales son de propiedad municipal.

El primero de ellos es el que se reformó más recientemente. Concretamente en 2015. Entonces, el antiguo vivero de empresas se sustituyó por una sala amplia y moderna en la que compartían espacio los emprendedores. En ella, el gobierno que entonces presidía el socialista Agustín Navarro invirtió238.000 euros, de los que cerca de 103.000 salieron de las arcas municipales y el resto de una subvencionados por el Fondo Social Europeo, a través del Servicio Valenciano de Empleo y Formación (SERVEF).

Quince jóvenes trabajaron en acondicionar esa sala a los que se les pagó el salario mínimo interprofesional. Además, según ha podido saber este diario, el Consistorio aportó materiales y mano de obra para completar los trabajos. A eso se sumaron otros 40.000 euros para rehabilitar la fachada del resto del inmueble donde se ubicaba el comedor del centro.

Cierre en 2016

Pero la alegría de la nueva infraestructura duró poco. En septiembre de 2016, un informe encargado a la Universidad Politécnica de Valencia ponía de manifiesto que la edificación presentaba daños y un nivel bajo de seguridad. El resultado fue el cierre inmediato del edificio y el traslado de las dependencias a otros lugares. Ahora, más de un año después, la Conselleria de Educación ha dado la autorización al Gobierno actual para derribar el inmueble donde estaba ubicado ese Vivero de Empresas reformado y donde, en un futuro, se pretende construir un edificio nuevo.

Pero el periplo de este inmueble puede no acabar para el Ayuntamiento con su demolición al haber recibido una subvención para su rehabilitación, ya que queda en el aire la posible reclamación de esa ayuda para que se devuelva por el municipio.

Si el caso del Vivero de Empresas llama la atención, lo acontecido con la Extensión Administrativa de la calle Limones en el año 2010 también lo es. En esa época, el recién llegado gobierno socialista prometió a los vecinos que contarían con un espacio para ellos. Ahora, siete años después, los técnicos municipales advirten que las instalaciones no cumplían con las exigencias normativas en vigor, lo que ha llevado a su cierre.

En este local, de propiedad privada, el Ayuntamiento gastó cerca de 200.000 euros para su acondicionamiento. Así, en materiales como pintura, electricidad o suelos, entre otros, según ha podido saber INFORMACIÓN, el Consitorio gastó 24.000 euros, a los que habría que sumar la mano de obra de los servicios técnicos. Además, el proyecto costó cerca de 30.000 euros.

Sin embargo, esas reformas no fueron las adecuadas, lo que llevó a su cierre. Además, el Ayuntamiento tiene ahora otro problema: no se ha pagado el alquiler desde 2012. Un importe que asciende a más de 100.000 euros que ahora se han abonado a través de un reconocimiento extrajudicial de crédito.

Espacio cultural sin uso

Y, por último, fue en 2011 cuando Cultura quiso abrir un espacio en la calle Mercat. Para ello, se llegó a un acuerdo con Telefónica para la cesión de un inmueble por cuatro años, eso sí, todo para acondicionar. Allí los servicios técnicos gastaron dinero en materiales y mano de obra por valor de cerca de 100.000 euros.

Se colocó la electricidad, el sonido, el suelo, se pintó... y sirvió para un par de exposiciones y para que las damas y reinas, ensayaran el conocido «peuet». El problema: no había aire acondicionado y usarlo en verano era un suplicio. Ahora, se puede ver un cartel de «se vende» en la puerta ya que, desde 2015, el local volvió a sus legítimos dueños después de expirar el convenio.