El Ayuntamiento de Benidorm ha puesto en marcha distintas acciones para intentar frenar la invasión de gaviotas patiamarillas que la ciudad viene sufriendo de hace unos años a esta parte y que en los últimos meses se ha vuelto casi insostenible. Estos ejemplares, que se cuentan por miles en la ciudad, anidan cada vez más en los tejados de los edificios y se alimentan de todo lo que encuentran, hasta el punto de que están causando daños en numerosas comunidades e, incluso, se ha registrado algún caso de ataques a personas al ver amenazado su alimento o sus crías, debido a su agresividad y territorialidad. Ante esta situación, técnicos municipales se han puesto manos a la obra para intentar que este ejemplar no siga reproduciéndose a sus anchas y acabe causando problemas todavía mayores, explicó el concejal de Medio Ambiente, José Ramón González de Zárate.

El Consistorio tiene un contrato con una empresa especializada y cuenta con un permiso especial de la Conselleria de Medio Ambiente para poder llevar a cabo estas actuaciones, que comenzaron hace ya meses pero siguen sin dar del todo sus frutos. Entre ellas, retirar los nidos que estas aves depositan en edificios públicos, entre ellos el propio Ayuntamiento, que está plagado de ejemplares que lo sobrevuelan a todas horas y cuya huella es más que visible en los ventanales y fachadas del edificio. Otra de las actuaciones que se está llevando a cabo para frenar la reproducción consiste en pinchar los huevos que las patiamarillas tienen en los nidos, mientras que para los ejemplares de mayor tamaño también se están empleando otros mecanismos, tanto lumínicos como acústicos, para intentar ahuyentarlas.

Colonización de las ciudades

El problema con la invasión de gaviotas patiamarillas no es exclusivo de Benidorm, aunque sea aquí donde el Ayuntamiento ha decidido actuar. De hecho, el guarda rural municipal, Juanjo Mascarell, explicó que se ha producido una colonización general en las ciudades, propiciada por varios factores: la facilidad de encontrar comida en cualquier contenedor de basura, la proliferación de vertederos incontrolados alrededor de las urbes, los descartes de los barcos pesqueros, la gente que deja comida en la calle para alimentar a los gatos y, por último, la existencia de grandes azoteas que prácticamente no se utilizan para nada y donde pueden anidar sin ninguna molestia, entre otros factores. «Tienen toda la comida que quieren, se adaptan a cualquier hábitat y, además, nadie les molesta, porque solo se atacan entre ellas y no tienen ningún otro depredador que les plante cara», explica el técnico.

Además de los inconvenientes para las ciudades, otra de las graves consecuencias de esta invasión de gaviotas es la amenaza que representan para otras aves de especies más vulnerables, como el paíño europeo, del que la gaviota patiamarilla es el principal depredador.

Todo ello ha contribuido a un problema que ahora, como reconoció el edil de Medio Ambiente, es «muy difícil de atajar». Desde el Ayuntamiento, además de las actuaciones tanto en vía pública como en edificios municipales, también han hecho un llamamiento a las comunidades de vecinos donde existe esta problemática, para que la pongan en conocimiento de la concejalía de Medio Ambiente y puedan estudiar cada caso y establecer las pautas sobre cómo actuar.