«Hay un montón de investigaciones que se acaban quedando en un cajón porque o bien no hay transferencia o no hay una empresa que diga 'vamos a ejecutar ese proyecto'. Y eso a pesar de que cada vez más los alumnos son más emprendedores. Pero sus proyectos mueren». El director de la Escuela Superior Politécnica de la UA, Andrés Montoyo, lamentó durante el desayuno de trabajo organizado por Hidraqua e INFORMACIÓN la falta de espacios donde investigadores y empresas entren en contacto, compartan conocimiento y necesidades, para que los proyectos puedan acabar siendo una realidad. «Hasta ahora no ha habido una plataforma para poder explicar ideas, donde puedan venir los jóvenes investigadores a exponer su proyecto ante un foro de empresarios que los financien. Hay proyectos impresionantes que se quedan en nada y, por eso, estoy encantado de que existan este tipo de lugares, porque nos van a llevar a que empresas y organismos públicos podamos colaborar en que esas técnicas se puedan acabar aplicando a la realidad, a temas como mejorar una ciudad, a la inteligencia urbana», agregó en alusión a Dinapsis.

No en vano, la oficina de Hidraqua en Benidorm, además de incorporar las últimas tecnologías para estar al más alto nivel en la gestión hídrica, también nace con vocación de ser, precisamente, «un lugar que sirva como escaparate para cualquiera que quiera venir a exponer sus proyectos», como destacó su director territorial, Miguel Ángel Benito. Para el responsable de Hidraqua en Alicante, otra de las barreras que se puede romper con Dinapsis es, precisamente, esta falta de espacios de diálogo entre emprendedores y empresas. Y, como expuso, eso provoca que cuando la empresa «quiere llegar a conocer esos proyectos, el proyecto ya está terminado o casi terminado. No es lo mismo conocer un proyecto desde el minuto uno y poder exponer cuáles son tus problemas o tus necesidades para que la idea se adapte a ellas y piense con vocación de innovar en ese campo, que llegar con algo ya acabado, rígido, lo que hace que un proyecto sea más difícil de llevar a la práctica». Benito expuso un ejemplo que refleja esta falta de conexión: «A nosotros llega alguien y nos dice que ha inventado un contador inteligente que es capaz de ahorrar, pero la tecnología para instalarlo es carísima y necesitarías 150 años para amortizarla. Ese proyecto nunca se va a llevar a la práctica. Pero si nosotros fuéramos capaces de poder explicar cuáles son las demandas reales de nuestros usuarios y de una empresa que lleva 100 años gestionando el ciclo del agua, seguro que gente de la Universidad nos daría muchísimas soluciones».

Algo similar está ocurriendo ya, de facto, en el Instituto Valenciano de Tecnologías Turísticas (Invattur), donde su programa «Invattur Emprende» está apoyando en este momento a 80 «startups» o empresas basadas en innovación en todo el territorio de la Comunidad. «Y ese es el reto del que hablamos: tratar de conectar esas pequeñas empresas y de canalizar desde aquí -tanto en Invattur como en Dinapsis- sus proyectos de innovación tecnológica», explicó Raquel Huete.