Después de ganar muchas batallas, Benidorm está hoy ganando la carrera del liderazgo de la innovación en inteligencia turística y el debate intelectual de derribar prejuicios estéticos relacionados con la altura, el consumo de los recursos naturales o los aspectos negativos que algunos anhelan vincular al turismo de masas. La última aportación a esta defensa de lo que representa «el modelo Benidorm» ha venido de la mano de Óscar Tusquets, arquitecto, pintor, diseñador y escritor, con la exposición de pintura «Gran Benidorm», dos de cuyas obras han sido seleccionadas para participar en la London Art Biennale que se celebrará en la capital del Reino Unido la próxima semana, del 29 de marzo al 2 de abril. El resto de las obras del «Gran Benidorm», después de haberlo hecho en Barcelona el pasado otoño, se expondrán paralelamente en la galería londinense Room One y posteriormente, este verano, llegarán también a Benidorm. Salvando las distancias y los movimientos y gustos artísticos de la época, es verdad que, como ya se ha dicho, Benidorm ha encontrado a su Canaletto en los paisajes urbanos que ha pintado Óscar Tusquets. Y no solo ha sido su pincel, sino su formación como urbanista y arquitecto la que vuelve a remover las recurrentes aguas de los clichés y los prejuicios sobre Benidorm. Cuando se cambia la forma de ver las cosas, la mirada también te enseña una nueva realidad y la realidad de Benidorm es muy distinta de lo que algunos aún creen. Cualquier circunstancia es buena para dar la mejor versión de nosotros mismos y ésta que nos brinda la Bienal de Londres es una buena ocasión para reivindicarnos como un destino turístico de calidad que no renuncia, nunca, a la cantidad. Y ahora es en el corazón del principal mercado turístico de Benidorm, en la capital del Reino Unido, donde se hablará de la fascinación que Benidorm provoca también en el mundo del arte, después de haberlo hecho ya en el de la sociología, de la arquitectura o del urbanismo. Al final se ha impuesto la verdad que dicta que tanta gente no puede equivocarse durante tanto tiempo, y me estoy refiriendo a los cientos de miles de turistas que cada año eligen Benidorm para pasar sus vacaciones o, simplemente, disfrutar unos días o un fin de semana. Orgulloso de ser paradigma de los municipios turísticos de sol y playa, el éxito de nuestro planeamiento urbanístico, la ciudad vertical, es el que nos ha permitido tener una vida urbana tan intensa que el turista, como ya observó el sociólogo José Miguel Iribas, puede emplear más tiempo en pasear por la ciudad que en la playa. Desde esa convicción, estamos por tanto ante una nueva ocasión de reivindicar «el modelo Benidorm» y la actividad que genera. Porque la nuestra es una historia indiscutible de éxito, de eficacia en la gestión de sus recursos, de sostenibilidad y también de solidaridad que se concibió desde el primer momento para democratizar las vacaciones, poniendo el derecho a la diversión y al descanso al alcance de todo el mundo. Sigamos defendiendo ese derecho. Es el momento.