Julio de 1538. Las tropas del Rey Moro se acercan a la costa para conquistar «la Villa de las Joyas». Un emisario sarraceno se acerca con una barca a la orilla para hablar con el monarca Cristiano y llegar a un acuerdo para que no haya batalla. Guerreros cristianos lo llevan ante el Rey Manuel Lloret, de la compañía «Pescadors», con los ojos vendados para darle un mensaje de su enemigo en el que se incluyen las condiciones para evitar el enfrentamiento. Al jefe de las tropas de la Cruz no le convencen los argumentos y rompe el documento por lo que «¡habrá guerra!».

Así comenzó la madrugada del viernes, sobre las 5.30 horas, el acto del Desembarco, uno de los más importantes de las Fiestas de Moros y Cristianos de La Vila y que siguieron miles de personas desde el paseo de la Playa Centro.

Sobre la arena, las tropas cristianas esperaban al enemigo que se acercaba a lo lejos subido en decenas de embarcaciones. Desde las 4.30 horas ya se oían los primeros ruidos de arcabuces y cañones.

Mientras, el Rey Moro, Miguel Requena («Guardia Negra»), llega con su Emisario para hablar con el monarca cristiano. En el castillo, el centinela, este año interpretado por una mujer por primera vez, les recibe.

El Rey Cristiano apareció con sus tropas sobre las almenas. Era el momento de la Embajada Mora, acto que este año se ha celebrado antes que el Desembarco para agilizar el espectáculo. Una novedad que se une a la de situar el castillo sobre la arena en vez de en el paseo marítimo.

El Emisario Moro comenzó su parlamento describiendo los títulos y conquistas de su Rey en las que «aún le falta el mejor de los brillantes, la más bellas de las joyas» en referencia a La Vila.

El sarraceno advirtió al cristiano que «tus tropas son muy pocas y, cansados por la lucha, las fuerzas no les sobran». La batalla dialéctica continuó con la petición de que «me permitas que en paz sobre esos muros ponga nuestras medias lunas» y así evitar la guerra pero las amenazas como acabar con la ciudad y arrasar con todo a su paso acabaron enfadando al bando cristiano.

Desde lo alto del castillo, el embajador de la cruz advirtió a las huestes de la media luna que «la guarnición es poca, más el número no importa si mis bravos son leones». Los cristianos solicitaron a los moros prudencia pero la guerra es inevitable.

Santa Marta y el Desembarco

La negativa a rendir la plaza originó el inicio de la batalla por mar, el Desembarco Moro, que comenzó sobre las 6.00 horas. Las decenas de barcas con las tropas sarracenas se fueron acercando a la playa mientras los guerreros cristianos intentaban repeler el ataque con sus arcabuces y cañones.

En ese momento, sobre la arena, la imagen de la patrona Santa Marta apareció iluminada recreando lo ocurrido el 29 de julio de 1538 cuando ayudó a los habitantes de La Vila a que las tropas berberiscas no conquistaran y arrasaran la villa.

Los esfuerzos fueron muchos pero, finalmente, los cristianos tuvieron que retirarse y el Rey Moro y sus tropas se hicieron con el control del castillo.

Sin embargo, la victoria mora sobre la fortaleza sólo duró unas horas. Las tropas cristianas aprovecharon el día para reagruparse, rearmarse y solicitar ayuda a los pueblos de la montaña para luchar contra las huestes sarracenas y recuperar el control de la ciudad, perdido de madrugada.

Es el acto de la Embajada Cristiana y la Reconquista, celebrado sobre las 20.00 horas de ayer viernes, también este año sobre la arena de la playa Centro.

Tras esta pequeña batalla, el Rey «Pescador», Manuel Lloret, y su ejército recuperaron la fortaleza y el poder sobre La Vila, obligando al Rey Moro y su ejército a retirarse.

La Fiestas de Moros y Cristianos de La Vila continúan este sábado con la Misa Solemne en Honor a la Patrona, Santa Marta en la Iglesia de la Asunción a las 12.00 horas. Por la tarde, a las 20.00 horas, tendrá lugar Procesión por las calles del centro histórico donde se podrán ver a todos los cargos y festeros.