Ángela R. trabaja como peón de limpiezalimpieza. Aunque su categoría laboral no figura por ningún lado en el convenio de hostelería, se encarga de hacer habitaciones de hotel. No es empleada del establecimiento, sino de una empresa externa que realiza este servicio para distintos alojamientos turísticos. Cuando la contrataron, con un contrato a tiempo parcial por un máximo de seis horas, le dejaron claro que no cobraría vacaciones, ni festivos, ni días libres, ni bajas. Por supuesto, tampoco pagas extras. Y además, en el caso de que cayera enferma, tendría que firmar la baja voluntariaenferma si quería volver a ser contratada en un futuro. Las condiciones, como habrán podido deducir por ustedes mismos, rayan la explotación laboral. Pero la cosa no acaba ahí.
La limpiadora percibe un salario bruto de 770,89 euros al mes, un sueldo que, quitando las distintas retenciones y cotizaciones, se queda en un líquido de 707,25 euros mensuales; 35 céntimos inferior al salario mínimo interprofesional (SMI), fijado para 2017 en 707,60 euros. Al día, acaba cobrando 23,57 euros por limpiar una media de 27 habitaciones. O, dicho en otras palabras, cada habitación que limpia le sale a 87 céntimos de euro.
La creciente externalización del servicio de limpieza en el sector de la hostelería, principalmente en hoteles y apartamentos turísticos, ha provocado situaciones que, en muchas ocasiones, obligan a las mujeres a trabajar por una miseria. Así lo ha denunciado ante Trabajo el colectivo Las Kellys de Benidorm y la Marina Baixa, la asociación que agrupa a muchas de estas mujeres, «las que limpian», y que ha comenzado una batalla con distintos frentes para intentar que las administraciones prohiban por ley esta práctica, que la propia directora general de Empleo de la Generalitat, Cristina Moreno, ha calificado de «totalmente ilegal».
¿En qué consiste?
La externalización del servicio de limpieza es una fórmula más que rentable para todos menos para las trabajadoras que sustentan el servicio. Según explican las afectadas, el hotel contrata a una empresa multiservicios para limpiar el número de habitaciones que cada día tiene ocupadas, así como otras estancias comunes. De este modo, el establecimiento se ahorra tener personal en plantilla, no tiene a estas limpiadoras reconocidas de ningún modo y paga por el servicio bastante menos de lo que le costaría si las trabajadoras fueran propias y tuvieran que ceñirse a lo que establece el convenio colectivo para las camareras de piso.
Porque la empresa intermediaria, como antiguamente ocurría con las ETT, no está obligada a acogerse a dicho convenio. «Así que contratan a mujeres de cualquier manera; siempre a tiempo parcial, hagan después las horas que hagan; sin vacaciones, ni días libres, ni derecho a ponerte de baja, aunque tengas un accidente en el trabajo», explica Yolanda García, una de las portavoces de Las Kellys en la ciudad. Las condiciones, en ocasiones, son tan leoninas que incluso les obligan a llevar de su propia casa productos de limpieza, bayetas o fregonas; o les fijan unas tablas de productividad -en este caso, de número de habitaciones o apartamentos que deberían ser capaces de limpiar por hora- para establecer su salario en función de lo que hayan limpiado, independientemente de que les haya costado más tiempo real del que recoge la tabla.
Tanto Las Kellys como los sindicatos y, más recientemente, la Dirección General de Empleo consideran que esta fórmula representa una cesión ilegal de trabajadores, porque, al fin y al cabo, lo que hace el hotel es subcontratar a otra empresa uno de los servicios básicos y esenciales para su funcionamiento. Las consecuencias económicas para las afectadas son brutales: mientras que una camarera de piso tiene establecido por convenio un salario de entre 1.148,12 y 1.024,29 euros, en función de la categoría del hotel, con 14 pagas y la extra de octubre; el salario medio que cobran las trabajadoras de empresas externas está en torno a los 753 euros, por lo que la diferencia salarial entre unas y otras supera en ocasiones los 5.000 euros al año.
¿A cuántas mujeres afecta?
En Benidorm, unas 4.000 mujeres trabajan como camareras de piso en los cerca de 150 hoteles y apartahoteles de la ciudad. Sin embargo, la externalización de la limpieza en la ciudad turística, según este colectivo femenino, afecta aproximadamente a un 10% de las trabajadoras. Ahora bien, Las Kellys alertan de que en otras zonas de la provincia con mayor estacionalidad o en la propia Alicante la cifra se dispara hasta cerca del 90% del sector, una cantidad que tildan de «alarmante» y que, además, va en aumento.
El siguiente objetivo de la agrupación de camareras de piso y también de los sindicatos con voz en la mesa sectorial, CC OO y UGT, es poner coto a la externalización por vía del propio convenio de hostelería, actualmente en proceso de revisión. También, ir un paso más allá y que las administraciones sancionen a las empresas reincidentes. El pasado abril, la Dirección General de Trabajo multó a 22 hoteles de la provincia por cesión de trabajadores. La suma de las sanciones alcanza los 268.700 euros. Casi como limpiar 310.000 habitaciones.
