El alcalde de Manizales, Octavio Cardona, no escatimó elogios a José María Caballé. «Esto era un barranco que sólo servía para la maleza y ocultación de delincuentes. Hoy se levanta en él el mejor hotel de Manizales, gracias a un inversionista español que creyó en nosotros y ha convertido una ladera sin propósito en un lugar próspero y con futuro». «Los milagros existen», continuó Cardona, «pero a veces hay que empujarlos. Este hotel es un milagro del corazón que nos mueve al optimismo».

Por su parte, el alcalde de Benidorm, Toni Pérez, se dirigió más a los asistentes. «Han fichado ustedes a un gran empresario de Benidorm, muy potente, promotor del hermanamiento entre Benidorm y Manizales, y ya muy integrado en este país». El mandatario aprovechó la ocasión para anunciar su compromiso de enviar a Manizales una talla de la Virgen del Sufragio de Benidorm, y concluyó con referencias a un documento histórico que los presentes desconocían. El «Pacto de Benidorm», suscrito en 1956 entre liberales y conservadores para garantizar la alternancia política en el país. «Nadie sabe por qué se firmó en Benidorm, pero fuimos testigos de ese paso histórico».