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El incendio que cambió la política valenciana

Hace 25 años del fuego que calcinó 400 hectáreas de arbolado sobre cuyas cenizas se levantó Terra Mítica

El incendio que cambió la política valenciana

Aquella tórrida tarde del 9 de agosto, toda España seguía a través de su televisor de dos canales las horas finales de uno de los acontecimientos que cambiaron para siempre la imagen de España en el exterior. Los Juegos Olímpicos de Barcelona se disponían a cerrar un ciclo de gloria nunca antes saboreado por el deporte patrio, al ritmo de uno de los temas que después popularizaría como nadie el grupo Los Manolos: «Amigos para siempre». Hacía cuatro días que un conato de incendio en un área de pinar entre las partidas del Murtal, Moralet y Foietes había puesto en alerta a los vecinos de Benidorm y Finestrat. La rápida intervención de los bomberos frenó de inmediato el avance de las llamas. Aquella tarde nada podía ir mal. España acababa de ganar su primer oro olímpico en fútbol, el opio del pueblo, y todos querían ver a Cobi decir adiós y apagar la llama del pebetero. Hasta que sucedió el desastre.

Acaban de cumplirse 25 años de aquella trágica jornada que sobresaltó a la Marina Baixa y acabó para siempre con el mayor pulmón verde de esta comarca. Un incendio intencionado, y que según declararon en su día varios testigos tuvo como origen al menos tres focos distintos, arrasó alrededor de 400 hectáreas de pinar, algarrobo y olivo en la partida del Moralet de Benidorm, a las faldas de la Sierra Cortina. El suelo estaba catalogado como «no urbanizable de especial protección forestal» y en su entorno se proyectaba la creación de un gran parque arbóreo. Pero las llamas devoraron cerca de 10.000 pinos y dejaron el paisaje totalmente asolado. Fue un desastre ecológico de tal magnitud que, desde el primer momento, políticos y técnicos alertaron de que la pérdida sería «irreparable».

Apenas tres días después, el fuego volvió a sacudir la Sierra Cortina. Tres sospechosos incendios en tan solo siete días. El entonces alcalde de Benidorm, el popular Eduardo Zaplana, ordenó a la Policía Local establecer vigilancia permanente e ininterrumpida en la zona. Hacía días que mantenía un cruce de acusaciones con distintos representantes de la Conselleria de Medio Ambiente, que dirigía el socialista Antonio Escarré. Se acusaban mutuamente entorpecer las tareas de extinción y de querer politizar el fuego. Nadie imaginaba entonces lo que estaba por llegar. ¿O sí?

La recalificación

La Ley de Suelo no Urbanizable, aprobada por las Cortes Valencianas también en aquel año 1992, impedía el cambio de uso de cualquier suelo no urbanizable a suelo urbano, una teoría que también defendía públicamente el alcalde del municipio. Recortes de prensa de la época atribuyen a Zaplana la afirmación de que era «ridículo» plantearse una posible recalificación y que ésta «nunca» se haría, «porque Benidorm lo que necesita son zonas verdes como la que se acaba de quemar», como manifestó a los periodistas. Aquellas teorías se desvanecieron poco después. Tras acceder por mayoría absoluta a la Generalitat en 1995, ese mismo Zaplana, el que decía que no, recogió el guante de la reivindicación lanzada por un grupo de empresarios para impulsar la creación de un complejo de ocio que completara la oferta turística de Benidorm. Terrenos tenía para ello. Así que constituyó la Sociedad Parque Temático de Alicante y declaró el proyecto «de especial interés para la Comunidad», lo que daba potestad, incluso, para construir sobre aquel suelo que se había quemado en el 92. Se inició entonces un proceso de expropiación forzosa de cerca de un millón de metros cuadrados en esta partida y la Generalitat tasó el suelo a la baja. Mucho. Tanto que los tribunales, en numerosas sentencias, le obligaron a elevar aquel desembolso en 73 millones de euros más de los previstos. Los valencianos acabamos pagando alrededor de 150 millones entre la expropiación y la urbanización de toda la zona, a la que se denominó PEDUI (Plan Director Especial de Usos e Infraestructuras) Benidorm-Finestrat.

El fiasco

Todo lo que vino después es de sobra conocido. Sobrecostes en las obras, desvío de capitales, fraude, directivos con sueldos de escándalo, un parque que nunca llegó a despegar, ampliaciones de capital, pérdidas, más pérdidas, suspensión de pagos, venta de suelo a Ortiz, más pérdidas y la venta del complejo de ocio a otra empresa de Benidorm por 65 millones de euros. También, un juicio de por medio por la trama de facturas falsas en la construcción del parque, con una veintena de condenados a penas que ascienden a 305 años de cárcel. Entre ellos, nombres como Vicente Conesa o Justo Valverde, excuñado de quien fuera jefe del Consell. Y ahora, por último, otra subasta pública de suelo con la que Proyectos Temáticos, que lleva dilapidados alrededor de 500 millones en esta zona, confía en ingresar al menos 26,3.

Lo que vino después

Terra Mítica no fue la única. El incendio en el Moralet y la posterior construcción de este parque fueron tan solo la mecha de una forma de hacer política que comenzó Zaplana y continuó Camps, basada en la construcción de grandes infraestructuras de ocio. Años después, todas ellas se descubrieron plagadas de sobrecostes y sin apenas rentabilidad para recuperar ni una mínima parte de la gran cantidad de dinero público que se invirtió en ellas. La Ciudad de las Artes y las Ciencias, Ciudad de la Luz, la F1,... son parte de aquel dinero quemado, que llevó a la ruina a la Comunidad.

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