Cuando la vista falla, los otros cuatro sentidos se agudizan y permiten tener las mismas sensaciones que si se pudiera ver el alrededor. Eso es precisamente lo que pusieron en práctica un grupo de cerca de 500 miembros de la ONCE el pasado viernes en la lonja y el puerto de La Vila Joiosa. Allí, de la mano de la Cofradía de Pescadores, aprendieron todo sobre este arte a través de los sentidos y pudieron degustar el pescado fresco que cada día llega a tierra directo desde el mar.

Los asistentes llegaron por la mañana divididos en dos turnos; alrededor de 200 personas en uno y 300 en otros. En la zona pesquera del puerto vilero les esperaba el patrón mayor de la Cofradía, José Ignacio Llorca, dispuesto a que conocieran de primera mano cómo se pesca y qué se hace con el pescado.

La explicación fue por partes. Primero, cómo se tejen las redes para la pesca, un arte que en La Vila se sigue haciendo de manos de pescadores. Los miembros de la ONCE pudieron tocar las redes mientras oían la historia y cómo se fabrican. Su tacto les permitió diferenciar los materiales y cómo estaban tejidos además de lo complicado que es realizar este utensilio de pesca.

Tras conocer este paso para poder pescar, le llegó el turno a la subasta de pescado. La Cofradía de La Vila realiza esta venta los días de pesca por la tarde pero el viernes abrieron las instalaciones para que los participantes de esta jornada, llegados desde toda España, pudieran comprobar de primera mano cómo se lleva a cabo.

Con su oído y las explicaciones del patrón mayor presenciaron cómo se subasta el pescado que llega del mar cada día y se vende a restaurantes, supermercados u otros establecimientos. Además, conocieron las características que un pescado fresco tiene que tener y la clave para saberlo: el etiquetado. En ese punto, preguntaron al patrón cómo se pueden conocer esas cuestiones. La respuesta fue clara, el pescadero tiene que ofrecerles la información.

En esta subasta pudieron también tocar algunos de los peces que se pescan en la zona como el dentol, la lubina o el pez limón. También preguntaron a Llorca qué se hace con el pescado que se desecha.

Gusto y olor

Para terminar la jornada, los miembros de la ONCE pudieron saborear el pescado que llega a la lonja cada día además del olor que desprende cada uno cuando está cocinado. La Cofradía les ofreció una degustación de producto típico y fresco para que conocieran los diferentes sabores.

Tras su visita al puerto y la loja, el grupo también acudió a la fábrica de Chocolates Valor para conocer de primera mano cómo se realizan los productos de chocolate.