La bacteria «Xylella Fastidiosa» fue detectada a finales de 2016 en las Islas Baleares y ya causó graves daños en el sur de Italia. Guadalest fue el primer sitio de la Península donde se localizó después de que el dueño de la parcela de almendros afectada advirtiera de que había una merma en su cosecha, una plantación cuyos ejemplares tienen más de 30 años de edad.

En Baleares, las medidas que se están aplicando son de contención y pasan sólo por arrancar los árboles y plantas infectados y evitar así talar miles de hectáreas de cultivos. Además, se estableció la prohibición de extraer de las islas para plantación unidades vegetales de especies susceptibles de ser infectadas, pero no semillas.

Y esto es precisamente lo que solicitaron en la reunión los afectados: que se aplique el protocolo de las Baleares antes de arrasar con todos los campos del Valle de Guadalest. Al parecer, según las fuentes consultadas por este diario, ese protocolo salvaría los campos del Valle de Guadalest que estuvieran alrededor de una zona con un brote pero, por otra parte, afectaría a los negocios de venta de árboles de estas especies susceptibles a estar infectadas, lo que ha habría hecho que la Conselleria tire para atrás esta opción.

Con todo, la destrucción de un radio de 100 metros de terreno alrededor de la parcela afectada por la plaga no es a corto plazo. Y es que, en casos como el de Guadalest, tienen que pasar cinco años para poder volver a plantar la misma especie sensible a la «Xylella Fastidiosa» en ese terreno, lo que provocará que los propietarios tengan que cambiar de cultivos si quieren seguir explotando esos campos, con lo que ello conlleva.