No fueron los causantes del problema, pero ahora sí quieren invitarles a ser parte de la solución. Después de mucho debatir y, también discutir, sobre si la Comunidad Valenciana debía seguir el ejemplo de otras comunidades como Baleares o Cataluña e implantar una tasa para gravar las pernoctaciones hotelerastasapernoctaciones hoteleras, Podemos ha decidio marcar el camino al Consell. Así, la propuesta lanzada por la formación morada hace dos semanas en el hemiciclo autonómico para estudiar la creación de este impuesto -que salió adelante con el apoyo de Compromís, socio de gobierno de los socialistas, que optaron por la abstención- ha cabreado y mucho a todo el sector del Turismo, ese gran invento que se ha convertido en el motor económico de la región y sin el cual no se conciben ciudades tales como Benidorm.

Un sector que vinieran como vinieran dadas ha tirado del carro. Un sector que también sufrió la crisis y que ahora empieza a recuperarse, como tantos otros. Un sector del que dependen cerca de 50.000 personas en la provincia. Piénselo, quién no conoce a alguien que trabaja en un hotel, el aeropuerto, un museo, un transporte público, un restaurante... El turismo lo impregna todo y ahora el Consell también quiere comerse su cacho del pastel de ganancias que tienen los alojamientos.

El Gobieno valenciano ve en esta hipotética nueva vía de ingresos la solución a muchos de sus grandes males. Los defensores a ultranza de implantar la tasa turística ya fantasean despiertos con todo lo que se podría hacer con esos 50 millones de euros que calculan recaudar con este nuevo tributo, eso sí siempre en beneficio de esta industria.

Pero, un momento, acaso no se han parado a pensar todo lo que podrían hacer si consiguieran de una vez acabar con el lastre económico que supone a la Comunidad Valenciana el modelo de financiación estatal. El reparto de fondos del Estado es injusto. Muy injusto. Tanto que desde hace años la Generalitat viene reclamando a Madrid que le abone una deuda histórica que asciende a miles de millones de euros. ¡Lo que se podría hacer con ese dinero!

Tampoco parece que las negociaciones para retocar el modelo de financiación lleguen a ningún puerto y, para más inri, Benidorm todavía no ha logrado ser declarado municipio turístico. Una etiqueta que, a la postre, se traduce en más financiación. Casi un millón al año. El problema es que la ley no tiene en cuenta el número de plazas hoteleras que acumule un destino, sino sólo las segundas residencias. Por ello, la ciudad de los rascacielos, no ha conseguido todavía obtener esta catalogación. En cambio, irónicamente, serán los mismos hoteles que no computan en una ley estatal los que pagarán la tasa turística. También los apartamentos reglados.

Y, mientras los populares, que gobiernan a nivel nacional, miran hacia otro lado en el Senado y votan en contra de que Benidorm sea municipio turístico. Pese a que el parlamentario del PP Agustín Almodóbar, oriundo de la ciudad turística, defiende lógicamnente este cambio y quien tuvo que abandonar la Cámara alta en el momento de la votación para al menos evitar la foto y el titular. Pese a que unos días más tarde, en el Congreso, el PP sí apoyó esa misma propuesta. Pese a que, después, la líder del PP en la Comunidad, Isabel Bonig, se atreva a pasearse por Benidorm para demostrar al alquiler turístico y los hoteles su rechazo a la tasa en lugar de ir a Madrid a exigirle al cabeza de su partido una mayor financiación o, al menos, evitar que en el Senado su formación voten en contra de que el principal destino de la Comunidad no sea municipio turístico.

Cosas del PP, que tras veinte años en el Consell dejó muchos agujeros por cubrir y de ahí que ahora la Generalitat necesita liquidez. La pregunta es si para conseguirlo se optado por el camino más fácil, que obligará a aquellos que sacaron las castañas del fuego en la crisis a arrimar el hombro también en la recuperación. Los hoteleros no se cansan de recordar que el gran caladero de ingresos está en los alojamientos sumergidos y los defensores de la tasa no lo niegan, el problema es que esos ingresos no llegaríana tiempo y el Consell no puede esperar. Las cuentas languidecen y ahora la opción es rascar en bolsillo ajeno. En la «butxaca» de hoteleros, grandes y pequeños, no lo olviden, que deberán debatirse entre aplicar una subida de precios o ajustar sus ganancias. Cualquier opción es mala.