Con la sensación de haber obtenido una victoria a medias. Así se fueron muchos de los miembros sindicales que formaron parte de la mesa negociadora del convenio colectivo de hostelería de la provincia de Alicante. La mesa, que quedó disuelta la noche del pasado miércoles tras una intensa jornada de negociaciones entre patronal y sindicatos, intentó desenquistar algunos de los conflictos que vienen marcando al sector durante los últimos años, como la externalización de servicios en los hoteles.

Una cruzada en la que los representantes de los trabajadores lograron conquistar cierto terreno pero no completar todo el camino que se habían propuesto. Así, el acuerdo recién revisado acaba con el agravio salarial entre camareras de piso externas y subcontratadas pero no las equipara en derechos laborales.

La inclusión de un nuevo artículo, en materia de externalización, que obliga a los hoteles que contraten o subcontraten con otras mercantiles actividades o servicios de las áreas de comedor-restaurante, bar, cocina, recepción, pisos y limpieza a incluir una cláusula en los contratos externos que obligue a la empresa externa a cumplir con todas las obligaciones de naturaleza salarial establecidas en el convenio de hostelería es, sin lugar a dudas, un gran avance. Se trata de un paso de gigante ya que, precisamente, lo que vienen denunciando los trabajadores afectados por estas prácticas es la amplia brecha salarial entre los miembros de la plantilla y los que no lo eran.

Imagínense la frustración de realizar las mismas tareas que la compañera de al lado pero viendo su salario reducido prácticamente a la mitad. Eso es lo que les sucede a muchas de las camareras de piso de toda la provincia al no ser contratadas directamente por el establecimiento hotelero, sino por una tercera empresa que se ocupa de facilitar estos servicios al empresario.

Una alternativa por la que vienen optando los responsables de muchos alojamientos ante la reducción de costes. Para muestra un botón. El sueldo de una camarera de piso, que se encarga de adecentar y limpiar las habitaciones del hotel, ronda sobre un salario de entre 1.148,12 y 1.024,29 euros, según se establece el convenio de hostelería que acaba de ser revisado. O dicho de otra forma, sobre el papel.

Esta franja salarial quedaba reducida a papel mojado en el caso de las camareras de piso externalizadas. El sueldo de las trabajadoras con esta condición llegaba a caer hasta los 770 euros brutos, lo que a efectos prácticos suponía una diferencia abismal entre unas y otras. Erradicar esa brecha representaba el principal caballo de batalla para los sindicatos en esta negociación del convenio, mientras que de fondo quedaban otros puntos siempre presentes en este tipo de trámites como la subida salarial, que finalmente será de un 8% repartido durante los próximos cuatros años. Casi nada.

Pese a ello, la auténtica «patata caliente» de las negociaciones de la actual revisión del convenio provincial de hostelería, que se iniciaron en noviembre del pasado año y se han logrado zanjar a las puertas de la temporada alta, ha sido la externalización de los servicios. Una patata que a punto estuvo de estallar la tarde del pasado miércoles, cuando tras varias horas de debate, sindicatos y patronal no llegaban a un punto de encuentro.

Finalmente, UGT -organización que cuenta con el peso mayoritario del lado de los trabajadores- cedió ante el enrocamiento de los empresarios hoteleros, que asumían la equiparación de los salarios pero no del resto de condiciones. Una concesión que como decía se trata de un paso de gigante para la lucha de las conocidas también como «kellys».

De hecho, la brecha salarial entre externas y contratadas ha sido el motivo principal por el que se inició toda esta batalla. De ahí que tanto desde el lado empresarial como desde UGT, la formación sindical mayoritaria, vieran con buenos ojos esta nueva cláusula en el convenio. Sin embargo, el preacuerdo no estuvo exento de polémica. La nota discordante la pusieron los representantes de Comisiones Obreras (CCOO), que no suscribieron con su firma el mismo al entender que no es suficiente.

Ahora las subcontratadas podrán pedir el mismo salario que aquellas fijas en plantilla pero seguirán estando un escalón por debajo en lo relativo a derechos laborales. No tendrán manutención. No tendrán uniformes. No tendrán, en definitiva, la igualdad por la que arrancaron la pelea los sindicatos, salvo en el salario. Es la letra pequeña de una conquista que, por otra parte, supone una importante victoria para esas mujeres que ven la vida pasar entre sábanas sucias, habitaciones desordenadas y carritos de la limpieza.